El Papa Francisco I, que murió ayer a los 88 años en su residencia de la casa Santa Marta, era un aficionado al fútbol desde que era pequeño. El segundo mundial que conquistó Argentina, en México en el año 1986, es uno de los torneos que más se recuerdan. Que el santo padre haya sido argentino provocó que su interés y amor por el fútbol haya sido mayor, dada la cultura deportiva y, sobre todo futbolística que hay en el país.

Su amor al fútbol y a San Lorenzo

El santo padre era un fiel seguidor del fútbol argentino, que llevaba en su corazón el escudo del Club Atlético San Lorenzo de Almagro. Tras alzarse la selección Argentina con la copa en el Mundial de México 1986, recordó instantes y vivencias de cuando era niño y el club de su vida ganó el campeonato de fútbol argentino de 1946. "En aquella época yo era un niño, pero aún recuerdo que, cuando nuestros tres mosqueteros levantaron la copa, ¡nos sentimos tan grandes!", comentó el Papa Francisco.

El deporte como actividad sanadora

El Papa tenía una concepción ética y moral del deporte. Lo veía como una actividad competitiva pero que tenía que entrar dentro de unas características nobles. "Este debe ser el sentido del deporte: lo primero de todo es la competición, pero una competición sana y honesta; y luego la nobleza de abrazarse. Así me lo enseñaron los salesianos".

De hecho, sirve como una válvula de escape para muchas personas que no pasan por un buen momento familiar o que no tienen un entorno idílico. "El deporte, incluso en su sencillez, puede salvar de la degradación, puede animar frente al estrés familiar y, sobre todo en la periferia, puede servir de válvula de escape a los chavales que sufren situaciones difíciles para superar tensiones, expulsándolas con una buena patada al balón".

Mundial de Catar 2022

El papa Francisco no recordaba de forma nítida el mundial pasado, ya que expresa su poco uso de la televisión. Algo que vio fueron los gestos que jugadores argentinos realizaron una vez ganado el mundial. "Leí que, al terminar la final, los aficionados franceses abuchearon al portero de Argentina, Emiliano Martínez, quien a su vez respondió con un gesto feo". El santo padre afirmó que sintió pena porque una vez se terminara el partido, todo debería ser una celebración por parte de ambos equipos, sin polémicas y donde debería prevalecer el espíritu deportivo y no el resentimiento.

'La mano de D10S'

El Mundial de México 1986 fue para los argentinos uno de los más emocionantes e importantes de su historia futbolística. Contaban con jugadores como Maradona, Burruchaga o Jorge Valdano. El primero de ellos, Diego Armando Maradona, era su principal estrella. Levitaba sobre el terreno con su juego elegante y sus regates eléctricos.

En los cuartos de final de ese mundial se enfrentaron a Inglaterra, país con el que habían tenido enfrentamientos políticos y territoriales por las Islas Malvinas en 1982. Argentina ganó ese partido con dos goles 'diferentes' de Maradona. El primero de ellos conocido mundialmente con el apodo de 'la mano de Dios', ya que lo marcó con la mano y subió al marcador igualmente porque el árbitro pensaba que fue con la cabeza. El segundo, una genialidad al alcance de ningún jugador que haya practicado este deporte, catalogado como 'el gol del siglo', ya que superó a más de seis jugadores ingleses, incluido el portero, para poner con dos goles de ventaja al conjunto albiceleste.

El papa Francisco, cuando ya poseía el cargo, pudo hablar con Maradona sobre aquel partido y sobre el fútbol. Salió el tema del encuentro frente a Inglaterra en 1986, en el que fue protagonista por aquel gol con la mano y por el espectacular segundo gol. De manera jocosa, el pontífice le preguntó cuál de las dos era la mano con la que metió aquel gol a los ingleses.