Dolor y gloria, la última película de Almodóvar, protagonizada por Antonio Banderas, Asier Etxeandia, Penélope Cruz, Leonardo Sbaraglia y Julieta Serrano, contiene todos los elementos que han hecho del manchego la estrella, que es hoy, de la industria del cine español. Los mismos elementos que le convierten en objeto de la inquina de cuantos abonados hay a odiar el cine nacional. En esta ocasión hay mucho material para haters porque la cinta que se estrena el 22 de marzo es una de las mejores películas del director.
Autoficción
Dolor y gloria no es una película autobiográfica, pero tiene muchos de aspectos de la vida de Pedro Almodóvar. Así que sino te gusta su persona, tampoco lo hará su personaje de autoficción. La gloria del título es la de un director de éxito (Antonio Banderas) que triunfó en el Madrid de los años 80, que se pegó muchas noches locas, que se vestía de mujer y que huía de la vida de un pueblo de la España del franquismo, no de La Mancha, pero sí del pueblo valenciano de Paterna. Y el dolor, al menos el físico - porque el personaje de Banderas padece tormentos psicológicos-, sí que coincide con las molestias que Almodóvar ha manifestado tener, como tinnitus (zumbido constante en el oído) y fotofobia.
Una historia increíble
No es una comedia, es un dramón. Así que si eres de los que sólo le “gustan las comedias de Almodóvar, pero no sus dramones”, vas a poder seguir perdonándole la vida. Ahora bien, la historia en esta ocasión es más verosímil, es la vida del director ficcionada en su guión. No hay una monja con sida que tuvo una relación con una drag, es sólo la de un chico que salió de su pueblo para vivir en la gran ciudad, que es, la historia de los habitantes de la mayoría de las ciudades de este país. Lo increíble es salir de un pueblo manchego, convertirse en icono internacional de la modernización de un país que llevaba muchas décadas en la oscuridad y hacerlo sin olvidarse, ni renegar, de sus raíces rurales.
En la Paterna de la película hay muchos detalles de la infancia de Almodóvar, como los cromos que venían con el chocolate de estrellas de Hollywood que coleccionaba. Pero el director no vuelve físicamente, al pueblo, no es Cinema Paradiso. El personaje que Banderas viaja al pasado entre el dolor, los analgésicos y los chinos que mete. Esto sí, apunta, mucha droga en el metraje.
Almodóvar plástico
Las coloridas composiciones de Almodóvar están, como siempre, omnipresentes en la cinta, en cada detalle de cada escena. En la casa del protagonista, el director Salvador Mallo, se pueden apreciar muchos de los cuadros de la colección personal del manchego, incluso libros y muebles de su casa. Hasta la España gris del franquismo cobra vida en las escenas en las que el personaje de Banderas recuerda su infancia. El color de Almodóvar, seña de identidad de la imagen de modernidad que configuró con su filmografía de los 80 y 90, ya no es tan histriónico, o no lo parece tras años de educación almodovariana, pero, sin duda, es necesario, ahora en la que el país apunta a las escalas de grises.
Para haters extremos, los de raíces homófobas, hay que reseñar la normalidad muda de la homoxesualiad del personaje, que ya no es, siquiera, un área temática, ni para el personaje, ni para el director, ni para espectador. Solo hay una vieja historia de amor, atesorada por Mallo como uno de sus cuadros y libros, llena de lecciones del pasado.
La madre del cine español
La madre de Almodóvar, Paquita Caballero, está más presente que nunca, en diálogos y en sentimientos del personaje. Penélope Cruz y Julieta Serrano interpretan a la madre de Mallo. La primera en sus años de infancia y la segunda en su vejez. Penélope Cruz arranca la película con las vecinas del pueblo cantando mientras friegan en el río. Entre ellas Rosalía cantando A tu vera. Es un recuerdo real del director manchego.
Pero a los haters de Almodóvar su filiación con Cultura es la que más les interesa. Dolor y gloria está subvencionada. Si tienes a la mamandurria como unidad de medida, saca el metro. Sí, Dolor y gloria ha recibido ayuda del Ministerio de Cultura, como muchas otras películas españolas que se apoyan en las ayudas del Estado. Exactamente, ha recibido un millón de los 9,6 del presupuesto de la producción.
En Dolor y gloria están todos los elementos que necesitan sus detractores para seguir odiando a Almodóvar, los mismos que para seguir admirándole como el gran director del cine español.
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