El tenis es uno de los deportes más fáciles de corromper por una razón muy sencilla: el tenista depende de sí mismo para perder. En el fútbol, por ejemplo, los amaños requieren de un aparato mayor y hay que involucrar a varios deportistas. Pero en el tenis basta con que un jugador mande unas cuantas pelotas fuera del rectángulo para engordar sus bolsillos y los de las mafias que controlan el tráfico de apuestas.
Para luchar contra esta lacra, los estamentos del tenis mundial crearon hace una década la Unidad de Integridad del Tenis (TIU por sus siglas en inglés). En sus primeros años, su ámbito de actuación estuvo muy reducido y carecía de las herramientas necesarias para frenar los amaños, pero en 2018 se realizó un análisis interno y en diciembre vio la luz un informe con recomendaciones y un plan para seguir en los próximos años basado en tres aristas, prevención, investigación y educación. Estos guardianes del juego limpio van en serio: si en 2016 su presupuesto apenas superaba los dos millones de euros, para 2019 cuentan con casi 5,5 millones. "Parar la corrupción es una de las grandes prioridades que tiene el tenis ahora", aseguran a este periódico desde los despachos de la TIU en Londres, donde trabaja un equipo de 17 expertos en derecho, criminología, lavado de dinero y drogas.
Djokovic rechazó una oferta de 200.000 euros por perder un partido
En los últimos tiempos, además, la TIU ha suscrito varios memorándums de entendimiento con organismos como la Interpol, el Consejo de Europa, el Comité Olímpico Internacional y varias casas de apuestas. Esta semana, de hecho, la Federación Española de Tenis, adscrita a la TIU, firmó un convenio de colaboración con la Policía Nacional. Y es que las fuerzas de seguridad tienen una capacidad muy valiosa: a diferencia de la TIU, pueden detener e interrogar a posibles delincuentes. "Estos acuerdos son muy importantes porque estos cuerpos pueden obtener información vital para investigaciones y procesamientos. Además, se envía un mensaje fuerte a los deportistas, mafiosos y delincuentes y puede tener un poderoso efecto disuasorio", dicen en la Unidad de Integridad del Tenis.
Interrogatorios y denuncias a través de una App
Liderada por Nigel Willerton, un ex alto cargo de la Policía Metropolitana de Londres, la TIU tiene cada vez más poder en su lucha contra las mafias asiáticas y del este de Europa. Sus hombres viajan a los torneos en busca de pruebas, interrogan a tenistas e intentan "educar" a los jóvenes. Todos los jugadores y personas involucradas en los torneos tienen la obligación de cooperar con la TIU. De hecho, si un tenista recibe una oferta por perder y no lo comunica, puede ser sancionado. La TIU tiene la autoridad para descargar información de dispositivos móviles y obtener registros financieros, además de otras fuentes de información como informes de casas de apuestas, de los organismos oficiales del tenis y de miembros del público. Los tenistas además pueden descargarse una aplicación en sus teléfonos y denunciar desde ahí cualquier tipo de irregularidad.
La TIU recibió en 2018 un total 264 alertas de posibles amaños y sancionó a 21 tenistas. En la actualidad hay 35 personas suspendidas, 16 de ellas de por vida. La mayoría son jugadores del circuito masculino, pero también hay árbitros. Y hay un español, Marc Fornell-Mestres, suspendido provisionalmente desde el 31 de diciembre: está siendo investigado como posible intermediario entre jugadores y la mafia armenia, parte de cuyo aparato fue desarticulado en España el año pasado.
¿Un problema sin solución?
Desde la TIU apuntan mucho a "educar" a los jóvenes en materia de apuestas. Es ahí, en los estratos inferiores del tenis, donde más huele a podrido. A los mejores tenistas es difícil seducirles con dinero, pero con los jóvenes que luchan por labrarse un futuro las probabilidades de éxito para las mafias son mayores. Para llegar a lo más alto en el tenis, hay que invertir mucho dinero. Hay que viajar, pagar hoteles, comida, entrenadores... Y muchas veces los billetes escasean en la cartera. Es en ese momento de debilidad cuando las mafias se acercan y ofrecen una buena suma de dinero por perder. Muchos jóvenes caen en las redes de las mafias por dar vida a su sueño.
"Nosotros siempre hemos pensado que en los torneos más pequeños las apuestas deberían estar prohibidas", dice a El Independiente el presidente de la Federación Española de Tenis, Miguel Díaz, que es optimista respecto a la lucha contra la corrupción. "De ninguna manera creo que sea un problema sin solución. No será fácil, pero creo que si seguimos unidos a Policía y Guardia Civil podremos acabar con esta lacra en no mucho tiempo. Estoy seguro de ello".
Sin embargo, hay voces que están muy lejos de una visión mínimamente positiva. "Es muy tarde para salvar al tenis como deporte", llegó a decir recientemente el experto Declan Hill, autor del libro The Fix (El amaño), en una entrevista con la página web infobae.com.
Un partido de 2007, la semilla de la TIU
En realidad, ha habido muy pocos casos de corrupción en el circuito profesional en comparación con la enorme cantidad de partidos que se disputan cada año. Pero hubo que sacudió de forma mayúscula: fue en 2007, cuando el argentino Martín Vasallo Argüello derrotó a Nikolai Davydenko en el torneo de Sopot. El sudamericano era entonces el número 87 del ranking y Davydenko ocupaba el puesto cuatro de la ATP. Antes y durante el partido se apostaron casi siete millones de dólares a la victoria del argentino, pese a que nunca en su vida había ganado a un jugador de la talla del ruso.
La investigación concluyó un año después y los dos jugadores fueron declarados inocentes, pero la sombra de la sospecha no se disipó y aquel encuentro sería la semilla de la TIU, creada y financiada por los siete estamentos más importantes del tenis: la federación internacional, los circuitos masculino y femenino y los cuatro Grand Slam.
En 2016 las apuestas volvieron a quedar en el punto de mira, después de que la BBC y Buzzfeed publicaran un informe en el que aseguraban había campeones de Grand Slam involucrados en amaño de partidos. No dieron nombres y el escándalo se fue diluyendo. Al menos sirvió para conocer que Djokovic rechazó en 2007 una oferta de 200.000 euros por perder en la primera ronda de San Petersburgo. "Me contactaron mediante gente que trabajaba conmigo en aquel entonces. Por supuesto que lo rechazamos", contó el actual número uno del ranking. "Para mí es un acto que va en contra de los valores del deporte, es un crimen contra el deporte. Afortunadamente, nunca necesité involucrarme en este tipo de situaciones".
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