Las encuestas dibujan el 10 de noviembre un resultado muy similar al del 28 de abril, pero la convocatoria electoral ya ha provocado grandes cambios en el escenario político. Antes de llegar a la campaña propiamente dicha, que empieza el 1 de noviembre, Pedro Sánchez ha alcanzado uno de sus objetivos: zafarse de Podemos y de los independentistas catalanes para poder gobernar. «Creo que los partidos políticos cambiarán su actitud y también sus estrategias posteriormente", confesó el 26 de septiembre en una entrevista con la CNN en Nueva York.
El entrevistador le preguntaba por el «riesgo» que asumía con una repetición electoral que tiene visos de variar poco el resultado de las del 28-A, con «votantes totalmente desilusionados» y la amenaza de una importante abstención. «Por tanto, ¿cómo intenta comprometerles, que ha cambiado este año con respecto al anterior?», le inquirió.
«En este caso, ante todo, creo que vamos a movilizar a más personas en favor del proyecto político que defiendo y que represento, y después porque creo que los partidos políticos cambiaran su actitud y también sus estrategias posteriormente», reconoció Sánchez.
El giro de Albert Rivera, que este sábado ha levantado el veto a negociar con Pedro Sánchez -eje de su campaña en primavera-, se suma al aumento de las voces en el PP que abogan por un gran pacto de investidura con los socialistas que evite una nueva situación de bloqueo. Esa posibilidad -la abstención de dos de los tres grandes partidos- era uno de los anhelos del presidente, que el 28-A no se resignaba a repetir la alianza parlamentaria de la moción de censura que tumbó sus Presupuestos en febrero porque los independentistas anteponían la cuestión catalana a la gobernabilidad de España.
Antes de sufrir de nuevo ese desgaste, Sánchez optó por repetir las elecciones, en una jugada arriesgada que ha generado temores incluso dentro del PSOE. Un mes antes de que se abran las urnas, el candidato socialista ha conseguido el objetivo de abrir el abanico de posibilidades para pactar investidura y leyes. Desde el 28 de abril sólo podía negociar con Unidas Podemos una suma de fuerzas que no alcanzaba la mayoría absoluta, por lo que seguía dependiendo del apoyo de ERC para aprobar sus proyectos. El giro de PP y Cs acaba con esa limitación, que sólo podía conducir a un Gobierno inestable y breve.
Sánchez ha cumplido esa aspiración, pero ahora le queda mejorar el resultado, continuar como primera fuerza política a bastante distancia de la segunda e impedir que PP, Cs y Vox puedan sumar mayoría el 10 de noviembre.
Si lo logra, Sánchez podrá acometer su plan de gobernar con geometría variable y pactar medidas sociales con las fuerzas de izquierda y las económicas con las de derecha en un periodo que se aventura delicado por la ralentización de la economía, el Brexit, los aranceles estadounidenses y el desafío independentista catalán.
Ante la sangría de votos que señalaban todas las encuestas por su veto a Sánchez, que también le ha costado una crisis interna en el partido y el abandono de destacados dirigentes de la formación, Albert Rivera intentó cambiar el rumbo y ofrecer a Sánchez la posibilidad de negociar la investidura antes de que se convocaran las elecciones. Comprobada la buena acogida de ese golpe de efecto, el líder de Ciudadanos ya levanta directamente el veto al presidente en funciones, con el que no ha querido sentarse a conversar en Moncloa cuando le ha invitado, como sí hicieron Pablo Casado (PP) y Pablo Iglesias (Podemos).
El líder populista y su Ejecutiva siguen en shock por la deriva de los acontecimientos, ya que estaban convencidos de que Sánchez doblaría el brazo a última ahora para no arriesgarse a perder la Moncloa en unas elecciones. En pleno proceso de asunción de esa realidad -que no entrarían en el Gobierno- llegó el impacto de la candidatura de Íñigo Errejón, una amenaza que tampoco se tomaban en serio.
Unidas Podemos y Más País ven amenazados sus discursos electorales y su protagonismo en la formación de Gobierno con el giro de Ciudadanos y el PP. De hecho, sus líderes han sido los primeros en reaccionar y en mostrar su malestar por la posibilidad de quedarse fuera de juego en la negociación de la futura investidura.
Íñigo Errejón había justificado la aparición de su candidatura precisamente en el fracaso de Podemos a la hora de negociar la investidura de Sánchez. El bloqueo político es el motivo del nacimiento de Más País, según sus dirigentes, por lo que la ruptura de ese bloqueo les supone un torpedo en su razón de ser electoral. Ahora tendrán que cambiar de estrategia.
También tendrá que modificar el corazón de su campaña el PSOE, que presentaba al resto de partidos como el principal problema para que España tenga un Gobierno estable. Retirado el veto de Rivera y con el PP abierto a alcanzar acuerdos, Pedro Sánchez tendrá que presentar propuestas en la campaña que vayan más allá de representar la única opción viable para romper el bloqueo político y defender a España, mensaje que reitera hasta ahora.
Además, la reacción de Rivera para defender su espacio en el centro político, retomando su apuesta por el reformismo, dificulta la estrategia de PSOE y de PP de crecer ambos por ese centro aprovechando la debilidad electoral que todas las encuestas atribuyen a Ciudadanos.
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