Pablo Iglesias exige entrar en el Gobierno como condición indispensable para permitir la investidura de Pedro Sánchez la próxima semana. El secretario general de Podemos pide entrar personalmente en el Consejo de Ministros y el presidente en funciones ha asegurado a su Ejecutiva este jueves que Iglesias pidió expresamente la vicepresidencia del Gobierno, entre otros cargos.
Podemos ha cambiado mucho en cinco años, desde su irrupción nacional en las elecciones europeas de 2014. Tanto que las posiciones estratégicas que defendía entonces y las que defiende hoy son prácticamente antagónicas. Un ejemplo claro es el libro que el propio Iglesias escribió en 2015, antes de su primera participación en unas generales (Una nueva Transición, Akal), en el que, entre otras cosas, analizaba lo siguiente sobre qué significaría entrar en minoría en gobiernos controlados por el PSOE:
"Un Podemos con la fuerza suficiente para exigirle al PSOE dos ministerios importantes y entrar en el Gobierno podría ser algo que nos diera experiencia de gobierno, pero nos destruiría electoralmente. Igual que para el PSOE entrar en un Gobierno con nosotros sería terrible. Y votar a favor de ellos en una investidura nos haría muchísimo daño", escribía Iglesias en la página 115 del texto, tal y como ha recordado hoy el periodista José Antonio Zarzalejos.
Esa estrategia que, según el Iglesias de 2015, "destruiría electoralmente" a su partido, es la que persigue ahora con tanta insistencia como para asumir el coste de una repetición electoral en el que el consenso de las encuestas es que Podemos se hundiría más todavía que en las generales de abril de este año. Y al revés: entrar en el Gobierno con ministerios "importantes" es visto ahora como la tabla de salvación para un partido tocado especialmente tras el derrumbe de las últimas municipales y autonómicas.
El volantazo de Iglesias, sin embargo, no es nuevo. De hecho, los postulados maximalistas que mantenía en su libro de 2015 duraron pocos meses, los que tardó en salir en la famosa rueda de prensa en la que se autoerigió vicepresidente del Gobierno, reclamó el control del CNI y otros ministerios capitales dentro del Ejecutivo que entonces aspiraba a pactar, también con Pedro Sánchez, tras las generales de 2015.
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