Ciudadanos siempre ha sido un partido camaleónico. Pocos adjetivos hay que definan mejor la trayectoria de la formación y a su histórico líder desde su génesis hasta que las urnas diesen un golpe casi mortal al proyecto el pasado 10 de noviembre, llevándose por delante tanto al presidente como a su núcleo más cercano. Cuenta con la capacidad de "renovarse o morir", citando la premisa que el propio Albert Rivera, entonces reconocido republicano, utilizaba en tiempos lejanos para referirse a la Monarquía. Así, Ciudadanos ha pasado de ser un proyecto autonómico a planear en la política nacional, de pactar con el PSOE a hacerlo con el PP, de vetar durante meses a los primeros para volver a abrirle los brazos después y sin descartar a los segundos.
Y desde hace más de dos años, Ciudadanos mutó también de la socialdemocracia -presente en su ADN desde su génesis en 2005-, al 'liberalismo progresista'. Esta fue la nueva etiqueta que compró el partido en la IV Asamblea General que celebró la formación el 4 de febrero de 2017. El giro estratégico y político fue impulsado por Albert Rivera, respaldado por José Manuel Villegas o Inés Arrimadas (entre otros pesos pesados), y avalado por el 75% de los compromisarios. Pero el veto al PSOE y la política de pactos tras el 26-M, llevó a los naranjas a abandonar ese progresismo por buscar un papel hegemónico en el centro-derecha, una deriva que marcaría un antes y un después en el partido: las críticas resonaban desde todos los flancos, las dimisiones se sucedieron y los electores no compraron ni la estrategia ni los bandazos posteriores.
En 2017, Ciudadanos enterró la ideología socialdemócrata para adoptar la etiqueta de 'liberales progresistas'
La formación cuenta con férreos defensores del liberalismo progresista, enmarcados en la premisa aprobada en 2017 -la de ser "un partido constitucionalista, liberal, demócrata y progresista"- que hoy encabezan el sector crítico y rupturista con la estrategia de Albert Rivera para llevar a Ciudadanos -en pleno proceso de recomposición interna- de nuevo al "centro político". Pero son pocos los dirigentes socialdemócratas que aún tienen un hueco en filas naranjas. Algunos se marcharon hace años, antes de la redefinición ideológica de la IV Asamblea, y otros lo hicieron después.
Uno de los supervivientes de esta corriente es Jordi Cañas. Ex diputado catalán, Cañas cuenta actualmente con un escaño en el Parlamento Europeo. Tras la dimisión de Rivera, los rumores corrían tras su figura como uno de los posibles candidatos que podía presentar batalla a Inés Arrimadas en las primarias, pero él mismo descartó tal supuesto. En 2017, fue la cabeza visible del sector que presentó batalla al giro liberal de Albert Rivera, representando a un amplio sector de la militancia histórica de Ciudadanos en Cataluña.
Cañas encabezó una enmienda a la totalidad al giro de Rivera en la IV Asamblea General
Debatió con el ex presidente de Ciudadanos en la IV Asamblea, en la que tachó de "error" enterrar el ADN socialdemócrata y encabezó una enmienda a la totalidad a una decisión que, a su juicio, escoraba al partido a la derecha y suponía una traición a la militancia catalana que se había identificado con el proyecto desde sus inicios.
La holgada victoria de la propuesta de Albert Rivera -la enmienda tuvo 50 votos a favor, 142 en contra y tres abstenciones- no hizo que Cañas diese un paso atrás. Una vez finalizada la votación, y pese a esperarse un debate especialmente bronco por la evidente tensión entre las dos ramas, los dos catalanes se fundieron en un abrazo. "Seguimos adelante, somos brothers in arms", le dijo a Rivera. De los protagonistas del ala socialdemócrata de aquel día conserva también su escaño en el Parlament catalán Sergio Sanz, que fue el encargado de presentar en la Asamblea General la enmienda a la totalidad.
Es precisamente en la rama europea de Ciudadanos donde se ubica la guardia más socialdemócrata. Fue el perfil que acentuó Luis Garicano cuando Rivera más se escoraba a la derecha y las encuestas comenzaban a ahogar. "¿De dónde porras sale este modelo hispano del liberal anarco paleolítico que piensa que sin impuestos todo mejor y que la elusión fiscal es un derecho sagrado?" escribía en Twitter el pasado mes de agosto.
Garicano presentó batalla a la doctrina de Rivera de acercarse a la derecha -y a la extrema derecha- en detrimento de la izquierda. De hecho, llegó a encabezar, sin éxito, la votación para revisar la estrategia del partido en relación a la investidura de Sánchez. Pero con Rivera fuera y con voces que piden una renovación interna, cuadros del partido ya apuntan al responsable económico -con permiso de Marcos de Quinto- como uno de los "principales apoyos" de Inés Arrimadas que podría estar en la nueva Ejecutiva tras el congreso extraordinario, convirtiéndose en uno de los potenciales valedores del retorno al centro político.
También presente en las filas europeas junto a Garicano estaba Carolina Punset, que pese a mantener aún su puesto como diputada no adscrita en el ALDE, dejó Ciudadanos por el abandono de su esencia izquierdista, no sin antes cargar contra Rivera y contra su refundación. "No se puede acostar uno socialdemócrata y levantar ultra liberal. Es como si el PP mañana se levantara socialista", aseveraba en octubre de 2018, opinión en la que se reafirmaría meses después, con los pactos autonómicos y municipales ya encima de la mesa. "Se ha escogido deliberadamente pelear por el voto de la gente de derechas", escribía.
Al igual que Garicano, peso importante en la nueva era naranja tendrá también otro declarado dirigente socialdemócrata. Además de director de la Policía y de la Guardia Civil, Joan Mesquida fue secretario de Estado en el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Tras su fichaje por Ciudadanos para las elecciones del 28-A, el balear reafirmaba su ideología en diferentes entrevistas. "Yo sigo siendo alguien con ideales socialdemócratas y una idea clara de España", declaraba en una entrevista para Diario de Mallorca a principios de año.
Mesquida fue uno de los elegidos por Arrimadas para formar parte de la gestora que pilota al partido hasta que la Asamblea del próximo 15 de marzo nombre a la nueva dirección. Hasta entonces, la dirigente naranja le ha encargado otra responsabilidad: Mesquida tendrá un papel destacado en el Congreso como asesor del partido en la Cámara Baja, después de que no consiguiese revalidar su escaño el 10-N.
No está en este ala, al menos desde la refundación de 2017, la canaria Melisa Rodríguez pese a que el PP la ubique en la corriente más izquierdista de Ciudadanos. Entonces, Rodríguez irrumpió en el Comité Permanente del Ciudadanos liberal, y aunque ha defendido en repetidas ocasiones la necesidad de negociar "a nuestra izquierda y a nuestra derecha", se enrocó en la etiqueta de liberal progresista, que defendió como parte de la "evolución natural" de Ciudadanos.
La vieja guardia
La división ideológica en las filas de Ciudadanos forma parte de su ADN. Ya existía desde el conocido como 'Manifiesto de los 15', que firmaron los fundadores de la plataforma de Ciutadans en 2005. Las diferencias en el ideario quedaban relegadas por la connivencia en un nexo común: "combatir el nacionalismo en Cataluña". La corriente socialdemócrata aparecía representada entonces por históricos como Francesc de Carreras, Carlos Trías (fallecido en 2007), Félix Ovejero o Félix Pérez Romera.
En los orígenes, en la rama izquierdista se ubicaban también Antonio Robles y José Domingo, los dos hombres que junto a Rivera consiguieron los tres primeros escaños de Ciudadanos en el Parlamento de Cataluña en las autonómicas de 2006. Ambos abandonarían tan sólo tres años después. Robles fue elegido secretario general durante el congreso fundacional del partido. Lo dejó en 2007 -y le relevó Bofill-, aunque continuó como diputado autonómico hasta septiembre de 2009, cuando renunció a su acta por el pacto de Ciudadanos con Libertas para concurrir a las elecciones europeas, mismo motivo por el que desertó Domingo.
Aquel pacto no estuvo exento de polémica. Incluso el ex presidente de Ciudadanos llegó a renegar de él en una entrevista que concedió al diario Público en 2015. "El pacto con Libertas fue un error", reconoció. Y es que un jovencísimo Rivera -entonces tenía 29 años- se alió con dos hombres para tener oportunidades en el periplo europeo: el primero fue el líder de Libertas Declan Galney, un millonario que representaba a un lobby antieuropeísta y ultracatólico compuesto en su mayoría por organizaciones de extrema derecha; y Miguel Durán, ex militante de Unió Democràtica de Catalunya (UDC). Durán fue número uno de una lista en la que le seguía José Manuel Villegas.
Tal y como publicaba El Mundo en 2009 Libertas financió la campaña europea de Ciudadanos con entre dos y tres millones de euros. "Cuando se pone encima de la mesa esa cantidad de dinero, te lo planteas. Es uno de los parámetros que hemos tenido en cuenta", reconocía Rivera para el mencionado diario.
¿Resurrección del socialismo democrático en Cs?
El próximo 15 de marzo Ciudadanos escribirá una nueva página en su historia y se hará, al menos oficialmente, borrón y cuenta nueva del batacazo que les dejó prácticamente en estado de coma hace tan sólo un mes.
En este punto, militantes de Ciudadanos que se están reuniendo estos días con la gestora procedentes de las agrupaciones territoriales -y auspiciados por dirigentes territoriales críticos con la dirección del dimitido Rivera, como Francisco Igea o Ignacio Prendes- intentarán dar un golpe encima de la mesa para que se escuchen sus premisas aprovechando la necesidad de renovación en cuanto a estructura y estrategia.
Entre sus propuestas se encuentra la de promover cambios estatutarios e ideológicos, y concretamente volver a lo que se aprobó en la III Asamblea General de 2011, al considerar que aquellos Estatutos eran "más abiertos y garantizaban una Ejecutiva menos discrecional", con mayor voz para la militancia, sustento del partido. Del ideario de entonces plantean recuperar el rumbo socialdemócrata, porque entienden que es compatible con mantenerse como proyecto de "centro, liberal y progresista", informa Efe.
Todas estas modificaciones, aunque no entran dentro de los planes de Arrimadas -no se plantea una refundación ideológica como la que hizo Rivera hace más de dos años- se harán a través de enmiendas una vez se conozca el borrador del reglamente del cónclave, que se facilitará a las bases la próxima semana.
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