Resta menos de un mes para una de las fechas más importantes en el calendario del Partido Popular. Superadas dos generales y unas autonómicas, municipales y europeas hace tan sólo unos meses, la nueva apertura de urnas a la que se enfrenta el PP supondrá un examen de vital importancia con dos flancos: las gallegas, para la confirmación de Alberto Núñez Feijóo como el barón por excelencia de Galicia; y las vascas, prueba de fuego para Génova, para su experimento con Ciudadanos y para la apuesta personal de Casado: Carlos Iturgaiz.
La situación es especialmente tensa en Galicia, donde los populares se juegan su feudo, su marca, su credibilidad y el único Gobierno autonómico donde sobrevive el PP sin ayuda de socios externos, en este caso Ciudadanos, junto a los que dirige Madrid, Murcia y Castilla y León.
Pero esta vez, Feijóo no tiene tan amarrada su plaza al frente de la Xunta como en anteriores ocasiones. Fracasado el intento de integrar a dirigentes de Ciudadanos en sus listas para evitar que presentasen una candidatura propia -se negó en rotundo el dirigente gallego a una coalición con los naranjas-, la previsible subida del bloque nacionalista, la fragmentación del voto constitucionalista y el escaño fantasma de Vox se entienden como motivos suficientes como para que a "más de uno" en el PPdeG le estén "temblando las piernas".
Fuentes cercanas a dirigentes de los populares gallegos señalan que en los pasillos del Parlamento Galicia no se habla de otra cosa que de la "horquilla ajustada" que manejan para preparar una campaña electoral en la que Feijóo buscará convencer para revalidar su cuarta mayoría absoluta. Pero hay "intranquilidad" y un "nerviosismo evidente" por el que comienza a cundir el pánico por lo que transmiten las encuestas y por todo lo que podría desencadenar la pérdida de la mayoría absoluta: de tener Vox el escaño de la discordia, se vería obligado Feijóo a decidir si hacer pedagogía con sus votantes y transigir con la línea roja de pactar con Abascal; ceder Galicia al bloque de izquierdas o el escenario casi utópico de la gran coalición con el PSOE.
En el partido ya asumen la apretada situación y, de puertas para adentro, encajan como pueden los ajustados resultados que pronostican todos los sondeos. "El Gobierno se va a decidir en photo finish", admiten, aunque culpan de la situación a Vox y Ciudadanos, cuyas ambiciones terminarán favoreciendo al bloque de la izquierda. "La dispersión del voto constitucionalista será clave", señalan fuentes del PPdeG. "Si sólo tuviéramos que competir con la izquierda y el nacionalismo... por desgracia, Ciudadanos y Vox se presentan sabiendo al 100% que no van a entrar", lamentan.
La estrategia, por tanto, como ha reivindicado Feijóo en múltiples entrevistas, es la de "hacer entender a la gente que aquí puede gobernar el BNG" y que ni Vox ni Ciudadanos, solo PP, "puede mantener la estabilidad y la Constitución" en Galicia. Apelan los populares, de nuevo, al voto útil, conscientes de que los hasta 80.000 votos que pueden sumar Ricardo Morado y Beatriz Pino, según algunos sondeos, pueden suponer para el PP el paso del todo a la nada.
Feijóo al límite mientras el BNG repunta
Ni la visita de Mariano Rajoy ni el apoyo de Pablo Casado en el primer acto de precampaña del PP en Galicia parece haber servido de revulsivo para salvar las distancias con el abismo en las encuestas.
Y es que, según los últimos sondeos de marzo de Celeste-Tel, Sociométrica o SigmaDos, Feijóo lograría salvar la mayoría absoluta... por los pelos. Todas le dan al PP el margen de entre 36 y 38 escaños -la mayoría absoluta está en 38- y evidencian la caída de los populares respecto a los comicios de 2016.
Algunas encuestas, como la de Sociométrica para El Español ya auguran incluso la irrupción de Abascal en el Parlamento gallego, al arañar el 4,9% del voto. Mientras, Ciudadanos obtendría un resultado residual que no le otorgaría, en ningún caso, la consecución de escaño.
Los últimos sondeos publicados coinciden además en el repunte del nacionalismo del BNG, que podría duplicar incluso su fuerza y llegar hasta los 14 escaños, según una encuesta de SigmaDos para Antena 3. La subida del Bloque vendría a cuenta de la marca blanca de Podemos, Galicia En Común, que podría bajar hasta entre seis y ocho escaños.
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