Ni el mayor evento deportivo del mundo resiste ante la pandemia por coronavirus: los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 se posponen un año y se celebrarán en 2021, tras el acuerdo al que llegaron hoy los organizadores y el Comité Olímpico Internacional (COI).
Los Juegos de Tokio tienen que ser aplazados más allá de 2020, pero no más tarde del verano de 2021"
Es la primera vez en la historia que se aplazan unos Juegos Olímpicos. La llama olímpica sólo se apagó durante las dos Guerras Mundiales, tres ediciones que nunca se recuperaron. Ni el ataque terrorista perpetrado por Septiembre Negro contra la delegación israelí en Múnich 72, cuando fueron asesinados 11 atletas, ni las enormes tensiones entre EEUU y Rusia durante la Guerra Fría ni el atentado durante Atlanta 96 pudieron en su día con los Juegos Olímpicos. Pero el coronavirus de momento no conoce techo: ha paralizado el mundo y el olimpismo, aunque se ha resistido durante días a la presión internacional, no puede ser ajeno a la realidad.
"Dadas las actuales circunstancias y basándonos en la información que ha aportado hoy la Organización Mundial de la Salud, el presidente del COI, Thomas Bach, y el primer ministro de Japón, Shinzo Abe, han decidido que los Juegos de Tokio tienen que ser aplazados más allá de 2020, pero no más tarde del verano de 2021", señala el COI en su comunicado. Minutos antes, Abe anunciaba el acuerdo en una rueda de prensa en Tokio. No obstante, la cita mantendrá el nombre y seguirá llamándose Tokio 2020.
Un desafío logístico con mayúsculas
El COI estaba apurando las horas antes de tomar una decisión que parecía inevitable ante la expansión del virus. Hace una semana, la Eurocopa y la Copa América, los otros dos grandes eventos de 2020, quedaron aplazados para 2021. Con todo el deporte parado, sólo faltaba la cita olímpica. Pero hay tanto dinero sobre la mesa, tantos contratos, que el COI no podía tomar esa decisión de forma unilateral: tenía que ser de común acuerdo con Japón y el Comité Organizador.
El reto logístico al que se enfrentan ahora estos organismos no tiene precedentes en el deporte. Mover un año los Juegos tiene infinidad de implicaciones: miles de atletas ya estaban clasificados, otros perderán becas, los hoteles tenían reservadas millones de habitaciones y el Comité Organizador ya tenía vendida la Villa Olímpica como casas de lujo a partir de septiembre. A eso hay que añadir miles de contratos con empresas que tendrán que esperar 12 meses tras años de preparación. Las pérdidas serán millonarias, pero al menos Tokio se asegura la opción de hacer un gran espectáculo y no un evento de espaldas a la realidad.
"Para una persona que no ha participado en la organización de un evento así es muy difícil saber la dimensión de la que hablamos", advertía el lunes a este periódico la española Marisol Casado, miembro del Comité Olímpico Internacional. "La gente no sabe hasta qué nivel se hacen acuerdos para llevar a cabo unos Juegos Olímpicos".
La duda de las fechas
La celebración de Tokio 2020 estaba prevista para las semanas del 24 de julio al 9 de agosto. Ahora el COI y el Comité Organizador tendrán que buscar una fecha entre enero y septiembre de 2021 tras descartar las otras dos opciones que había en la mesa: septiembre-octubre de 2020 y verano de 2022.
Lo más lógico es que sean en unas fechas similares, en julio y agosto, para no competir con las ligas de fútbol, pero en el verano de 2021 están programados los Mundiales de las dos disciplinas olímpicas por excelencia: está el Mundial de natación en Fukuoka (16 de julio-1 de agosto) y el de atletismo en Eugene (6 al 15 de agosto). Lo más factible sería posponer a su vez esas citas y dejar vía libre a los Juegos.
17 muertos en Múnich 72: "Los Juegos deben continuar"
Esta imagen, tomada el 5 de septiembre de 1972 por el fotógrafo Kurt Strumpf, es una de las más icónicas de los Juegos Olímpicos. En ella no aparece ninguna leyenda del deporte. Ni siquiera es un atleta. Es un miembro del grupo terrorista Septiembre Negro, que secuestró y asesinó a 11 atletas israelíes durante los Juegos de Múnich 1972 para reclamar la liberación de 232 presos palestinos en Israel. Ha sido el momento más negro de la historia olímpica (murieron también cinco terroristas y un policía), pero ni aquel episodio hizo que la llama olímpica se apagase. "Los Juegos deben continuar", dijo el entonces presidente del COI, Avery Brundage.
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