El último año se suicidaron en España 3.679 personas según las cifras oficiales del Instituto Nacional de Estadística. Fueron un 3% más que el año anterior, pero tan sólo el 5% de quienes lo intentaron. Porque los expertos estiman que por cada persona que consuma el suicidio, son 20 las que lo intentan. Un tema del que aún se habla menos que de los suicidios y que tiene consecuencias tanto a nivel sanitario como económico o familiar.
Ya de por sí, el suicidio es considerado aún un tabú por los expertos, que coinciden en que falta información y recursos para tratar una "de las principales causas de muerte". Así lo ha definido hoy Enrique Baca, psiquiatra de la Fundación Jiménez Díaz e investigador de la Universidad Autónoma de Madrid. El experto ha advertido de la dificultad para definir el suicidio, para su diagnóstico y de la falta de datos que permitan evaluar correctamente el problema. "No pensemos solo en suicidio como las personas que fallecen. Están los intentos de suicidio, muchos de los cuales requieren asistencia sanitaria y que traen consecuencias para la salud de la persona", ha afirmado.
Baca ha alertado además de que la consecuencia del suicidio va más allá del plano individual: "Los especialistas sabemos que el impacto del suicidio deja huella, una huella que a veces trasciende generaciones".
El experto, que ha participado en la VII Jornada sobre Vigilancia de la Salud Pública de la Sociedad Pública de Epidemiología, ha expuesto también lo paradójico del suicidio. "Los intentos de suicidio son mucho más frecuentes en mujeres, mientras que se consuman más en hombres. Y mientras que es una de las más importantes causas de muerte en jóvenes, el suicidio es más frecuente en personas mayores".
De hecho, según los datos expuestos en la jornada por Isabel Noguer, directora del Centro Nacional de Epidemiología del Instituto de Salud Carlos III de Madrid, el suicidio es la segunda causa de muerte en jóvenes de 15 a 24 años tras los accidentes de tráfico, la primera en hombres de 25 a 44 y la segunda en mujeres de esa franja de edad tras el cáncer de mama.
España es, no obstante, uno de los países europeos con menor tasa de suicidio, entre 6/7 por cada 100.000 habitantes en 2013 frente a los 11,7 de la media europea de los 28. Unas cifras que en las últimas décadas han aumentado ligeramente aunque expertos como Baca, advierten de la disparidad de los datos. "En algunos países o regiones como África, la información no es fiable, por lo que no disponemos de información global".
Algunas ideas con las que trabajan los expertos se basan, de hecho, en extrapolaciones de datos de otros países. Baca ha expuesto en la SEE algunos estudios estadounidenses para evaluar el alcance, por ejemplo, de las ideas suicidas. "Según un estudio realizado en Estados Unidos, hasta el 2% de la población presenta ideas suicidas en algún momento de su vida. Un porcentaje que sin embargo en otras fuentes llega hasta el 20%", ha explicado el psiquiatra, que lleva años estudiando el suicidio.
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Su equipo de investigación también ha tratado los factores que interfieren en la conducta suicida y ha concluido la menor influencia de factores biológicos y genéticos, la mayor influencia de los factores clínicos (como agresividad, impulsividad y trastornos de la personalidad) y sobre todo de las experiencias vitales. "Son muy importantes, sobre todo, los problemas interpersonales y de pareja, los estilos de vida, conflictos y aislamiento social", ha añadido.
Por ello, los expertos reunidos por la SEE han incidido en el potencial de las acciones encaminadas a la prevención del suicidio. Ana Gandarillas, del Grupo de Trabajo de Vigilancia en Salud Pública de la SEE, incide en que el suicidio es una de las prioridades dentro de la vigilancia de la salud mental: "Reivindicamos que se destinen más recursos, atención y que se estructure la vigilancia de la Salud Mental a través de una estrategia de Salud Pública". El Ministerio de Sanidad está preparando, a través del Consejo Interterritorial de Salud, una nueva estrategia en este sentido y que los expertos esperan pueda solucionar el problema de la salud mental, "que es la gran olvidada de la salud pública en España", lamenta Gandarillas.
El factor internet y redes sociales
En los último años, uno de los ámbitos donde se puede monitorizar la conducta suicida es en internet. Algunos estudios han mostrado la interrelación entre la actividad online y las conductas suicidas. "Un estudio italiano demostró que cuando aumentan las búsquedas en google de términos relacionados con el suicidio, a los pocos días se ve un aumento de la incidencia", explica Baca, quien añade que son especialmente Japón y Corea los países que más han estudiado esta incidencia. "Allí se vio cómo cuando una comunidad aumenta sus conversaciones sobre el suicidio, tiene una correlación en tasas de suicidio".
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Esto deja, a juicio de Baca, dos oportunidades a nivel de abordaje. "Por un lado en tratamientos, un área que aún no se ha explorado, pero muestra un camino de posibles vías de terapia. Por otro, el uso de los datos para actuar en consecuencia, a nivel de detección y prevención", concluye.
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