Pedro Sánchez reparte PER en Jaén y ya suenan por ahí las “pitas, pitas” que decía Esperanza Aguirre, señora de cocinera con gallina viva. Sánchez reparte y promete según necesidad, a los pensionistas les promete pensión y a los pobres les promete pobreza. Aliviada, pero pobreza. Como todo el socialismo andaluz o universal. Aun así, yo no puedo hablar de mi gente como animales de cebo, que lo eran para la marquesa del chotis y lo son para Sánchez igualmente. Al lugar de la pobreza se puede venir con desprecio y se puede venir con limosna. Al final, ni la casta aciaga de los marqueses de zahón y casino, ni la otra casta de los socialistas también de zahón y casino, han conseguido que Andalucía deje de tener la pobreza como sed. Por eso pueden venir a calmarla así de fácil los políticos de fiesta o de compra, haciendo tintinear el búcaro y salpicando los brocales, como señoritas de harén ante secos beduinos. Yo no puedo hablar del PER a la ligera. No sin olvidarme de mi padre. O de mí mismo.
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