Tomar antibióticos comunes - de amplio espectro - en mayor cantidad se relaciona con un mayor riesgo de parkinson, según un nuevo estudio de científicos del Hospital de la Universidad de Helsinki (Finlandia), que publican en la revista Movement Disorders.
Precisamente, las asociaciones más fuertes se encontraron en los antibióticos de amplio espectro y los que actúan contra las bacterias y hongos anaerobios. El momento de la exposición a los antibióticos también parecía importar.
El estudio sugiere que el uso excesivo de ciertos antibióticos puede predisponer a la enfermedad de Parkinson en 10 o 15 años. Esta conexión puede explicarse por sus efectos disruptivos en el ecosistema microbiano intestinal.
"El vínculo entre la exposición a antibióticos y la enfermedad de Parkinson se ajusta a la opinión actual de que en una proporción significativa de pacientes la patología del Parkinson puede originarse en el intestino, posiblemente relacionado con cambios microbianos, años antes del inicio de los síntomas motores típicos de Parkinson, como la lentitud, el músculo rigidez y temblor de las extremidades", explica el líder del equipo de investigación, neurólogo Filip Scheperjans, del Departamento de Neurología del Hospital Universitario de Helsinki.
"Se sabía que la composición bacteriana del intestino en pacientes con Parkinson es anormal, pero la causa no está clara, añade. Nuestros resultados sugieren que algunos antibióticos de uso común, que se sabe que influyen fuertemente en la microbiota intestinal, podrían ser un factor de predisposición".
En el intestino se han observado cambios patológicos típicos de la enfermedad de Parkinson hasta 20 años antes del diagnóstico. El estreñimiento, el síndrome del intestino irritable y la enfermedad inflamatoria intestinal se han asociado con un mayor riesgo de desarrollar la enfermedad de Parkinson.
Y se ha demostrado que la exposición a antibióticos causa cambios en el microbioma intestinal y su uso se asocia con un mayor riesgo de varias enfermedades, como trastornos psiquiátricos y enfermedad de Crohn. Sin embargo, estas enfermedades o la mayor susceptibilidad a la infección no explican la relación ahora observada entre los antibióticos y el Parkinson.
"El descubrimiento también puede tener implicaciones para las prácticas de prescripción de antibióticos en el futuro. Además del problema de la resistencia a los antibióticos, la prescripción de antimicrobianos también debe tener en cuenta sus efectos potencialmente duraderos en el microbioma intestinal y el desarrollo de ciertas enfermedades", señala Scheperjans.
La posible asociación de la exposición a antibióticos con la enfermedad de Parkinson se investigó en un estudio de casos y controles utilizando datos extraídos de registros nacionales. El estudio comparó la exposición a antibióticos durante los años 1998-2014 en 13.976 pacientes con enfermedad de Parkinson y la comparó con 40.697 personas no afectadas de la misma edad, sexo y lugar de residencia.
La exposición a antibióticos se examinó en tres períodos de tiempo diferentes: 1-5, 5-10 y 10-15 años antes de la fecha índice, en base a los datos de compra de antibióticos orales. La exposición se clasificó según el número de cursos comprados. La exposición también se examinó clasificando los antibióticos de acuerdo con su estructura química, espectro antimicrobiano y mecanismo de acción.
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