Tras casi un mes de confinamiento, el Gobierno tiene que empezar a pensar en qué medidas tomar para paliar las consecuencias económicas de la crisis sanitaria del Covid-19 y en el debate vuelve a surgir la eterna figura del economista John Maynard Keynes, a quien algunos consideran enterrado y otros más vivo que nunca.
El nombre del economista fallecido en los años cuarenta del pasado siglo surge de vez en cuando en los foros económicos, pero especialmente en los momentos de crisis, en los que la inyección de liquidez por parte del Estado al sistema es más urgente que nunca.
La recesión que vendrá tras la pandemia no es una excepción. Aunque es difícil conocer qué pensaría Keynes en 2020, con unos modelos económicos tan diferentes a los de su época, algunos economistas vinculan su teoría económica a la posible salida de la recesión. Por el momento, los Gobiernos actúan a corto plazo para frenar la sangría, pero lo importante es lo que vendrá después: ¿políticas redistributivas o reformas estructurales?
“A corto plazo, todos son keynesianos. Pasó en 2008 y ahora también”, explica a El Independiente el economista José Carlos Díez, que pronostica una “salida muy incierta” al impacto económico de la crisis del coronavirus, vinculada a las elecciones presidenciales que celebra Estados Unidos en siete meses. “Va a depender mucho de lo que pase en Estados Unidos y cómo se acopla Europa”, añade.
Díez defiende la necesidad de que la aplicación de las teorías redistributivas de Keynes vayan acompañadas de un plan global de inversión. “La política económica es necesaria, pero no suficiente. Puedes llevar al caballo al abrevadero, pero no le puedes hacer beber”, explica el economista.
“El Gobierno tiene que pasar ya a idear un plan de inversión propio”, explica Díez, al margen de las medidas que va a tomar en su conjunto la Unión Europea, que el jueves cerró un acuerdo para inyectar fondos a las economías comunitarias en problemas.
Más que política fiscal
Tras resolver a corto plazo el primer impacto económico de la crisis sanitaria, la economista jefe de Singular Bank, Alicia Coronil Jónsson, cree que “claramente” hay que ir hacia un escenario de política fiscal expansiva, algo que encaja con la visión keynesiana, pero en su opinión debe ir acompañada de algo más, para lo cual es interesante observar las medidas que están tomando los países nórdicos cuando tienen que salir del bache.
En estas regiones, en las que “el Estado del Bienestar es la referencia”, se están tomando medidas “apoyándose en el gasto público, pero en cooperación con las empresas”. Por ello, en su opinión la salida se encuentra en “más cooperación público-privada” y en encontrar soluciones para “evitar crear un marco fiscal con una excesiva presión fiscal, porque eso restaría competitividad a España y frenaría la recuperación de las familias y las empresas”.
Coronil explica a este periódico que “esto solo con política fiscal no se va a poder abordar”, sino que es necesario que las medidas se acompañen de reformas estructurales. “Alemania también pasó una profunda recesión económica, pero la fórmula no fue solo el gasto público, sino también reformas estructurales que le hicieron ganar competitividad”.
“Cuando miramos a esos países que han afrontado recesiones profundas como nosotros en épocas anteriores, siempre han apostado por preservar elementos básicos para el crecimiento económico, como la calidad institucional, mejorar la educación, una mayor conexión entre el mundo empresarial y el público, unidad de mercado, reducir el peso de la economía sumergida y crear un marco laboral muy flexible con cotizaciones a la Seguridad Social a cargo de las empresas más bajas y más protección cuando se queda el trabajador parado, no solo protección en el desempleo, sino políticas activas eficientes”, explica Coronil. En su opinión, España se equivocaría si no fuera en esa línea.
El helicóptero del BCE
Para el economista y profesor del IESE Javier Díaz-Giménez, una situación tan excepcional como esta requiere medidas del mismo calibre teniendo en cuenta que la recesión será resultado de una pandemia, es decir, de un shock externo que tendrá una duración determinada y que la actividad económica se encuentra paralizada para poder luchar contra el virus, es decir, por un motivo de fuerza mayor.
“El remedio es el recurso al helicóptero, que el banco central de cada país dé dinero a las personas. ¿Durante cuánto tiempo? El que haga falta”, explica a este periódico el experto, con el matiz de que esta medida no sería deseable durante más de tres meses. “No me pelearía por los eurobonos, sino por el helicóptero”, añade.
Díaz-Giménez, que cree que Keynes era un “magnífico economista”, pero cuyas teorías no pueden aplicarse a la actualidad porque en los años 30 no existían ni los ordenadores ni los modelos económicos que se utilizan ahora. Con todo, cree que “Keynes hubiera dicho que se usaran los helicópteros”. En su opinión, esta medida garantizaría la cohesión social, puesto que todo el mundo podría pagar su alquiler o hipoteca y cubrir sus necesidades básicas.
A corto plazo, todos los países se verán obligados a recurrir a las teorías keynesianas para minimizar el golpe de la recesión derivada de la crisis sanitaria sobre sus ciudadanos, pero la clave está en lo que hagan después, con la vista puesta en el largo plazo, y en si aprovechan la situación de crisis para acometer las reformas estructurales que desde los ámbitos empresariales se reclaman desde hace años.
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