Antes de que el magnate estadounidense ultraortodoxo Sheldon G. Adelson plantara a la Comunidad de Madrid el 13 de diciembre de 2013, el municipio de Alcorcón habilitó una oficina para que los interesados enviaran su currículum vitae. Veinticinco mil personas llevaron allí su CV para Eurovegas, un proyecto que no existía y que teóricamente iba a instalarse en territorio alcorconero. Pero nunca vio la luz.
Adelson retiró su proyecto para llevarlo a Asia tras ser engatusado meses por todas las administraciones públicas españolas en una especie de Bienvenido, Míster Marshall duradero. La excusa formal de Las Vegas Sands, la firma del multimillonario, fue la negativa del Gobierno central de bajar el impuesto sobre el juego hasta el 1% (ya se había recortado del 45% al 10% solo para Adelson), y el rechazo de blindar Eurovegas por parte de las autoridades, lo que hubiera supuesto a su empresa recibir una suculenta indemnización en caso de que una futura legislación abortase su plan. Las dos eran condiciones humillantes para Mariano Rajoy y para el entonces presidente regional, Ignacio González.
En realidad, había más razones. La economía española estaba muy contusionada todavía y el descontento social llevaría poco después al nacimiento de Podemos. Madrid había perdido los Juegos Olímpicos de 2020 un par de meses atrás. Sucesivos informes de las agencias de calificación a lo largo de 2013 consideraron el proyecto irrealizable, tanto por las pretensiones del magnate de Boston -mecenas de Donald Trump- como por la marcha de la economía española. No había hueco para la rentabilidad en un país, España, de quinielas o Lotería pero sin una ciudad-casino como la del estado de Nevada. Demasiados riesgos para Las Vegas Sands.
¿Qué era lo que hacía que el proyecto siguiese adelante a pesar de la opinión adversa generalizada? Un maná muy poderoso: los puestos de trabajo. Según la Comunidad, generaría 250.000 empleos directos e indirectos, un número que nunca confrontó con un estudio de viabilidad serio. Eso sí, las cifras de Eurovegas eran faraónicas. 750 hectáreas, 12 hoteles -muchos de ellos de lujo- con capacidad para más de 30.000 habitaciones, seis casinos, resorts, complejos deportivos, centros comerciales y muchas cosas más, todo ello en tres fases.
No solo le fue mal a Eurovegas. BCN World, 825 hectáreas, 50.000 puestos de trabajo, no se ha retirado oficialmente pero se halla en vía muerta. Lo mismo sucede con Paramount Park, en Murcia, que se presentó a finales de 2010 y del que poco más se ha sabido. La llegada de Madrid Live Resort parece, de entrada, mucho más modesta en términos de inversión, aunque los detalles se desvelan este jueves. El nuevo megacomplejo de Cordish puede al menos aprender de los errores de Eurovegas.
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