El escritor cántabro Álvaro Pombo ha recibido esta mañana de manos del rey el Premio de Literatura Miguel de Cervantes 2024, recogiendo el testigo del anterior premiado, Luis Mateo Díez. Pese a haber hecho acto de presencia, Pombo no ha leído el discurso que traía preparado por su "delicado" estado de salud. En su lugar, ha sido el escritor e historiador Mario Crespo, uno de los mayores especialistas en la obra del premiado, el encargado de leer las palabras escritas por el autor de El exclaustrado, quien asegura está escribiendo una novela sobre la "liquidación del colonialismo español" con la que reivindicar la "fragilidad de España".

Como cada año, la ceremonia del premio, el más prestigioso galardón de la lengua castellana y dotado con 125.000 euros, ha discurrido en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares, en una ceremonia presidida por los reyes y a la que han asistido tanto la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, como el ministro de Cultura, Ernest Urtasun, pero en la que no ha estado presente el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. En la apertura no se han realizado los tradicionales honores militares, y las autoridades han vestido de luto, en homenaje al recientemente fallecido Papa Francisco.

Pombo, con gorro de lana y en silla de ruedas, se agarraba las muñecas mientras escuchaba, atento pero cabizbajo, las palabras que él mismo escribió salidas de la boca de Crespo. Asegura que este es "el más alto honor literario y social que me ha concedido nunca España" y que se siente reconocido y admirado, "mucho más de lo que me merezco".

Una fragilidad cervantina

El escritor Álvaro Pombo, Premio Cervantes 2024, durante la ceremonia de entrega del galardón
El escritor Álvaro Pombo, Premio Cervantes 2024, durante la ceremonia de entrega del galardón | EFE

En su discurso, el escritor y académico de la RAE, quien no acudió ayer al tradicional almuerzo que ofrecen los reyes en el Palacio Real por motivos de salud, ha dicho que "nos hemos convertido entre influencers y mercachifles", centrando sus palabras en la fragilidad de Cervantes, al que ha citado en numerosas ocasiones en su discurso, recordando pasajes de su novela El licenciado Vidriera.

"Hoy sigue siendo, quizá más que nunca, el gran tema: la fragilidad ante la enfermedad, ante la soledad, ante la injusticia, ante la inseguridad, ante la falta de convicciones, ante las causas perdidas", ha precisado el autor de novelas como El héroe de las mansardas de Mansard, El metro de platino iridiado o Santander, 1936. Incide, además, en la fragilidad del ser humano ante las "diversas instituciones que no le amparan a uno, en una sociedad cada vez más ininteligible".

Pombo ha recordado que la novela en la que se encuentra trabajando, sobre la liquidación del colonialismo español, tratará de la fragilidad de España, que "nos lleva una vez más a levantar una capilla a Santiago Matamoros y luego los moros matan a los españoles de Santiago Matamoros: fue el Desastre de Annual, la fragilidad de España", y lamentará que ahora nadie se bate en duelo "por su honor, ni por el honor de España, ni por el del Tato".

Además, ha señalado que eligió este discurso, Una fenomenología de la fragilidad, hace muchos años, con la esperanza de poder leerlo si alguna vez "le caía del cielo" el premio fallado, pues "refleja y expresa toda una fenomenología de la fragilidad hispana y de la fragilidad del mundo y de la fragilidad mía también". Ha hecho alusión, también, a la "fenomenología de la fragilidad cervantina", que nos persigue en nuestro día a día y que "no tiene por qué ser una narrativa fragilizada o rompible", sino que puede ser "tan inquebrantable como el propio texto de Don Quijote de la Mancha".

Con buen humor cervantino, en la ciudad que vio nacer al manco de Lepanto, Pombo ha manifestado que "Dios bendiga a Cervantes", una invocación cristiana para que tanto Dios como el propio Miguel de Cervantes "nos bendigan en las múltiples fragilidades de nuestros descabellados siglos XX y XXI".

Un autor de "aspecto quijotesco"

En su discurso, el rey Felipe VI ha explicado que "vivimos días inciertos que piden claridad; días duros —y para muchos, aciagos— que demandan bondad; días de confusión que reclaman verdad", y que estos son los valores que nos deben guiar, como faros "en una búsqueda incesante", del mismo modo que guian la obra de Pombo.

El rey Felipe interviene en el acto de entrega del Premio Cervantes 2024
El rey Felipe interviene en el acto de entrega del Premio Cervantes 2024 | EFE

Su Majestad ha recordado los inicios del premiado en el ámbito poético, y cómo fue "su peculiar amor por la palabra exacta" lo que le llevó a trabajar en novelas. Son estas narraciones las que le han servido al galardonado para esclarecer la verdad tras las relaciones humanas e inclinarse hacia la bondad. Un interés que, en palabras del rey, resulta "sorprendente", ya que la maldad, en el ámbito literario, "ofrece más posibilidades", aunque eso no le hace ser un "ingenuo": "parece contracorriente ese interés por los personajes buenos, por la santidad, que considera una misteriosa posibilidad del ser humano".

"En este afán de encontrar la verdad narrativamente hallamos la lección más profunda de la obra de Álvaro Pombo, la que deberíamos aprender todos. Lo importante es comprender lo que pasa y lo que nos pasa. Y en el ámbito social, comprendernos. Después podremos juzgar, pero antes tenemos que comprender", ha agregado el rey, quien ha hecho notar —con el permiso del autor— "que la edad le ha conferido un noble aspecto quijotesco".

La "paradoja gozosa" de un autor cervantino

Antes, el ministro de Cultura, Ernest Urtasun, ha iniciado la ceremonia dedicando sus primeras palabras al recuerdo del escritor Mario Vargas Llosa, "uno de los más universales escritores en nuestro idioma", fallecido la semana pasada y quien recibió el Premio Cervantes en 1994.

Urtasun ha calificado a Pombo de tener un "verso único, suelto y excepcional", cuya obra, "sobre vidas inventadas pero posibles", consuelan la existencia pero nunca "nos pertenecen totalmente". Describe al octogenario como una "paradoja gozosa", un autor "excéntrico" y "exiliado siempre en un imposible lugar", cuya prosa "bulliciosa" le permite tener un lenguaje que es "suyo y de nadie más".

"Gracias don Álvaro Pombo por sus libros. Gracias por su compromiso con la creación y el pensamiento. Gracias por enseñarnos, con toda franqueza, entre broma y broma, que la realidad, la simple realidad, la más común, es la maestra de la vida", ha manifestado el ministro en su discurso. "La obra de Pombo se enraíza, muy a menudo, en la experiencia familiar, en la memoria afectiva del escritor. Y ese río biográfico discurre, crecido, desbordante, por debajo de sus diálogos y de sus tramas".

Urtasun ha citado también la obra de James Joyce, Retrato del artista adolescente, para destacar que el silencio, el exilio y la sagacidad constituyen "una divisa heráldica del escudo de paz de Pombo", situando al autor en el mismo "árbol genealógico" que comparten otros autores como Ortega y Gasset, Henry James o Graham Greene, aunque asegura que "todo lo que vibra en la obra de Ávaro Pombo" es "el alimento esencial de Don Quijote de la Mancha" y su Cervantes.