Arte

Chillida, el 'renacer suizo' del escultor vasco

El museo Chillida Leku, cerrado al público desde 2010, reabrirá sus peuertas en abril tras ceder la familia parte de la gestión del mismo a la galería suiza Hauser & Wirth

Grupo visitando Chillida Leku bajo la sombra de Buscando la luz I (acero corten, 1997).
Grupo visitando Chillida Leku bajo 'La sombra de Buscando la luz I' (acero corten, 1997). | ©Zabalaga Leku. San Sebastián, VEGAP, 2019. Sucesión Chillida y Hauser & Wirth. Foto Mikel Chillida

El entorno ha permanecido tranquilo, sin más ruido que el de los árboles y los pájaros. Hace ocho años que las multitudes que recorrían la parcela desaparecieron. Eduardo y Pilar, de alguna manera, son los únicos que han continuado ahí, en vida y después de ella. Lo soñaron, lo crearon y ahora lo contemplan desde algún lugar. En Chillida Leku está el arte de él y la constancia de ella. Sus cenizas descansan en el lado más íntimo y privado de la parcela familiar que con tanto esfuerzo compraron en los años 80 en un bello rincón de Hernani (Guipúzcoa) y cuyo caserío Zabalaga del siglo XVI restauraron con mimo, esfuerzo y no pocos gastos durante tres lustros.

Será como renacer en primavera, resucitar a la vida. Sucederá en abril. Será entonces cuando las obras volverán a interactuar, a abandonar el silencio y la soledad para salir al encuentro de la mirada, la interpretación y la sorpresa de los visitantes. Descubrir a Eduardo Chillida (San Sebastián 1924-2002) y su arte férreo moldeado de mil maneras allí donde él lo ideó había dejado de ser una opción. Desde 2010 no sólo se había apagado el museo, también el genial escultor vasco fallecido sólo dos años después de inaugurarlo. También su mujer, Pilar Belzunce, su gran apoyo, fallecida en 2015.

El imponente caserío de Chillida Leku  y las 11 hectáreas que lo rodean, salpicadas de obras escogidas de su legado, tienen fecha de regreso

El imponente caserío de Chillida Leku que alberga parte de su obra y las 11 hectáreas que lo rodean, salpicadas de obras escogidas de su legado, tienen fecha de regreso. La cuidada parcela verde que como una alfombra viva mostraba 40 de sus obras volverá a representar la conexión con el entorno natural y social que siempre inspiró Chillida.

Será el final de un ciclo oscuro y complicado para los Chillida. Una reapertura tras casi una década alejados del público por las dificultades económicas y la falta de visitantes que obligó a clausurar un proyecto ambicioso que arrancó el 16 de septiembre de 2000 con la solemnidad de una inauguración con presencia real y la asistencia que un canciller alemán, Gerard Schröeder -Chillida cuenta desde octubre de 2000 con una escultura en el patio de la nueva Cancillería en Berlín-.

Lotura XXXII (acero corten, 1998) sobre Chillida Leku. ©Zabalaga Leku. San Sebastián, VEGAP, 2019. Sucesión Chillida y Hauser & Wirth. Foto Iñigo Santiago.

Galería suiza

Aquellos fastos institucionales pronto se apagaron. Las buenas cifras de visitantes iniciales, que rondaron los 80.000 anuales, languidecieron hasta hacer insostenible el sueño del escultor. En estos años los intentos por reabrir el museo han sido baldíos. Los acercamientos con las instituciones vascas para encontrar un modelo de colaboración público-privada que lo hiciera sostenible no llegaron a buen puerto. Estuvieron cerca. En 2017 el entendimiento para que Gobierno vasco y Diputación de Guipúzcoa aportaran 50 millones cada una para mantener Chillida Leku durante 20 años se truncó en el último minuto.

las propuestas expositivas permanecerán fieles a lo que Eduardo Chillida y Pilar soñaron

Ahora la esperanza ha llegado desde Suiza. Hace apenas un año que los herederos de Chillida, que mantienen la propiedad del museo y su gestión, alcanzaron un acuerdo con la galería Haser & Wirth para relanzar el museo. De aquel compromiso rubricado en diciembre de 2017 salió el plan de reapertura presentado esta semana y al frente del cual se pondrá la nueva directora de Chillida Leku, Mireia Massagué. Llega después de haber asumido la dirección del Gaudí Exhibition Center y haber trabajado en el Teatre Nacional de Catalunya. Massagué anuncia que la esencia de lo que ideó el escultor guipuzcoano se mantendrá inalterable en la segunda vida del centro, “las propuestas expositivas permanecerán fieles a lo que Eduardo Chillida y Pilar soñaron”, asegura a El Independiente. Recuerda que tanto el caserío Zabalaga como la distribución de las esculturas al aire libre que caracterizan Chillida Leku “pueden considerarse en sí mismas una obra de Chillida y eso convierte la visita en una experiencia única”.

La decena de esculturas de gran formato dispersas por el complejo al aire libre en una suerte de jardín de acero corten y granito seguirán ahí, tal y como el propio Chillida las instaló. Al visitante volverá a recibirle la esencia del pasado industrial vasco que quiso plasmar en forma de arte en Buscando la luz (1997) y Lotura (1998). Dentro, en el caserío que reformó la muestra incluirá piezas de menor tamaño en una exposición que recorrerá la carrera del autor.

La inmensidad del cosmos

Massagué recomienda a quienes quieran descubrir a Chillida que lo hagan teniendo en cuenta el valor que el autor otorgaba a la condición humana, “sus obras suscitan una reflexión sobre la inmensidad del cosmos, por eso creo que deben verse desde la realidad personal y local de cada uno. Nos lanza desde nuestra pequeñez a una realidad mucho más universal”. La directora del Museo asegura que su legado sitúa al espectador ante la belleza pero también ante “el pensamiento profundo acerca de temas muy diversos, tanto filosóficos como sociales”.

Recuperar o incluso superar la cifra de 80.000 visitantes anuales que llegó a alcanzar en sus primeros años es el objetivo de sostenibilidad que se ha fijado el nuevo equipo de Chillida Leku. Hacer viable el proyecto no dependerá sólo de la venta de entradas, también de la búsqueda de mecenas privados y patrocinadores. El museo aspira además de reforzar la apuesta por internacionalizar su presencia y su oferta. También se abrirá a acoger muestras de autores contemporáneos o a la exhibición de colecciones privadas de prestigio.

Caserío de Zabalaga, siglo XVI.

Caserío de Zabalaga, siglo XVI. ©Zabalaga Leku. San Sebastián, VEGAP, 2019. Sucesion Chillida y Hauser & Wirth. Foto Mikel Chillida

El corazón y la esencia de Chillida descansa en Hernani, pero el espíritu de Chillida se hizo universal en vida. Actualmente casi medio centenar de obras del autor están instaladas de forma permanente en otros tantos lugares del mundo. Entre las 46 piezas repartidas por el mundo destacan las que pueden verse en la Münster Platz de Bonn o la Plaza de la Pinacoteca de Munich, en Alemania, o las que existen en la Fine Arts de Houston o la sede del Banco Mundial en Washington.

El relevo en la dirección del Museo se confía en que permita abordar esta nueva etapa con mayor estabilidad. Hasta ahora había sido la propia familia la que había llevado el peso del proyecto. Luis Chillida, hijo de Eduardo y Pilar, fue quien ejerció como director y reconoce que la reapertura anunciada ahora la afronta con gran ilusión: “Estamos francamente encantados ante esta nueva etapa. Nos ilusiona y estamos seguros de que nuestros padres estarán felices”.

El reacondicionamiento del complejo museístico se ha llevado a cabo de la mano de expertos arquitectos como Luis Laplace, quien junto al arquitecto Jon Essery Chillida, nieto del escultor, y con el apoyo del arquitecto de naturaleza holandés, Piet Oudolf, abordar una puesta a punto que abarca desde elementos arquitectónicos, hasta expositivos y paisajísticos.

El renacer de Chillida, que hoy tendría 95 años, aún no tiene día en el mes de abril. Será entonces cuando el espíritu de Eduardo y Pilar vuelva a entremezclarse con los visitantes, a conversar con sus obras y a convertir Hernani en el bello rincón que un día ambos idearon. Cuando el caserío Zabalaga con más de 300 años se presente rejuvenecido y mostrando su verde manto de bienvenida a los visitantes.

Te puede interesar