Los policías que inspeccionaron y recogieron las pruebas en el piso donde Alberto mató, descuartizó y almacenó en táperes los restos de su madre para cocinarlos y comérselos no habían visto nunca nada igual. Una escena que engrosa la lista de macabros crímenes que han impactado a los españoles.
En 2018 se cometieron 289 homicidios y asesinatos en España, 308 en 2017 y 294 en 2016, lo que nos sitúa entre los países de la UE con menor tasa de muertes violentas, ya que no llega a una por cada 100.000 habitantes, cuando la media mundial es de ocho.
Eso no resta para que haya asesinatos, los menos, especialmente monstruosos como el presuntamente perpetrado por el joven de 26 años hace diez días en Madrid, el cometido en 2013 en Bilbao por el conocido como el falso monje shaolín o el descuartizador de Majadahonda. Estos son algunos de los crímenes que en los últimos años han provocado más impacto por el modo de actuar de los asesinos:
El caníbal de Ventas
Experimentados investigadores en delitos violentos reconocen que muy pocos escenarios de asesinatos les han causado la conmoción que experimentaron el día 21 en la vivienda del primer piso donde Alberto, de 26 años, mató a su madre Soledad, de 66 años.
Los detalles conocidos dan idea del "shock" de los policías. El parricida había diseccionado el cuerpo de su madre y almacenado trozos y huesos, algunos de ellos guardados en táperes para guisarlos y otros para su perro, según revelaron fuentes próximas a la investigación.
Una vivienda de los horrores que condujeron al detenido, que se sospecha que puede padecer una enfermedad mental, directamente a la enfermería de la prisión madrileña de Soto del Real, donde es sometido a vigilancia extrema y al protocolo antisuicidios.
El rey del cachopo
El pasado noviembre las más que sospechas policiales acabaron en certezas después de un macabro hallazgo tres meses antes en una nave del distrito madrileño de Usera. Una maleta ocultaba el tronco de una mujer con los pechos amputados (llevaba prótesis de silicona) que resultó ser el de una desaparecida.
Era la novia de César Román, conocido como "El rey del cachopo", del que supuestamente su familia tampoco sabía nada hasta que fue detenido el 15 de noviembre en Zaragoza con identidad falsa y trabajando en un restaurante como presunto autor del crimen, del que se declara inocente, pero del que la Policía tiene pruebas para incriminarle.
El asesino de Pioz que lo narró por WhatsApp
El mismo día que "El rey del cachopo" caía, el pasado 15 de noviembre, Patrick Nogueira era condenado a tres penas de prisión permanente revisable por el asesinato de sus tíos y sus primos de 1 y 4 años en su casa de Pioz (Guadalajara) en agosto de 2016.
La escena del crimen fue descubierta por la Guardia Civil un mes después, tras la alerta de un empleado por el mal olor que procedía del chalé. Nogueira mató a los adultos, los descuartizó y metió en bolsas de plástico, mientras que a los niños los asesinó y también los guardó en bolsas de plástico.
Mientras cometió los hechos mantuvo conversaciones de WhatsApp con un amigo de Brasil.
El descuartizador de Majadahonda
Pese a que no se encontraran los cadáveres, Bruno Hernández, conocido como el descuartizador de Majadahonda, fue condenado por dos espeluznantes crímenes. No hay rastro de los cuerpos porque se deshizo de las dos víctimas, primero de su tía y luego de su inquilina, con una picadora industrial.
Los perros de la Guardia Civil dieron la pista de que en el sótano de la vivienda donde residía su inquilina, una mujer de 54 años y nacionalidad argentina, había restos humanos en el suelo y las paredes, perceptibles pese a haber sido pintadas, así como "muestras grandes como un charco o un arrastre" en una zona concreta.
También en ese sótano los agentes encontraron una picadora industrial con la que se cree que el acusado trituró a su tía Liria, desaparecida en 2010, y su inquilina Adriana, desaparecida en 2015.
Huang-Carlos, el falso shaolín
Juan Carlos Aguilar Gómez, conocido como el falso monje shaolín, fue condenado en 2015 a 38 años de cárcel por el asesinato con alevosía de dos mujeres en Bilbao en mayo y junio de 2013. En las redes, se hacía llamar Huang-Carlos.
A ambas las atacó de manera "súbita, imprevista e inesperada", con violencia inusual. Con la vida de Jenny Rebollo, de 40 años, acabó a golpes tras maniatarla y después la diseccionó y repartió sus restos en bolsas que fueron a parar a la ría de Bilbao y a la basura.
Tampoco pudo defenderse su segunda víctima, Maureen Ada Otuya, de 29 años y nacionalidad nigeriana, a la que propinó una brutal paliza y fue estrangulada con un cordel. Murió en el hospital después de ser encontrada por la Ertzaintza gravemente herida en el gimnasio que el condenado regentaba y donde fue detenido.
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