Tras huir de Venezuela, Josué aterrizó en España en 2018 y empezó a repartir comida a domicilio pedaleando sin descanso. Siete días a la semana. Algunas jornadas de doce y trece horas. "Ganaba 175 euros cada quince días. Menos de 400 euros al mes", recuerda resignado este rider en una conversación con El Independiente.
De lunes a miércoles son los días de menos trabajo: cinco o seis horas"
El reparto de comida a domicilio está viviendo un boom en España. Just Eat, Uber Eats, Glovo y Deliveroo son las principales empresas de "delivery" y miles de chavales intentan ganar un dinero llevando pizzas, hamburguesas y demás platos a las casas de los clientes. Con bici, moto o incluso andando, los repartidores se llevan un porcentaje de cada venta. Pero en un negocio pendiente todavía de una regulación -esta semana hubo una sentencia contra Deliveroo-, las condiciones son muy desiguales. Y más cuando en la ecuación entran inmigrantes latinos que llegan a España en busca de oportunidades.
Josué, por ejemplo, decidió cruzar el Atlántico para olvidarse de Nicolás Maduro y empezó a trabajar para Glovo. Como no tenía papeles a su llegada, tuvo que alquilar la licencia de otro venezolano, una práctica bastante habitual. "En esa época perdía un 30 por ciento por la licencia más el 21 por ciento de IVA. Puedes trabajar doce o trece horas al día. Y cuando comencé con la bicicleta ganaba 175 euros quincenales. Es muy, muy poco".
Los lunes, martes y miércoles son los días con menos demanda de comida a domicilio. "Esos días uno puede trabajar cinco o seis horas. Pero de jueves a domingo las jornadas eran de más de diez horas", explica este venezolano, acogido por unos tíos suyos en el barrio de Arganzuela.
A pesar del paupérrimo sueldo que ganaba con la bicicleta, Josué logró ahorrar y se compró una motocicleta y empezó a ganar un poco más. Pero él insiste: "un poco más". "Con la moto ganaba como 300 euros cada dos semanas", señala Josué, aunque advierte que a eso hay que restar gasolina y el desgaste de las piezas de la moto.
Mejores condiciones cuando consiguió papeles
Cuando regularizó su situación, Josué se cambió de Glovo a Uber y empezó a cobrar más porcentaje por cada pedido. "Ahí ya sólo pagaba el IVA, pero llegó un momento en Uber en que estaba más tiempo parado que haciendo pedidos. Estaba siempre esperando y ahí decidí buscar algo de camarero y repartidos en un restaurante". La vida le va bastante mejor a Josué, pero espera que las condiciones de los "riders" mejoren pronto para que nadie pase por su situación.
"Queremos tener un contrato y que se nos reconozca porque el día de mañana no se sabrá cuántas horas trabajamos, si nos estrellamos o no o cualquier cosa", dice a El Independiente. "¿En caso de accidente qué pasa? ¿Los extranjeros que no tengan familia aquí qué hacen? Se quedan en el hospital hasta que les atiendan y luego no tienen cómo pagar la comida y el alquiler".
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