Eduardo García Llama es físico e ingeniero aeroespacial de la NASA. Trabaja en el programa Orión, la nueva nave espacial que desarrolla la agencia estadounidense y que es parecida al Apolo 11. De la pasión por su trabajo y el espacio nace su motivación para escribir Apolo 11 (Crítica), un detallado volumen sobre la aventura humana y técnica de la misión que hace ahora 50 años consiguió llegar a la Luna y volver.
Estos dos ejes, el aspecto técnico de la misión y el humano, vertebran su relato sobre el Apolo 11. La parte técnica de la historia ha sido un reto para este ingeniero que se ha esforzado en traducir la parte técnica de esta odisea espacial para los que no estamos familiarizados a ella.
“Siempre se han visto los aspectos técnicos del mundo espacial como algo muy alejado del ámbito de conocimiento de la gente. De forma inconsciente han sido colocados como algo que no se alcanza a comprender. Yo he querido llevar la dirección contraria, porque esta historia es una historia humana. De seres humanos, de experiencias humanas, que tiene cuestiones técnicas que son fascinantes, y esto es lo que he querido acercar al público. Que la gente se impregne de esa fascinación que yo siento”, explica el ingeniero a El Independiente.
“En el libro hago énfasis en algunos aspectos técnicos que ofrezco de manera divulgativa, con apuntes interesantes para gente que quiera saber más, pero donde pongo el acento es en la parte humana. En quiénes eran esos protagonistas, cuáles eran sus circunstancias vitales, su pasado profesional, cómo se llevaban entre ellos y que experiencias habían vivido”.
Este complemento con información sobre los tres héroes de esta historia es clave para comprender el alcance de lo logrado por Neil Armstrong, Buzz Aldrin y Michael Collins. Para García Llama la hazaña de estos tres estadounidenses tiene muchas lecturas.
Por una parte destaca que la humanidad fue testigo de “una historia heroica, una de esas narraciones como las del mundo heleno, que sólo se podían contar de manera oral y luego han pasado a ser escritas. El Apolo 11 sigue el esquema de una gesta como las clásicas, pero fue una gesta seguida por el público de todo el mundo, que se contagió por ella”, explica.
Como toda gesta heroica, la del Apolo 11, también tiene una enseñanza que es, según el ingeniero, “darnos a conocer la abundancia de nuestro potencial como seres humanos. Contestar a esa pregunta que muchos filósofos consideran la cuestión de las cuestiones: ¿Cuál es el papel del ser humano en el universo? Cuando ves a Armstrong bajando por la escalerilla del módulo lunar, él es el representante de toda la humanidad”, añade.
Esta es la lectura antropológica de esta hazaña que ahora cumple 50 años: “La razón por la que es fascinante es porque la gente se ve reflejada a sí misma, con ese potencial”.
La otra lectura que hace García Llama engrandece todavía más, si cabe, la misión del Apolo 11, la lectura histórica: “Es un suceso histórico que no tiene parangón con nada anterior, ni con nada posterior. Fue la primera vez dos seres vivos, en este caso homo sapiens, fueron capaces de vivir en un mundo distinto del suyo, donde se ha desarrollado su evolución. Eso no puedes compararlo con ningún otro hecho histórico. Sienta un precedente que nunca será superado porque ya nadie podrá pisar otro cuerpo celeste distinto de la Tierra por primera vez”, asegura.
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