Un trabajo fijo con un sueldo que puede superar los 100.000 euros anuales y acceso a ámbitos de poder reservados solo a unos pocos. Se trata del jugoso futuro que prometen los preparadores a aquellos que se atreven a tomar el camino de las oposiciones para formar parte de los cuerpos de élite de la Agencia Tributaria.
Sin embargo, cuando llega el momento de la verdad, el organismo adscrito al Ministerio de Hacienda se está encontrando con que no todas estas plazas se cubren mientras sus plantillas envejecen, se reducen principalmente por las continuas jubilaciones, y la situación amenaza con un colapso ante la necesidad precisamente de intensificar la labor de control del fraude para surtir al Estado de más y más ingresos públicos.
Para dimensionar el problema, el director general de la AEAT, Jesús Gascón, alertaba recientemente en sede parlamentaria de que el organismo necesita volver a alcanzar los 28.000 efectivos que alcanzó antes de que la crisis impusiera un asfixiante austeridad en el sector público, ello para poder equiparar, entre otras cosas, la proporción de ciudadanos por cada inspector de Hacienda, que se encuentra entre las más altas del entorno europeo.
En conjunto, supone elevar en unos 4.000 los efectivos necesarios, y hacerlo contrarreloj, por cuanto el Gobierno ha decidido basar en la lucha contra el fraude buena parte de su estrategia de aumento de ingresos. Si bien es cierto, que la robotización y automatización de procesos prevé aliviar las necesidades de personal en los próximos años.
Con este horizonte, la AEAT prevé ingresar a 1.400 efectivos este año, que se quedarán en 400 nuevos ingresos netos porque, en paralelo, causarán baja otros 1.000. De ellos, 100 se calcula que serán salidas al sector privado o empresas públicas y fallecimientos, y hasta 900 serán jubilaciones porque llegan a su fin las carreras laborales de los opositores que entraban por miles en la Agencia en los años 90. A ese ritmo, la AEAT tardaría una década en recuperar las plantillas perdidas.
¿Cuál es el problema?
La razón de estas dificultades es que el acceso a la Agencia Tributaria implica en la mayoría de las ocasiones superar ciertas pruebas de acceso que se citan entre las más duras del sector público y para las que no se encuentran a día de hoy candidatos suficientemente preparados que cubran la oferta de plazas.
Fuentes conocedoras de estos procesos explican que en el caso del original Cuerpo Superior de Inspectores de Finanzas, que a día de hoy se desglosa entre Inspectores de Hacienda, Inspectores de Seguros e Interventores del Estado, las pruebas se encuentran entre las más duras a las que se puede enfrentar un opositor. A la altura de otros cuerpos de élite del Estado como el de los Técnicos Comerciales (los famosos 'Tecos') o los Abogados del Estado.
Para acceder a estos puestos se requieren años de formación --de 2 a 3 años para los inspectores--, que hacen al candidato plantearse la posibilidad de superar o no las pruebas. El problema, según citan fuentes sindicales, es que los años de congelación de plantillas, desde el año 2010, hizo que el interés por acceder a escasas plazas desincentivara a muchos potenciales candidatos. Demasiado esfuerzo para tan pocas opciones de éxito.
La consecuencia es que, cuando se abre un ventana a incrementar de forma acelerada el personal de la AEAT, no hay candidatos con suficiente preparación como para superar las pruebas tal y como están planteadas en el corto plazo. "No hay banquillo", relatan desde los sindicatos o, en palabras del propio director general de la Agencia, "no hay cantera".
Otras instancias creen que la explicación no es esa sino que puede ir desde la pérdida de prestigio del funcionariado, hasta el cambio en los métodos de estudio universitarios, que ponen menos énfasis en la memorización de conocimientos y hacen después más arduas las oposiciones, pasando por la menor capacitación de los jóvenes para ponerse manos a la obra con oposiciones que en muchas ocasiones suponen un alto coste económico.
Es por eso, en contra de lo que podría parecer, no haya candidatos que opten, por ejemplo, a un nivel A-1, de Inspectores, para los que de entrada el sueldo medio es de unos 60.000 euros al año con perspectiva de superar los 80.000 euros en un año; o a un nivel A-2, de técnicos, que acaban superando los 50.000 euros al año.
Y lo más importante, según fuentes sindicales, se trata de puestos que dan la entrada a ámbitos tan reservados como los tribunales económicos.
La AEAT pide refuerzos
La situación que han venido denunciando los sindicatos desde el año 2017 es ahora puesta sobre la mesa por la propia dirección de la Agencia Tributaria, que evidencia que hay cierta distancia entre los anuncios de refuerzo de plantillas del fisco para intensificar la lucha contra el fraude y su puesta en práctica.
El propio Gacón demandaba ante la Comisión de Presupuestos una estrategia a medio plazo para solventar la situación y elevar el número de efectivos. Concretamente, instó a prestar especial atención en las próximas ofertas de empleo público, así como "apoyo social" para que aumente el número de candidatos. La cuestión ahora es saber cómo acelerar los procesos de selección, quizás actuando a partir de las propias pruebas de acceso.
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