Hace dos décadas moría, tras 27 años de pontificado, Juan Pablo II, el Papa polaco. Era un 2 de abril cuando "volvió a la casa del Padre". No llegó a cumplir los 85 años y llevaba ya mucho tiempo muy debilitado. Había sido un hombre fuerte, lo que le ayudó a superar las heridas de un intento de asesinato dos años después de haber sido elegido. El mundo habría sido distinto si hubiera muerto en 1981 este Papa que llegó del frío y ayudó a que cayera el comunismo.
Este 21 de abril ha fallecido Francisco I, después de doce años en el trono de San Pedro. Tenía 88 años y desde febrero, cuando fue hospitalizado por una afección respiratoria, su salud se había quebrado. Tardó más de cinco semanas de salir del centro y, a pesar de que los médicos le recomendaron reposo, hasta el día antes de su muerte quiso estar junto a los fieles, a quienes dio la bendición urbi et orbi el domingo de Resurrección. Fue el primer Papa procedente de América y el primer jesuita. Es el Papa que llegó del "fin del mundo", como él mismo dijo, al ser elegido. Su crítica contra el capitalismo siempre ha sido implacable.
Karol Wojtyla, que había sido arzobispo de Cracovia, eligió el nombre de su predecesor, Juan Pablo I, quien murió 33 días después de ser elegido Papa. Francisco quiso rendir homenaje a Francisco de Asís, que quería "una iglesia pobre para los pobres".
Juan Pablo II miraba a América
Juan Pablo II creía que era vital que la Iglesia católica se revitalizara en América Latina. Aprendió español, el idioma en el que habla una mayoría de los creyentes católicos, y de alguna forma preparó el camino para que un cardenal americano del Sur llegara por fin a ser Papa. No fue inmediatamente, porque a Juan Pablo II le sucedió Benedicto XVI, pero no hubo que esperar mucho, ya que el papa alemán fue el primero en dejar su cargo antes de morir. Francisco convivió una década con el Papa emérito Benedicto XVI, de quien dijo: "Me dejó crecer".
El interés que tenía Juan Pablo II por el mundo católico de habla hispana se trasladó en numerosos viajes a Latinoamérica y a España. Karol Wojtyla se doctoró con una tesis sobre San Juan de la Cruz, el místico español. Su primer viaje apostólico fue a México, a finales de enero de 1979. Allí viajó en cinco ocasiones. También estuvo cinco veces en España. La primera, en 1982, la más larga: diez días. A Francisco le quedó pendiente visitar nuestro país aunque había mostrado su interés en ir a Canarias por su cercanía a la tragedia de los migrantes.
A pesar de su interés y de sus viajes, Juan Pablo II no entendió las preocupaciones de los creyentes latinoamericanos, y temió a la teología de la liberación por influencia de asesores del Opus Dei, igual que Francisco no supo interpretar los temores de Europa frente a un tirano como Putin, a quien leía en clave geopolítica como un kirchnerista o un podemita. Los dos son hijos de su tierra y de su tiempo.
La señal de Juan Pablo II a su tierra
Karol Wojtyla había nacido en Wadowice, una pequeña localidad polaca cercana a Cracovia, donde estudió Teología, aunque antes hizo sus pinitos en el teatro. Su padre, suboficial del Ejército polaco, murió en 1941 durante la ocupación nazi. El propio Karol Wojtyla estuvo a punto de ser deportado a Siberia. Empezó a formarse en la clandestinidad y fue ordenado sacerdote poco después de terminar la Segunda Guerra Mundial. A los 47 años, en 1967, se convirtió en el segundo cardenal más joven de la Historia. Apenas 11 años más tarde, fue elegido Papa, el más joven del siglo XX.
En el otoño de 1978 Polonia era un país comunista, bajo la égida de la Unión Soviética. Entre el 2 y el 10 de junio de 1979 realizó una visita que sería trascendental a Varsovia. El primer día recitó su homilía en la entonces llamada Plaza de la Victoria (hoy Plaza Piłsudski). Terminó así: "Y grito, yo, hijo de tierra polaca, y al mismo tiempo yo: Juan Pablo II Papa, grito desde lo más profundo de este milenio, grito en la vigilia de Pentecostés: ¡Descienda tu Espíritu! ¡Descienda tu Espíritu! ¡Y renueve la faz de la tierra! ¡De esta tierra!".
Aquello fue una señal que los polacos supieron interpretar. El Papa les estaba diciendo que el comunismo no era eterno, que "su tierra" podía renovarse.
En una entrevista con El Independiente, el histórico líder de Solidaridad, Lech Wałęsa, reconocía que Juan Pablo II había hecho posible que muchos polacos perdieran el miedo y se sumaran a su movimiento. "Antes de la visita del Papa, yo buscaba gente que me acompañara en la lucha. Éramos unos diez, incluidos dos agentes. Y un año después de la peregrinación del Papa éramos diez millones. La nación había despertado". En agosto de 1980 Solidaridad gano su pulso al régimen comunista tras una huelga masivamente secundada. Fue el principio del fin del comunismo. Nueve años más tarde Polonia sería el primer país del bloque comunista que iniciaba su transición a la democracia.
El error con monseñor Romero
Pero a Juan Pablo II le quedó esa desconfianza por el comunismo y por cualquier ideología afín, aunque era muy crítico con el consumismo. Es decir, el Papa polaco no defendía el capitalismo, sino la libertad. Había visto el daño que había hecho en su tierra el totalitarismo soviético. Por ello uno de sus lemas era "no tengáis miedo". Y su pueblo le entendió. No solo fue una referencia en Polonia, también en toda Europa.
Sin embargo, no supo escuchar a grandes conocedores de la realidad de Latinoamérica como monseñor Romero, a quien asesinaron cuando oficiaba misa. Tiempo antes monseñor Romero había ido a hablar con el Papa para pedirle ayuda. Pero Juan Pablo II le instó a que se llevara bien con el gobierno "por la paz social". Romero le replicó que no era posible porque estaban matando al pueblo. Monseñor Romero fue canonizado 38 años después de su asesinato. Es el "santo de América".
Juan Pablo II se dejaba guiar por los más conservadores de la Curia a la hora de interpretar lo que pasaba en países como El Salvador. No supo ver cómo el pueblo creyente estaba siendo oprimido por dictaduras cruentas. La iglesia necesitaba, por tanto un papa como Francisco que hubiera visto el rostro de esos represores, cómo estaban a años luz del pueblo oprimido, alguien que se acercara a las favelas, a los migrantes y a los presos.
Para los ultraconservadores, Francisco era una bomba de relojería porque les ponía delante del espejo de sus contradicciones. Lo que no hacía con Putin, sin embargo. Como Juan Pablo II era temible para los comunistas, que decían contar con el favor de un pueblo al que no dejaban aire para respirar.
El problema para la Iglesia católica es que, a pesar de la toma de conciencia de Juan Pablo II y su papel relevante contra el comunismo, y de la energía renovadora que ha representado Francisco, el número de personas practicantes está en declive. En América Latina avanzan imparables las iglesias evangélicas. En Brasil ya solo el 45% de la población confiesa ser católica. Pero en Polonia solo el 29% va a misa los domingos. En Europa el problema es la secularización. La misión de revitalizar la Iglesia parece inalcanzable incluso para el representante de Dios en la tierra.
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hace 54 minutos
El problema es que la alternativa al capitalismo es el comunismo. Por eso muchos católicos no han querido al Sr Bergoglio. Juan Pablo II hizo una labor encomiable para la caída del comunismo, enemigo tradicional de la Iglesia y de las libertades.