El 19 de abril de 2008, la primera ministra de Defensa, Carme Chacón, pasaba revista en pleno embarazo ante los militares españoles destinados en Afganistán. Un símbolo o una bofetada (o las dos cosas a la vez), su nombramiento ha hecho que a estas alturas el ascenso al mismo puesto de María Dolores de Cospedal extrañe ya a pocos.
Sin embargo, en cada ¡Viva España!, el sonido sigue siendo grave. Aunque la entrada de la mujer en el Ejército es posible desde 1988, sólo un 12,3% del personal al servicio de las Fuerzas Armadas eran mujeres al poco de llegar Chacón al ministerio 20 años después. En 2016, a punto de cumplirse tres décadas del hito, este porcentaje sólo ha aumentado en tres décimas, hasta el 12,5%.
Con todo, la tasa de participación de las mujeres en este ámbito en España es una de las más altas de Europa. Los datos que maneja el Ministerio de Defensa indican que la proporción de mujeres en el Ejército español es la mayor de la OTAN después de Francia (19%) y EEUU (14,5%). Le siguen Alemania (9,3%), Reino Unido (9%), Países Bajos (9%) e Italia (3%).
La situación es peor en el caso de la Guardia Civil, donde el 6,5% de los efectivos son mujeres, mientras que en la Policía Nacional esta proporción es del 15,6%. No obstante, este último cuerpo fue el primero en incorporar a la mujer, en 1979.
¿Por qué la proporción de hombres militares es tan abrumadora frente a la de las mujeres? La respuesta más rápida es la del machismo. Fuentes (masculinas) próximas al Ejército coinciden en que “las mujeres no interesan y se hace lo mínimo por integrarlas”. Mencionan cuestiones “morales”, pero acaban hablando de “machismo”. “Se arrastra mucho de ello y se piensa que las mujeres no rinden igual o que dan problemas", aseguran.
En este sentido, el secretario general de la Asociación Unificada de Militares Españoles (AUME), Jorge Bravo, asegura que nunca se han llevado a cabo “políticas expresas” para integrar a la mujer en el Ejército más allá de campañas de conciliación. Sin embargo, recalca, el Ejército es experto en “explotar muy bien los casos de mujeres militares incluyéndolas en todos los vídeos de captación”.
Del mismo modo, la secretaria de la Mujer e Igualdad de Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC), Eva González, afirma que se han reclamado cupos de acceso y promoción de mujeres en el cuerpo que nunca se han llegado a implantar. Como telón de fondo, afirma que "existe machismo en la Guardia Civil".
"Una institución como la Guardia Civil, militarizada, jerarquizada y altamente masculinizada, es por si misma una acto de machismo", añade, antes de recordar que "después de casi 30 años sólo existe una mujer Teniente Coronel".
Pero puede que no todo sea tan sencillo, que la realidad sea algo más compleja.
¿Son las mujeres las que no quieren dedicarse a la profesión?
Noruega es uno de los países con mayores niveles de igualdad entre hombres y mujeres. De hecho, fue el primer país europeo en dar entrada a efectivos militares femeninos, en 1985. Sin embargo, su ejército no se encuentra entre los primeros de la lista en lo que a tasa de participación de las mujeres se refiere.
El documental Lavado de cerebro. La paradoja de la igualdad de género, que fue emitido por la Cadena Estatal Noruega de Televisión (NRK), trata de entender por qué las mujeres no se decantan mayoritariamente por profesiones como la de ingeniero y plantea que puede ser al fin y al cabo una mera elección con una base incluso biológica.
Una de las conclusiones que extraía dicho documento es que las mujeres prefieren trabajos que supongan mayor contacto con otras personas y más basadas en las emociones, la justicia o la empatía que con la fortaleza física.
El Boletín de Personal al Servicio de las Administraciones Públicas que elabora el Ministerio de Hacienda señala, con datos a mes de julio de 2016, que en el caso de la docencia no universitaria dentro de las comunidades autónomas, había 157.960 hombres trabajando, menos de la mitad que las 372.659 mujeres. Del mismo modo, las instituciones sanitarias de la Seguridad Social empleaban a 362.352 mujeres frente a 126.950 hombres. Más aún, el servicio de enfermería español se reparte actualmente entre un 85% de mujeres y un 15% de hombres.
Todos estos datos vienen a replicar ese tradicional modelo en el que son las mujeres las que cuidan de los heridos de guerra, como en la serie de televisión M.A.S.H. de los años 70, y hacen pensar que La teniente O'Neil no se sentiría muy identificada en España.
En este sentido, Bravo afirma que “efectivamente también hay una deriva natural o cultural” detrás de las cifras. En la misma línea, la portavoz del Sindicato de Enfermería (Satse), Mar Rocha, admite que, además de un “entorno sociocultural que arrastra” hacia este esquema, también existe un “componente vocacional”.
Aunque también hay cosas que van cambiando en el ámbito sanitario. Por ejemplo, la profesión de médico, antaño feudo de los hombres, que eran los que podían estudiar en las familias, cada vez está más feminizada. Al mismo tiempo, cada vez más hombres acceden al puesto de matrones.
¿Es un problema de falta de información?
Pero incluso en estas lecturas caben matices. Según la responsable de Igualdad del Sindicato Unido de Policía (SUP), María Lina González, que ingresó en la policía en la segunda promoción de mujeres de la historia, éstas se interesan menos en entrar a formar parte de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado porque “tienen el concepto equivocado de que necesitarán la misma fuerza que los hombres”.
Es decir, que es normal que las mujeres no quieran ingresar en el Ejército, en la Policía o en la Guardia Civil si tienen una visión distorsionada de lo que les espera.
En esta misma línea, la secretaria de Igualdad y la Mujer de AUGC recuerda que "el esfuerzo físico la mayoría de las veces no es necesario"." Muchos compañeros solucionan los conflictos, incluso detenciones, sin tener que llegar a ejercer la fuerza física necesaria en la reducción", asegura.
“Somos distintas y de hecho las pruebas físicas de acceso en la Policía también son distintas y están hechas para que las mujeres también puedan superarlas”, explica Lina González, que recalca además que los hombres y las mujeres se pueden complementar. Una mujer nunca estará en un cuerpo de intervención sola, y además está demostrado que “son buenísimas en las tareas de investigación”.
Muchas mujeres no quieren ingresar porque piensan que lo que les espera es sólo un trabajo físico
Esta idea empieza a calar poco a poco en la Policía Nacional, donde el tiempo ha permitido que de 212 comisarios principales, dos ya sean mujeres. En este sentido, la portavoz de la Policía Nacional, Carolina González, señala que “es necesario que pase el tiempo para que las mujeres vayan ascendiendo en la escala”.
¿El problema es entonces la conciliación?
En lo que coinciden la mayoría de las fuentes consultadas es en que las mayores diferencias entre hombres y mujeres en estos entornos surgen cuando llega el momento de ascender, pero no por culpa propiamente de las estructuras, si no por el reparto de las tareas en casa.
Tanto la portavoz del SUP como la de la Policía Nacional admiten que las condiciones para promocionar en el cuerpo, por ejemplo, son las mismas para hombres y mujeres, pero recuerdan que, en el caso de que ello suponga un cambio de destino, las mujeres “se lo piensan más” porque suelen ser las que cargan con el cuidado de hijos o familiares dependientes.
Las mujeres “se lo piensan más” porque suelen ser las que cargan con el cuidado de hijos o familiares dependientes
¿Qué cabe esperar en el futuro? En el caso del Ejército, Bravo asegura que la proporción de mujeres entre las filas del Ejército aumentará, pero por un mero efecto estadístico. Denuncia que muchos militares varones irán dejando las Fuerzas Armadas cuando vayan cumpliendo 45 años, en virtud de los compromisos firmados. Algunos de ellos pasarán a lo que se conoce como reserva de especial disponibilidad y otros directamente al desempleo. Así, muchos hombres van a salir “por miles” del Ejército por esta vía y la proporción de mujeres aumentará de forma automática.
Por su parte, la portavoz de la Policía Nacional indica que “no hay distinción a la hora del ingreso, ni ningún tipo de discriminación” a estas alturas en los ámbitos de la seguridad del Estado y que lo que hace falta es “que pase el tiempo”. Pero recuerda que, entre debate y debate sobre la equidad, tal vez haya que dejar de esperar que la mujer acabe alcanzando un porcentaje del 50% y que la paridad acabe siendo completa. Al fin y al cabo, nadie considera necesarios planes para incrementar la presencia de los hombres en la enfermería.
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