Es su segunda legislatura y su quinto chupinazo como alcalde. Entre su primer mandato y el que estrenó el pasado día 15 de junio han pasado cuatro años y un gobierno de EH Bildu. Enrique Maya sabe que este 6 de julio es especial. No sólo por ser una jornada singular para todos los pamploneses y los miles de visitantes que hoy abarrotarán la plaza consistorial, sino por el clima político en el que se celebra; recién estrenado relevo en el Consistorio entre Bildu y Navarra Suma y el previsible cambio en el Gobierno Navarra a cargo del PSN, en detrimento de NA+, y con el apoyo indirecto de EH Bildu.
Maya ha prohibido que se puedan introducir en la plaza banderas de grandes dimensiones. Es un intento por evitar que se repita la presencia de ikurriñas de grandes dimensiones promovida por su antecesor, Joseba Asirón, en años pasados. Maya está convencido de que habrá enseñas vascas -se ha convocado una marcha en apoyo a la ikurriña- pero confía en que al menos no se ponga en peligro la seguridad en un evento de la envergadura del chupinazo.
En víspera del inicio de las fiestas, el alcalde de Pamplona no oculta que en realidad existen 'dos Pamplonas', la nacionalista y la foralista pero que confía en que puedan convivir. Tras sus primeros gestos, convertida en una declaración de intenciones -la recuperación de la Avenida del Ejército y el retrato del Rey en el Salón de Plenos- Maya prepara ya otro: la recuperación del escudo borbónico de la entrada del Consistorio. También se cuestiona erradicar la referencia a la "represión policial" que figura en la placa que recuerda a Germán Rodríguez, víctima de los graves incidentes ocurridos en los Sanfermines de 1978.
Se compromete a gobernar para quienes respeten el Estado de Derecho, a situar como prioridad a las víctimas del terrorismo y hacerlo sin "utilizarlas" y a aprender a convivir con un Gobierno foral, que salvo sorpresa presidirá María Chivite. Y afirma que ni abrirá cajones ni levantará alfombras de sus predecesores: "Estoy convencido de que no encontraré nada".
Pregunta.- Estos ‘Sanfermines’ llegan después de apenas tres semanas de regresar a la alcaldía y tras cuatro años de Gobierno de EH Bildu en los que los chupinazos se han escrito con pulsos por la ikurriña. Usted ha prohibido que se introduzcan enseñas de grandes dimensiones. ¿Está preocupado por la posible tensión?
Respuesta.- No estoy especialmente preocupado. Quien debería estarlo son quienes estén pensando en no asumir las reglas democráticas. Si alguien quiere generar una tensión especial o inseguridad en el chupinazo introduciendo banderas de gran tamaño y eso genera situaciones de riesgo, no por ser la ikurriña sino por ser una bandera descomunal, como a veces han hecho, habrá que tratar de evitarlo. Lo haremos siempre desde la proporcionalidad, nunca vamos a generar un problema de mayor alcance. La policía sabe cómo actuar. Están las cámaras, las fotos y los jueces. El mensaje a los ciudadanos es que quien quiera conseguir en la pancarta lo que no ha conseguido en las urnas y lo quiera hacer de modo violento pasará a disposición judicial, se le aplicarán las penas correspondientes y ya está. Yo creo en el Estado de Derecho y lo voy a aplicar siempre.
P.- Usted ha esgrimido en razones de seguridad pública la prohibición, pero muchos pamploneses ven detrás un ataque a su derecho a expresar su sentimiento con la ikurriña…
R.- Es curioso. Dices que no se pueden introducir banderas de gran tamaño y sale Bildu diciendo que quiero evitar la ikurriña. Eso quiere decir que tienen claro que quieren meter la ikurriña de gran tamaño en el recinto. Nadie más ha protestado. Son ellos los que están apareciendo como los que van a intentarlo. Estoy seguro de que lo van a hacer, que habrá ikurriñas. La ikurriña es la bandera de Euskadi y todo el mundo tiene derecho a poner en su casa la bandera que le parezca oportuna. Al chupinazo que vengan con sus banderas de pequeño tamaño.
P.- Una hora antes del chupinazo hay convocada una marcha de apoyo a la ikurriña. ¿Teme que se caldee el ambiente?
R.- Quieren que haya lío, por eso preparan todo, para que haya lío. Hacen esa concentración para entrar en una cuña masiva a presión en un lugar donde puede haber riesgo de seguridad. Son unos irresponsables absolutos, son ellos los que quieren que empiece con tensión la fiesta y quieren acabar introduciendo una bandera que tape una gran parte de la plaza, que casualmente es la ikurriña. Son ellos los que quieren crispar y crear un ambiente que la inmensa mayoría no quiere. Mi responsabilidad es intentar que no ocurra nada que afecte a la seguridad.
P.- Más allá de las necesarias llamadas de unos ‘Sanfermines’ en paz y respeto hacia los demás, ¿hay algún mensaje singular que le gustaría trasladar la mañana de este 6 de julio?
R.- Diría que estamos en un momento especial, es la primera vez en la historia de Pamplona que un alcalde de Bildu ha dejado de serlo. Coincide que el alcalde de antes de Bildu vuelve a serlo. Los que tengan ganas de no aceptar ese resultado electoral, que lo asuman. Hay que ser maduros. Los que siempre han generado la tensión han sido ellos. Cuando llegaron a la alcaldía nadie salió a la calle a presionar. Deben respetar el cambio de gobierno y todos debemos disfrutar las fiestas. Deben ser conscientes de que Pamplona va a estar en el punto de mira de toda España. Es un momento muy especial y Navarra es la joya de la corona, debemos transmitir un mensaje de tranquilidad.
Estoy seguro que habrá ikurriñas. Tienen derecho a ponerla en su casa pero al chupinazo sólo podrán venir con ikurriñas pequeñas"
P.- La inmensa mayoría de los alcaldes se comprometen a ser “alcalde de todos” cuando toman posesión del cargo. ¿Cómo convencería usted a quienes no le han votado de que también gobernará pensando en ellos?
R.- La mejor manera de ser el alcalde de todos es que aquellos que quieren imponer a los demás una cosa no lo hagan. Yo no podré ser el alcalde de un ciudadano que vota a Bildu si aplaude que nos agredan, así nunca podré ser su alcalde, o si defiende que se incumpla la legalidad para colocar la ikurriña en el balcón. Mi trabajo no es ceder ante determinadas cuestiones para ser alcalde de todos, sino que en las cuestiones que pueden ser más políticas de gestión, abrir el terreno de juego para alcanzar acuerdos.
P.- ¿Hay dos Pamplonas? En ocasiones da la impresión de que la Pamplona nacionalista y de izquierdas poco o nada se parece a la Pamplona de derechas y más foralista.
R.- Pamplona es así, no sé si dos. En el día a día no se percibe esa bipolaridad, esa tensión, pero es real y se ve en las elecciones. Hay un bloque Bildu y Geroa Bai y luego estamos nosotros y el PSN, que tradicionalmente ha hecho de rótula. Sí creo que existe esa tensión. Se manifiesta en San Fermín, por ejemplo. Por un lado, muchos ciudadanos sienten que ETA ya no está y eso produce tranquilidad, pero es que luego los que defienden políticamente lo mismo que ETA defendía con las armas sí están. La percepción que tengo yo y gente que conozco es que ‘han ganado’… ven que ETA desaparece pero que sus herederos políticos que no condenan a ETA, siguen jaleando presos de la banda, siguen con la presencia impositiva de que te increpan en la calle, etcétera. Vamos, que siguen ahí. Eso es lo que divide.
P.- Vamos, que la fractura en Pamplona no es derecha-izquierda, sino nacionalismo-no nacionalismo…
R.- Ese debate derecha-izquierda no crispa, es el otro debate el que lo hace. A eso sume el tema Navarra-Euskadi, gente que te dice que ‘nos van a llevar y no queremos ser Euskadi’. La suma de los herederos de ETA y la posible anexión de Navarra a Euskadi es la que define las dos Pamplonas.
P.- Cuando fue nombrado alcalde salió del ayuntamiento entre vítores de unos e insultos de otros. ¿Qué le dicen estos días en la calle?
R.- Es mayoritario, de 100 a 1, el apoyo. Están los muy eufóricos por haber vuelto, los contentos pero expectantes, los que no te han votado pero confían en ti y los que jamás me apoyarán. La gente está muy harta del cuatripartito y haber recuperado la alcaldía para muchos ha sido un alivio. Hay cierta sensación de liberación. Los que te critican hay que aceptarlo, son minoría. Ahora hay mucha expectativa e ilusión, eso te genera una gran responsabilidad. A los que no les guste lo que hagan sólo les pido que respeten las formas. A mi jamás se me ocurriría insultar a nadie.
No se me ocurre decir que voy a abrir cajones y levantar alfombras, como hicieron ellos. Estoy convencido de que no encontraré nada"
P.- ¿Qué ayuntamiento se ha encontrado cuatro años después de abandonarlo y tras el paso de un gobierno municipal de EH Bildu?
R.- Me encontré un área de alcaldía vacía. Creo que fue una directriz política. En el resto de áreas la transición estuvo bien llevada. Aquí no había ni personal ni medios, nada. Fue como un mensaje del alcalde saliente de que tendría poca colaboración. Me sorprendió.
P.- ¿Se ha encontrado alguna sorpresa?
R.- No, tampoco me las esperaba. Cuando yo salí en 2015 ellos airearon que levantarían alfombras para descubrir no sé qué. Cuatro años después se ha visto que era pura demagogia. A mí no se me ocurrirá decir que voy a abrir los cajones y mirar las alfombras. Estoy convencido de que no voy a encontrar nada. Desde el punto de vista económico y ético, no tengo dudas de que los expedientes están controlados por los funcionarios. No tengo ninguna sospecha de encontrar nada.
P.- Lo que sí ha hecho es revertir inmediatamente decisiones muy simbólicas, como recuperar el nombre de la Avenida del Ejército o el cuadro original del Rey y no el ‘miniretrato’ que colocó Asirón. ¿La urgencia en la decisión es un mensaje de por dónde va a ir su mandato? ¿Habrá más medidas simbólicas como ésta?
R.- Quiero representar un ayuntamiento que respeta los símbolos y las instituciones propias y del Estado. No hay derecho a estar jugando por política con el retrato y el tamaño del retrato, que cambiaron por uno más pequeño. No he ido a eliminar todo lo que han hecho. Lo de la Avenida del Ejercito fue una ‘alcaldada’ para decir que no querían ejército. Pusieron el nombre de la Reina de Navarra anterior a la unión con Castilla (Catalina de Foix). Ya dije que volvería a ponerle el nombre del ejército por reconocimiento a su labor por la paz.
P.- ¿Veremos más gestos similares?
R.- Alguno estoy valorándolo. El escudo borbónico que estaba en el zaguán del Ayuntamiento, réplica de el del Salón de Plenos, quiero recuperarlo. Cuando alguien entre y vea el escudo sabrá qué ayuntamiento tenemos, uno que respeta los símbolos. Esa labor hay que hacerla bien, no lo haré deprisa y corriendo. Sin ser un talibán de cambiar todo lo que hicieron, creo que hay cosas que son importantes, como las banderas que no estaban en el despacho del alcalde y que he recuperado. Representan quiénes somos; Pamplona, Navarra, España y Europa.
Quiero recuperar el escudo borbónico para el zaguán del Ayuntamiento, que al entrar se sepa a qué ayuntamiento se accede"
P.- En su discurso de investidura tuvo un recuerdo especial hacia las víctimas del terrorismo. En la oposición ustedes denunciaron que se las ofendía con muchas decisiones y actos desde el entorno abertzale. ¿En que se materializará ese respeto hacia ellas: placas, calles, homenajes…?
R.- Básicamente en que estaremos constantemente en contacto con ellas. Cada víctima, cada familia, puede tener una visión diferente de cuál quiere que sea el papel del ayuntamiento. No todas quieren placas, por ejemplo. Lo que no voy a hacer es política con las víctimas. Ya he tenido contactos con personas de una asociación de víctimas y me han transmitido que hablemos con cada una de ellas y llegar hasta donde deseen. Haremos lo que ellas quieran, desde el reconocimiento absoluto a ellas. Voy a huir de la foto, de intentar utilizar para nada a nadie, es lo último en lo que quisiera caer. La idea de las placas la tengo, pero sólo si cada una de las víctimas quiere.
P.- ¿Los homenajes a presos de ETA estarán prohibidos y perseguidos en Pamplona?
R.- Nosotros los condenaremos y trabajaremos para ponerlos a disposición de los jueces cuando veamos que puede ser apología del terrorismo. En esto seremos implacables. Lo rechaza la inmensa mayoría de los pamploneses. Produce un enorme dolor a las víctimas, aparte de ser una inmoralidad absoluta.
P.- La izquierda abertzale, que lidera la oposición, reclama también memoria para las víctimas de los excesos policiales o de la ‘guerra sucia’. ¿Se tratará igual a todas? ¿Habrá placas para ellas?
No voy a hacer política con las víctimas, voy a huir de la foto. Haremos lo que ellas quieran"
R.- No puedo equiparar a los asesinos de ETA con las actuaciones policiales encaminadas a acabar con los asesinatos de ETA. Si ha habido abusos o alguien se ha pasado, eso hay que reconocerlo, se está haciendo. No soporto esa permanente referencia a “todas las víctimas” y a que hay víctimas de uno y otro bando. Aquí ha habido unos asesinados y unos asesinos, no se puede equiparar.
P.- Pero reconoce que también existieron esas víctimas…
R.- Yo he dado pasos para reconocer a las familias de fusilados en la guerra y durante la dictadura. No tengo problema en reconocer esas víctimas. Públicamente también he reconocido que podría haber dado pasos antes en ese reconocimiento, pero los hemos dado y tenemos que seguir dándolos. Pero no me vale que siempre que hablamos de ETA se ponga la coletilla de “y todas las demás violencias”. Le diré una cosa, hay una cosa que voy a analizar seriamente. Me han llegado quejas por el monumento de los San Fermines de 1978 por Germán Rodríguez –un joven que murió en unos graves incidentes ocurridos en las fiestas de ese año- en el que hay una frase que habla de que es víctima de la represión policial. Eso lo vamos a analizar. A algunos les ha molestado ese texto, esa referencia a la represión policial. Se dan por hecho cosas que no están tan claras.
P.- Otro de los elementos que ha suscitado división en estos años ha sido el Monumento a los caídos, donde estaban enterrados los generales Mola y Sanjurjo. ¿Qué quiere hacer con ese monumento? ¿Redefinirlo? ¿Derruirlo? ¿Mantenerlo como está?
R.- Es un monumento a los caídos de un lado de la guerra. Hay unanimidad en que ese monumento debe representar a todas las personas que sufrieron la violencia en la guerra civil y con un reconocimiento a los asesinados y torturados del bando republicano. Eso nadie lo discute. Lo que ocurrió entonces merece la crítica y el recuerdo a las víctimas. Pero de ahí a decir que ese monumento olvida a la mitad de los ciudadanos y hay que derribarlo por significar el triunfo del franquismo... Es ilógico. Es un edificio catalogado. Debe recordar para qué se hizo, qué ocurrió para evitar que se repita una guerra y una represión, un edificio con memoria, accesible para todos. Puede ser un lugar para el recuerdo de sus asesinados y represaliados durante la guerra.
P.- Navarra Suma no tiene mayoría en el Ayuntamiento. ¿Se apoyará en el PSN? ¿Hay opciones para entenderse con el resto?
R.- Con Bildu ninguna, nos separa una sima. Aún deben dar un montón de pasos. El PSN será el interlocutor preferente, pese a la situación compleja que supone que el Gobierno de Navarra, según parece, será del PSN. Se generará una situación singular, nos apoyaremos en el PSN en Pamplona y en cambio los socialistas han excluido a Navarra Suma de sus negociaciones. Es una situación compleja. Con Geroa Bai, que es nacionalista, pero más sensato que Bildu, creo que tendremos una relación, aunque habrá que ver. Si sueltan amarras con Bildu en temas estratégicos hablaremos con ellos con normalidad, si no, no habrá nada que hablar.
P.- ¿Cuál es su relación con María Chivite, la probable presidenta de Navarra, con la que el Ayuntamiento de Pamplona está llamado a entenderse? ¿Habrá buena cohabitación?
R.- Mi relación es más directa con Maite Esporrín y el grupo municipal. Con el PSN tengo una relación cordial con mucha gente, yo llevo toda la vida en el ayuntamiento y las relaciones en lo personal son exquisitas y en el debate político muy francas. Con María Chivite tengo una relación menor por no haber trabajado tanto con ella.
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