Los históricos miembros de ETA, José Antonio López Ruiz, alias ‘Kubati’ y José Miguel Latasa Getaria, alias ‘Fermín’, volverán a sentarse en el banquillo de los acusados. Ambos se encuentran en libertad desde hace casi seis años pero en pocas semanas deberán responder ante la Justicia que les acusa del asesinato de dos guardias civiles en Aretxabaleta (Guipúzcoa), el 26 de julio de 1986. En un auto del 16 de septiembre, el juzgado de instrucción número 2 de la Audiencia Nacional confirma el cierre del sumario y dicta la apertura de juicio oral contra ‘Kubati’ y ‘Fermín’, de 66 y 70 años de edad respectivamente. A partir de ahora sólo resta que la Fiscalía y a las acusaciones que ejercen la familia de uno de los agentes asesinados y las asociaciones AVT y Covite presenten escrito de acusación.
De este modo se culmina una larga y compleja instrucción que se inició hace 31 años. El sumario 44/1988 se ha abierto hasta en cuatro ocasiones. En las tres primeras, en 1988, -dos años después del atentado-, en 1997 y en 2011, se cerró tras practicar algunas diligencias que no permitieron encontrar indicios suficientes para acusar a sus posibles autores. No fue hasta enero de 2017 cuando el sumario se reabrió por cuarta vez gracias a un informe elaborado por el Servicio de Información de la Guardia Civil. Permitió aportar pruebas relevantes que vinculaban a ‘Kubati’ y ‘Fermín’ con el atentado en el que fallecieron el teniente Ignacio Mateu Isturiz y el agente Adrián González Revilla, ambos integrantes del grupo Antiterrorista Rural (GAR).
La Audiencia Nacional ha dado por cerrado esta semana el sumario tras 31 años desde su apertura"
En esta última fase de instrucción se llegó a citar a declarar a ambos acusados, en junio del año pasado, tras lo que se les interpusieron medidas cautelares, como la retirada del pasaporte, la prohibición de viajar fuera de España y la obligación de personarse semanalmente ante un juzgado o una comisaría de policía.
Desde que abandonó la prisión, el 15 de noviembre de 2013, -tras 26 años privado de libertad-, López Ruiz ha ejercido como portavoz del colectivo de presos de ETA, el EPPK, y ha adquirido un significado protagonismo en las movilizaciones y reclamaciones de apoyo al colectivo de presos de la banda. Hasta ahora había cumplido condena por la comisión de 13 asesinatos, entre ellos los de Dolores Cataráin, alias ‘Yoyes’. También se le imputa la participación en otros 16 asesinatos frustrados.
Informe clave
Por su parte, Latasa Getaria, condenado a 477 años de cárcel, abandonó la prisión en diciembre de 2013. Al contrario que ‘Kubati, él se desmarcó públicamente de la violencia de ETA y ha mantenido una posición alejada del movimiento afín a la banda.
En marzo de 2018 López Ruiz fue detenido, junto a otros representantes de Sortu y del movimiento de apoyo a los presos ‘Kalera, Kalera’, acusado de un delito de enaltecimiento del terrorismo durante el homenaje que la izquierda abertzale dedicó en Lazkao (Guipúzcoa), en noviembre de 2017, a la miembro de ETA fallecida, Belén González Peñalba.
El caso ha sido abierto hasta en cuatro ocasiones. En 2017 un informe de la Guardia Civil aportó indicios clave"
El atentado del que se les acusa ocurrió el 26 de julio de 1986. En torno a las 6.40 de la mañana dos granadas cayeron desde la cercana ladera del monte Izturrieta, en el entorno del cuartel de la Guardia Civil de Aretxabaleta. 75 minutos después, un explosivo con temporizador explotó en el monte. Al acudir al lugar, los agentes Mateu Isturiz y González Revilla vieron dos tubos con los que se habrían lanzado las granadas. Al avanzar por un pequeño camino una bomba-trampa, que los terroristas habían ocultado, estalló matando a los dos guardias civiles.
Un informe elaborado por los investigadores de la Guardia Civil permitió en 2017 reabrir el caso. Tras analizar la información de la que se disponía se logró identificar las huellas de ‘Kubati’ y ‘Fermin’ en los tubos lanzagranadas. Junto a ello, un pormenorizado análisis del tipo de atentado, el material empleado y el periodo en el que ocurrió permitió vincularlo a los atentados perpetrados por el comando Gohierri-Kosta. Este comando de ETA actuó en Guipúzcoa entre 1984 y 1987. Entre sus integrantes figuraban ‘Kubati’ y ‘Fermín’.
El atentado de Ordizia
El día en el que se produjo el atentado que acabó con la vida del teniente Mateu Isturiz y el agente González Revilla en Aretxabaleta se perpetró otro acto terrorista de ETA. Ocurrió tres horas antes a sólo 47 kilómetros de distancia, en Ordizia. En ambos casos sus autores emplearon lanzagranadas. En el caso de Ordizia, pasadas las 03.00 horas de la madrugada varias granadas cayeron en el interior y alrededores del cuartel de la Guardia Civil de la localidad guipuzcoana provocando tres heridos leves.
En este caso, ‘Kubati’ sí reconoce su autoría pero no en el del atentado de Aretxabaleta, al que asegura que no le pudo dar tiempo de participar al encontrarse en Ordizia. Por el atentado de Ordizia los miembros del comando Gohierri-Kosta fueron condenados.
'Kubati' niega su participación al coincidir el atentado de Aretxabaleta con otro en Ordizia en el que participó"
Es esta circunstancia la que esgrimen sus defensas para asegurar que no pudieron haber intervenido también en la preparación del atentado que con un escaso margen de tiempo y a cierta distancia se produjo en Aretxabaleta. El informe de la Guardia Civil, sin embargo, concluye que es “compatible espacial y temporalmente” que los miembros del mismo comando fuesen los autores de ambos atentados, el de Aretxabaleta y el de Ordizia.
Respecto a la aparición de sus huellas dactilares en los lanzagranadas de Aretxabaleta, ‘Kubati’ afirmó en su declaración ante el juez que era él quien repartía material a otros comandos de ETA y por eso hay huellas dactilares en los lanzagranadas investigados. Ante el juez declaró que comenzó a preparar el atentado de Ordizia en torno a 23.00 horas de la noche y que terminó alrededor de las tres de la mañana. Detalló que posteriormente contactaron con Latasa Getaria para darle el mando que debía activar el dispositivo y que una vez hecha la entrega se marchó a su casa. Subrayó que fueron andando hasta Ordizia, con frecuentes paradas para evitar ser vistos y que la instalación del dispositivo explosivo les llevó mucho tiempo.
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