Los movimientos del mercado de petróleo han vuelto a acaparar titulares en las últimas jornadas. Las tensiones derivadas del asesinato por parte de Estados Unidos del general iraní Qasem Soleimani ha llevado los precios del crudo a sus niveles más elevados en los últimos tres meses, mientras los inversores tratan de sopesar las consecuencias del recrudecimiento del enfrentamiento entre la república islámica y el gobierno de Donald Trump.
Unas consecuencias que amenazan con tener un impacto global, al menos, a través del encarecimiento del petróleo. Tras llegar a superar este lunes la cota de los 70 dólares, el barril de Brent se relajaba este martes al entorno de los 68 dólares, un nivel aún un 3% superior a los de inicios de año y que viene a consolidar la remontada emprendida por el crudo desde hace varias semanas. Hoy, se intercambia casi un 12% más caro que hace apenas un mes.
Las exportaciones de crudo de España se situarían al cierre de 2019 en el entorno de los 67 millones de toneladas
Esta situación, de consolidarse, puede llegar a representar un contratiempo oneroso para las cuentas de países como España, con elevada dependencia de las exportaciones de petróleo. Según los datos de Cores (la Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos), España ha importado durante los diez primeros meses de 2019 algo más de 55,8 millones de toneladas de petróleo, una cifra ligeramente inferior a la del ejercicio anterior y que equivale a unos 409 millones de barriles (a razón de 7,33 barriles por tonelada).
Si se extrapolan estas cifras al conjunto del ejercicio, España habría cerrado el año con unas exportaciones de crudo de 67 millones de toneladas, lo que resultaría en unos 491,13 millones de barriles de petróleo.
Esta cantidad de barriles arrojaría una factura total de 31.476,7 millones de dólares, si se le aplicara el precio medio del crudo durante los primeros once meses de 2019, ligeramente superior a los 64 dólares por barril. Pero la cifra se elevaría hasta los 33.198,2 millones si el precio se mantuviera en el precio medio registrado desde entonces, cercano a los 67,6 dólares.
Es decir, la diferencia en el año alcanzaría los 1.721,5 millones de dólares o 1.545 millones de euros, al tipo de cambio actual, que apenas se podría compensar con los mayores ingresos por el aumento de ingresos en la partida, mucho menor, de exportaciones de productos petrolíferos desde España hacia otros países.
Este sobrecoste, aunque reducido en comparación con las principales partidas del presupuesto de España, puede suponer un problema añadido para el objetivo del nuevo Gobierno de combinar un incremento del gasto social con el cumplimiento de las exigencias de disciplina presupuestaria impuestas por Bruselas y que ya están en entredicho según algunos análisis.
Además, el encarecimiento del petróleo amenaza con golpear al que se ha erigido en los últimos tiempos como el principal sostén del crecimiento de la economía española, el consumo interno, ya que el incremento del gasto en combustible limita las rentas disponibles de las familias.
Con todo esto, la mejor noticia para el nuevo Gobierno de Pedro Sánchez sería que el reciente repunte de los precios del petróleo sea tan solo un movimiento pasajero que se diluya a medida que los inversores comprueben que las tensiones en Oriente Medio no afectan al suministro global de petróleo.
Prima de riesgo al crudo
Esta es la visión que defienden los analistas de Julius Baer, quienes consideran que para Irán "los costes de la confrontación militar directa son prohibitivos, y la interrupción de los flujos de petróleo alejaría a los aliados poco definidos como China".
Tampoco apuestan los expertos del banco suizo porque se vaya a producir el cierre del Estrecho de Ormuz, un punto fundamental para el mercado de petróleo global, ya que a través del mismo se transportan cada día más de 17 millones de barriles.
Los expertos dudan de que Irán vaya a entrar en un conflicto directo con Estados Unidos ni a cerrar el estrecho de Ormuz
Sin embargo, la mayor parte de los analistas considera que la escalada de tensión entre Estados Unidos e Irán -con Irak también involucrado en el enfrentamiento- crean el caldo de cultivo para que los inversores mantengan una prima de riesgo elevada sobre el precio del petróleo durante un periodo prolongado, ya que se espera que, más que una respuesta directa, el régimen iraní pueda recurrir a represalias indirectas sobre intereses estadounidenses que desaten sucesivas réplicas y contrarréplicas.
Y en cualquier caso, tampoco puede obviarse que, antes del asesinato del líder iraní, el mercado del crudo ya había iniciado una remontada, que ha estado sustentada, además de en las tensiones en la región tras el ataque a instalaciones petroleras de Arabia Saudí, en los recortes de producción de los países de la OPEP y en el alivio de las principales preocupaciones de la economía global, que han dibujado un escenario de mayor equilibrio entre la oferta y la demanda, que podría verse alterado en el caso de un recorte de la producción a causa de las tensiones geopolíticas.
No obstante, desde ABN Amro defienden que "debido al exceso de oferta de producción global, incluso a pesar de un recorte de producción de la OPEP, y a los amplios inventarios mundiales, así como a las reservas estratégicas de petróleo, no habrá escasez de petróleo en el corto plazo".
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