No es un secreto que para quemar grasas y adelgazar de manera saludable es necesario acostumbrarse a una rutina de ejercicio acompañada de una dieta equilibrada. De nada sirve castigarse durante horas en el gimnasio sin comer adecuadamente o pasar hambre sin ejercitar el cuerpo. Y tampoco servirán de nada los esfuerzos que hagamos durante el día si no le prestamos atención a la última ingesta diaria.
Lo primero que debemos dejar atrás si entre nuestros propósitos de año nuevo está el de perder peso es la bollería industrial y los alimentos procesados, especialmente a la hora de cenar, cuando comer de manera sana es fundamental para que la dieta de adelgazamiento funcione.
Si una de las claves para perder peso mientras duermes es, precisamente, dormir unas 8 horas aproximadamente, otro factor fundamental es lo que comemos antes de ir a la cama. Los expertos aconsejan que la última ingesta es necesaria, pero también debe ser lo más ligera y temprana posible (entre dos y tres horas antes de dormir) para dar tiempo a nuestro organismo a hacer la digestión. Otro de los beneficios de cenar temprano es que nuestro cuerpo pasará más horas seguidas en ayuno, lo que resulta positivo para nuestro organismo.
Asimismo, optar por alguna fuente de proteínas resulta ideal a estas horas del día, sobre todo si hemos practicado ejercicio durante el día, ya que contribuye a regenerar el tejido muscular tras el entrenamiento. Además, son saciantes y, como necesitan más energía durante la digestión, favorecen la pérdida de peso y la quema de grasa. Por ello, optar por pollo, carne de cerdo, atún, hummus o huevos para cenar constituye una excelente alternativa para mantener nuestro peso e, incluso, adelgazar.
Si combinamos nuestra fuente de proteína escogida -aconsejable a la plancha o al horno- con algún tipo de verdura, como lechuga, tomate, calabacín, coliflor o espinacas; y con un postre saludable- que no sea un producto azucarado o refinado- conseguirás cuidarte y no aportar calorías innecesarias. Un ejemplo de menú perfecto sería salmón a la plancha -que cuenta con antioxidantes- acompañado de una ensalada de hoja verde y de un yogurt desnatado, una cena rica que contribuirá a mejorar tus objetivos saludables.
Comer es importante, pero hidratarnos correctamente también. A la hora de cenar debemos beber agua -la bebida que más toxinas elimina-, agua con limón, infusiones (té verde o infusiones de hinojo, por ejemplo), o zumos naturales. Por supuesto, antes de dormir es imprescindible olvidarnos de bebidas alcohólicas, con cafeína o azucarados, ya que dificultarán el descanso y, por tanto, la quema de grasas.
La cantidad también importa
Las dietas hipocalóricas suelen conllevar efectos negativos que en ocasiones no sabemos (o no podemos) controlar. No comer nada (o muy poco) durante todo el día puede provocar que por la noche no resistamos la tentación y arrasemos la nevera.
Por ello, es importante mantener una alimentación progresiva a lo largo del día y respetar las cinco comidas diarias recomendadas para que nuestro metabolismo siga activo y nuestra dieta funcione. Lo que sí hay que tener en cuenta es que la alimentación debe ser progresiva, es decir, ingerir más cantidad de alimentos (o de calorías) en las primeras horas del día y menos en las últimas. La cena debe suponer aproximadamente, según los expertos, sobre el 30% del total de aporte calórico diario.
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