Íñigo Errejón se debate estos días entre continuar en la cúpula de Podemos o apartarse de la dirección del partido. El hasta ahora número 2 de Pablo Iglesias estudia con su equipo más cercano las ventajas e inconvenientes de cada opción, a la espera de la oferta concreta que le haga el líder de la formación.
En esta decisión pesará el futuro de sus compañeros, para los que ha reclamado una cuota de representación en la dirección del partido acorde con el 40% de los votos obtenidos por su proyecto en Vistalegre II. Errejón no quiere dejarlos huérfanos ni permitir que Iglesias acometa su plan de acabar con la "sobrerrepresentación" del 'errejonismo' en las estructuras del partido.
No obstante, participar en la dirección supone asumir la responsabilidad de la deriva que tome este nuevo Podemos, menos institucional y más radical, según los documentos aprobados en la Asamblea del pasado fin de semana. Errejón, que defiende la transversalidad que ha llevado al partido hasta los 5 millones de votos, está convencido de que su proyecto, el originario, es el único que puede llevar al partido al Gobierno de la Nación.
Su papel se reduciría a oposición interna o a legitimar el nuevo rumbo
Ante el fracaso de esa opción y la posibilidad de que Podemos tome una deriva similar a la de IU, en vez de representar un proyecto netamente original, Errejón no ve claro su papel en la ejecutiva. Si sus decisiones no se tienen en cuenta como ha ocurrido hasta ahora, dado su rango de secretario político, su función en la nueva ejecutiva puede adquirir tintes perjudiciales para su futuro e incómodos en el ámbito personal.
Básicamente, su actuación puede limitarse a oposición interna, con el cuestionamiento constante de las decisiones que no entienda convenientes, o de legitimación de las mismas, al asumirlas como propias, aunque no esté de acuerdo con ellas. En ambos casos se trata de una posición incómoda y muy diferente de la desempeñada hasta ahora mano a mano con Iglesias en el puente de mando de la organización.
A pesar de todo, continuar en la dirección del partido también tiene sus ventajas. Supone seguir dando visibilidad a la principal corriente interna de Podemos, cuya fuerza real aún se desconoce, ya que Errejón no presentó candidatura a secretario general frente a Iglesias.
Asimismo, la existencia de una secretaría con Errejón al frente permite mantener una cuota de aparato y no desaparecer completamente de la estructura interna del partido. Con esa mínima infraestructura, el 'errejonismo' podría esperar a los nuevos procesos internos.
Iglesias propondrá una ejecutiva
El documento organizativo de Iglesias que salió elegido en Vistalegre elimina la cláusula anterior por la que secretario general de Podemos proponía a la Ejecutiva para que fuera aprobada por el Consejo Ciudadano -dirección-. El texto actual establece que sea la dirección, formada por más de 80 miembros, la que elija directamente a la cúpula de Podemos, sin establecer ningún procedimiento para su elección.
Los dirigentes del partido sellan un pacto de silencio y evitan pronunciarse
En este punto, fuentes del equipo de Iglesias aseguran que, aunque no se plasme sobre el papel, el líder del partido llevará una propuesta de ejecutiva este sábado a la primera reunión de la nueva dirección. El matiz, aseguran, está en que cualquiera puede presentar una propuesta de este tipo para que se someta a votación, aunque a efectos prácticos se aprobará la que ponga sobre la mesa Iglesias, con mayoría absoluta en el Consejo Ciudadano.
Es por eso que el líder de Podemos está estos días estudiando las posibilidades para formar el futuro el núcleo duro del partido. Las negociaciones están en marcha y es por ello que tanto afines como críticos han sellado pacto de silencio. Las apariciones en medios de comunicación han desaparecido esta semana, más allá de la ronda televisiva que Iglesias protagonizó el lunes en la resaca de Vistalegre.
Después de semanas de intensa agitación, los dirigentes de Podemos evitan pronunciarse sobre los próximos días. Atienden así a la llamada del propio Iglesias, que ha pedido en varias ocasiones no airear los debates en público y esperar a que sea el Consejo Ciudadano el que decida la nueva configuración del partido. Un Consejo que aprobará la ejecutiva que proponga el líder del partido y que estos días sirve como argumento para huir de la polémica.
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