El Independiente Pódcast: La primera contadora de estrellas
Se pasaban las horas mirando placas fotográficas. Registrando los puntitos que representaban estrellas del firmamento. Detectando variaciones en su intensidad. Contando estrellas, al cabo. Eran las llamadas computadoras de Harvard. Un grupo de mujeres que terminó reclutando Williamina Fleming, contratada como ama de llaves y asistente del astrónomo Pickering a finales del siglo XIX. Su talento le llevó a descubrir nebulosas y estrellas, pero las primeras publicaciones científicas no le atribuyeron el mérito.
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Los humanos hemos dejado de perseguir a las estrellas. Puede que, desde que sabemos que corren y se escapan a cada vez más velocidad, perdamos la ilusión por alcanzarlas. Puede que no, porque hay quien plantea viajes interestelares, que, sin embargo, para la mayoría de quienes saben son más bien ciencia ficción.
Hace 140 años contábamos estrellas donde hoy contamos otra cosa no menos interesante: planetas. No paramos de descubrirlos por doquier. Llevamos más de 4.000 aparentemente detectados. Y en los próximos dos años podríamos tener más de 20.000 en catálogo, según los cálculos de la NASA. ¿Para qué queremos tantos, si no vamos a ir?
Hace 140 años les pasaba algo así. En el fondo, la pregunta de por qué buscar tanto también se la hacían algunos en el siglo XIX, pero con las estrellas. Y los cazadores de estrellas eran, en realidad, mujeres. Más allá del interés puramente astronómico, lo cierto es que contar estrellas, en aquel tiempo, terminó siendo un pequeño gran hito en la historia de lucha por el papel de la mujer en la ciencia.
El astrónomo Edward Pickering había montado en Harvard un sistema de observación de estrellas nuevo. En vez de registrarlas estrellas mirando por el telescopio, prefería usar placas fotográficas donde quedaba marcada su luz. Claro, luego había que analizar esa imagen. Lo que hoy hace un ordenador, lo hacían entonces hombres. No es que fuera un trabajo especialmente grato y, según está documentado, en 1881 Pickering se hartó de la supuesta incompetencia de sus desmotivados empleados. Exclamó: "hasta mi criada escocesa lo haría mejor". Machismo, clasismo y xenofobia a partes iguales en una frase que terminaría siendo lo que hoy llamamos un zasca. Y aquí es donde empieza la historia de su doncella: Williamina Paton Fleming.
Una contratación no tan casual
Damos un salto atrás. En 1789 Williamina acababa de llegar a Estados Unidos proveniente de su Escocia natal. Estaba embarazada y su marido acababa de abandonarla en Boston. Se presentó para un puesto de sirvienta y ama de llaves en el Observatorio del Harvard College. Fue elegida por Pickering y no fue casual, según la investigadora del IHCCS-CSIC Eulalia Pérez Sedeño, quien recuerda en este pódcast que era hija de un fotógrafo, profesora y aficionada a la astronomía.
Pickering le encarga a Fleming estar al cargo de un grupo de mujeres que serían conocidas como las computadoras de Harvard o las calculadoras de estrellas, tal y como narra la novela del mismo nombre de Miguel Ángel Delgado, aunque él se centra en otra mujer, Maria Mitchell. Probablemente a Fleming se le deba la contratación de tantas mujeres que tuvieron la oportunidad de brillar. Eso y que otra mujer, la viuda del astrónomo Henry Draper, hizo un importante donativo para tal causa. De ahí salieron nombres como Antonia Maury, Annie Cannon o Henrietta Leavitt .
Fleming dio la campanada a partir de lo que vio en una placa, la B2312. Se tomó el 6 de febrero de 1888 con el Bache Doublet de 8 pulgadas en Cambridge. Miraba hacia el Cinturón de Orión. Williamina describe un objeto bajo la primera estrella del trío:
“Una gran nebulosidad que se extiende casi al sur de Zeta Orionis durante unos 60 minutos. Más intenso y bien marcado en el lado siguiente, con una muesca semicircular a 5 minutos de diámetro a 30 minutos de Zeta".
La "muesca semicircular" se refiere a la nebulosa Cabeza de Caballo. Un siglo después hemos podido verla en todo su esplendor, en una imagen a color del Hubble. Se podría decir que es una de las más emblemáticas y populares que tenemos del cosmos retratado por este telescopio. Edward Pickering publicó por primera vez con crédito a Williamina el descubrimiento de esta nebulosa y otras en 1890, el Catálogo General de Nebulosas y Cúmulos Estelares de Hersche se lo atribuyó al director, a Pickering. Hubo de esperar hasta 1908 para que se reconociese a Fleming con todos los honores.
Además de esta, Williamina descubrió durante toda su carrera otras 58 nebulosas gaseosas, 310 estrellas variables, 10 novas. También estableció los primeros estándares fotográficos de magnitud, utilizados para medir el brillo de algunas estrellas.
Con A de Astrónomas. Los instrumentos de Ágora al alcance de la mano
hasta el 31 de diciembre de este año, el Museo Casa de la Ciencia de Sevilla-CSIC alberga la exposición Con A de Astrónomas. La muestra cuenta con trece grandes paneles explicativos, seis módulos interactivos y piezas originales de atrezo, como sextantes, cuadrantes o una esfera armilar, utilizadas en Ágora, película dirigida por Alejandro Amenábar. La exposición es una de las iniciativas que presenta el Museo en el marco de 'Sevilla Capital Europea del Espacio 2019', y pretende acercar al público los considerables las aportaciones que han hecho las mujeres a la ciencia a lo largo de la historia, especialmente a la astronomía.
El acto de inauguración ha contado con la presencia de Myriam Díaz Rodríguez, delegada de Igualdad, Juventud y Relaciones con la Comunidad Universitaria del Ayuntamiento de Sevilla; Margarita Paneque Sosa, delegada institucional del CSIC en Andalucía y Extremadura; Rocío Ruiz, consejera de Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación de la Junta de Andalucía; Eulalia Pérez Sedeño, investigadora del CSIC y comisaria de la exposición; e Isabel Márquez, vicedirectora del Instituto de Astrofísica de Andalucía del CSIC y asesora de la exposición.
Con A de astrónomas se ocupa de temas como el sol, el sistema solar, la formación y evolución estelar, las galaxias, la cosmología y la instrumentación astronómica. La muestra permite aprender jugando a través de diversos módulos interactivos pensados para tocar y sentir. Estos incluyen materiales sonoros, vídeos o juegos de preguntas. Si Ágora recogía la vida de Hipatia de Alejandría, astrónoma, matemática y física nacida en el siglo IV, esta exposición hace lo propio con el trabajo de científicas como Aglaonike, que predecía eclipses de luna en la Grecia clásica; Caroline Herschel, que halló cometas y estudió las estrellas binarias en el siglo XVIII; o Vera Rubin, que descubrió la materia oscura en el siglo pasado.
Conocer la investigación de los diferentes cuerpos celestes, visitar observatorios y centros de investigación astronómica y escuchar o jugar con conceptos clave de esta ciencia son algunas experiencias que ofrece la muestra, que también incluye instrumentos de observación como los cuadrantes utilizados antes del siglo II o los telescopios espaciales como el Hubble, lanzado a finales del siglo XX.
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