La imagen será la síntesis del cambio. El nuevo escenario, de carencias para unos y de oportunidades para otros, lo ha forzado. El Ejecutivo vasco y el Gobierno de España se reunirán hoy en torno a una mesa para intentar dar una salida al bloqueo que desde 2007 mantienen en la que es la piedra angular del autogobierno vasco; el Concierto y el Cupo. El deshielo entre el PP y el PNV es ya una realidad. Su primera fase se ha culminado en sólo siete días, los que han transcurrido desde la toma de posesión -el pasado lunes-, del nuevo Ejecutivo de Iñigo Urkullu, bajo el paraguas del PNV y el PSE, y la cita de hoy.
El terreno de las relaciones con Rajoy y el PP estaba resbaladizo desde hacía mucho tiempo, hasta que comenzó a secarse hace pocas semanas. Ahora nacionalistas y populares lo pisan sin temor. Los ecos del no a investir a Rajoy quedan lejos, los mensajes de advertencia y exigencia de cambio de actitud como requisito para empezar a hablar, también. El estribillo de la música amable de esta semana de cortejo lo compone el intento de resolver un conflicto enquistado desde hace nueve años y que afecta a la liquidación del Cupo vasco y cuyas discrepancias entre el coste que debería asumir el Estado por competencias no transferidas a Euskadi -y que asume la administración vasca-, alcanza ya los 1.600 millones de euros.
Los siete días de deshielo se iniciaron con gestos, continuaron con promesas y compromisos y avanzan ahora con reuniones en busca de acuerdos. La presencia de la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría en la jura del cargo de Iñigo Urkullu en Gernika, repartiendo sonrisas y buenos propósitos fue el primer paso. Bien acogido en Sabin Etxea. Su mensaje en el libro de honor daba fe de ello al aludir a los “siglos de historia, lealtad y entendimiento” que se simbolizaban bajo el Árbol de Gernika como compromiso “para trabajar juntos al servicio de los vascos y del conjunto de los ciudadanos”. Gesto de buena disposición que fue correspondido al día siguiente por el presidente del PNV, Andoni Ortuzar, en Sukarrieta (Vizcaya), junto al cementerio donde está enterrado Sabino Arana, asegurando que su formación dialogará “sin complejos” para buscar acuerdos con el PP.
De los gestos a los compromisos
En la semana de mayor acercamiento entre el PP y el PNV de los últimos cinco años el cortejo ha sido constante. Sólo dos días después, el pasado martes, un nuevo guiño acercaba al PNV y al Gobierno Urkullu. La vicepresidenta y responsable de Administración Territorial se comprometía en la Cámara Baja a “darle una vuelta” a la treintena de recursos planteados ante el Tribunal Constitucional contra normas aprobadas por el anterior Ejecutivo vasco. Una exigencia reiterada desde hace meses por los nacionalistas y que se situó como prueba de verificación para acreditar el cambio de actitud que reclaman para dialogar.
Urkullu aseguró ayer que la prioridad se fija en los recursos relativos a la OPE de la Ertzaintza recurrida, a la Ley de Abusos Policiales aprobada por el Gobierno vasco o los relativos a la Lomce. El acercamiento de Sáenz de Santamaría se reforzó al día siguiente, el miércoles, al afirmar que su Gobierno podría “reanalizar” los recursos interpuestos para “reducir la conflictividad” entre Euskadi y Madrid.
Los dirigentes nacionalistas reiteran que con gestos y buenas palabras no basta, que los hechos son los que determinarán si las cosas han cambiado
Zanahoria a la que el PNV no olvidó incorpora el palo, aunque de modo medido. Los dirigentes nacionalistas reiteran que con gestos y buenas palabras no basta, que los hechos son los que determinarán si las cosas han cambiado. Los nacionalistas se saben deseados y el coste de su apoyo no puede devaluarse. Por eso el pasado sábado el presidente del PNV en Guipúzcoa, Joseba Egibar, enfrío los ánimos al asegurar que el acuerdo presupuestario para el Gobierno Rajoy es “muchísimo más posible” entre el PSOE y el PP que entre el PNV y los populares.
A los nacionalistas no se les escapa que la sintonía que estos días han mostrado PSOE y PP en materia económica, pactando el techo de gasto, el incremento del salario mínimo en un 8% o la subida de impuestos y eliminación de desgravaciones a las grandes empresas pueden ser el preámbulo de un acercamiento entre las dos grandes formaciones –la suma de PP y PSOE suma 218 de los 350 diputados- que haría innecesario el apoyo de los cinco diputados del PNV.
Pero por ahora sólo es una posibilidad, nada más. Entenderse con los nacionalistas vascos, alejados de las posiciones del soberanismo catalán es una baza que ambos quieren trabajar. Por eso los hechos, más allá de los gestos, también empiezan a producirse. La semana pasada el PP apoyó los presupuestos del PNV en el Ayuntamiento de Bilbao, pese a que las cuentas saldrían respaldadas con la mayoría que ya suman los nacionalistas con su socio de Gobierno, el PSE. El gesto de apoyo podría ser reeditado a nivel autonómico, donde Urkullu no goza de mayoría suficiente para sacar adelante sus presupuestos. Los 37 escaños que suma la alianza PNV-PSE se queda a uno de la mayoría absoluta, una abstención del PP les bastaría para sacar adelante el proyecto y no tener que prorrogar sus cuentas.
Bilateralidad 'singular' con Euskadi
Otro de los hechos significativos del nuevo tiempo se producirá esta mañana cuando el consejero de Economía y ex diputado en el Congreso, Pedro Azpiazu, protagonizará un encuentro con el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, inédito desde hace años. Ambos mandatarios se han citado hoy para abordar una cuestión que acumula nueve años de litigios con la Administración del Estado, la liquidación del Cupo, cuyas desavenencias acumuladas desde 2007 Euskadi cuantifica ya en 1.600 millones de euros.
Se trata de un tema esencial, junto con la renovación de la Ley Quinquenal del Cupo, prorrogada desde 2011, en la lista de exigencias del PNV. Entre las peticiones también figurará una vieja aspiración del PNV y que ha priorizado para este mandato; la transferencia del régimen económico de la Seguridad Social, que junto con competencias como las prisiones, figuran entre las reclamaciones más urgentes para completar la treintena de competencias pendientes del Estatuto de Gernika y que el PNV exige que se culmine esta legislatura.
Sáenz de Santamaría llegó a comprometerse con el PNV a dialogar con “sensibilidad foral” durante esta legislatura
Además del valor meramente económico del encuentro de hoy, el Gobierno vasco ha valorado de modo muy positivo que se retome una relación de “bilateralidad” entre las dos administraciones, acorde a la singularidad vasca. Euskadi no es como el resto de autonomías, recuerdan siempre los nacionalistas. Sáenz de Santamaría llegó a verbalizarlo al comprometerse con el PNV a dialogar con “sensibilidad foral” durante esta legislatura de minorías parlamentarias en Euskadi y España. No participar en el seno del Consejo de Política Fiscal y Financiera celebrado el pasado jueves y ser recibido hoy de modo individualizado por el ministro Montoro “va a visualizar la relación bilateral directa" entre Euskadi y el Estado, destacó el pasado viernes el consejero Azpiazu.
Una bilateralidad que a lo largo de esta legislatura el gobierno vasco reclamara al PP en su relación. La semana de cortejo que ahora culmina escondía nuevos anuncios que revelan el acercamiento. Uno de los más significativos lo hizo público la consejera de Desarrollo Económico e Infraestructuras, Arantza Tapia, minutos después de tomar posesión de su cargo en Ajuria Enea. Su departamento ya ha concertado cita con cuatro ministros: el de Economía, el de Fomento, el de Energía y la de Agricultura.
El PSE, la segunda 'novia'
Esta primera semana de legislatura en Euskadi ha incluido a una segunda novia política para el PNV, el Partido Socialista de Euskadi (PSE). Convertido en el socio de Gobierno predecible de Urkullu, la formación de Idoia Mendia se ha dejado seducir por los llamamientos a abrir un nuevo tiempo de acuerdos y diálogo en Euskadi y desde el País Vasco con la administración del Estado. Con tres consejerías menores como contraprestación, los socialistas vascos han caído rendidos ante una de las propuestas más ambiciosas y complejas a las que aspira el nacionalismo jeltzale esta legislatura; la aprobación de un nuevo estatus jurídico y político para Euskadi.
Mano a mano, nacionalistas y socialistas han transformado esta cuestión en un eje central para los próximos cuatro años al convertir la conformación de la ponencia parlamentaria de autogobierno, de la que debería aflorar un texto articulado para definir la superación del actual Estatuto de Autonomía, en la primera medida presentada de manera conjunta en la Cámara de Vitoria. No en vano, Urkullu ha situado como el elemento más urgente para avanzar en una relación de diálogo con Rajoy, el reconocimiento de Euskadi como nación y su encaje en otro modelo territorial del Estado.
El ejercicio de funambulismo político completado esta semana deja como resultado la capacidad del PNV de acercarse al mismo tiempo a la derecha española representada por el PP y llevar con la otra mano a la izquierda constitucionalista a sus tesis. Una circunstancia que convierte al PNV en una bisagra sobre la que apoyarse a populares y socialistas, que por ahora han abierto en Madrid un tiempo de acercamiento en el que el PNV puede jugar un papel de comodín o mediador necesario.
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