La píldora anticonceptiva oral combinada (PAOC), también comúnmente denominada pastilla anticonceptiva o 'la píldora', es un medicamento que combina un estrógeno (generalmente etinilestradiol) y un progestágeno (específicamente una progestina), que cuando se ingiere altera el ciclo menstrual para eliminar la ovulación y prevenir el embarazo.
Empezó a utilizarse como anticonceptivo durante 1960 en Estados Unidos, aunque ahora la usan más de 100 millones de mujeres en todo el mundo. La píldora anticonceptiva oral combinada no protege frente a las infecciones de transmisión sexual como el VIH (sida), clamidia, herpes genital, confiloma acuminado, gonorrea, hepatitis B y sífilis. Para evitar el contagio es fundamental utilizar preservativo.
La idea de detener la ovulación de las mujeres comenzó a coger forma a finales de la década de 1940, cuando se descubrió que esto era posible tras un experimento con animales a los que se administró una alta dosis de progesterona. Sin embargo, en esa época muy pocas mujeres lograban acceder a ella, ya que todas tendían a casarse jóvenes y formar una familia.
Para erradicar todo tipo de información sobre la píldora, Estados Unidos aprobó la ley Comstock que prohibía la discusión pública y la investigación sobre la anticoncepción. A estas dificultades se suma la publicación de la Encíclica Humanae Vitae, del papa Pablo VI, en la que se señala la prohibición para los católicos de todos los métodos anticonceptivos artificiales, entre los que se encontraba la píldora.
A pesar de todo, el 9 de mayo de 1960 la Agencia de Alimentos y Medicamentos (FDA) de Estados Unidos anunció la aprobación del primer anticonceptivo oral, lo que significaba que podían iniciarse tratamientos para la "regulación menstrual". Sin embargo, no se legalizó la prescripción médica de la misma hasta 1969, momento en que el parlamento canadiense despenalizó la anticoncepción al aprobar enmiendas a la Sección 251 del Código Penal.
Hasta que levantaron su prohibición, los médicos podían recetar hormonas para cualquier otro motivo que no fuera el control de la natalidad (por ejemplo, control del ciclo o irregularidad menstrual).
Aunque suene extraño, los precursores de la investigación de la píldora fueron dos católicos devotos, que en 1954 llevaron a cabo un ensayo de la píldora en Boston, bajo la apariencia de un estudio de fertilidad. A pesar de los problemas que tuvieron por las prohibitivas leyes estadounidenses, en 1956 John Rock y el Dr. Gregory Pincus hicieron una prueba real a gran escala de la píldora con más de 200 mujeres, que estaban totalmente desinformadas. La disposición de estas mujeres permitió descubrir los efectos secundarios de la píldora, que llegan en forma de náuseas, mareos, dolores de cabeza y coágulos de sangre.
Las primeras píldoras se recetaron exclusivamente para el control del ciclo de mujeres casadas. Los médicos prescribían Enovid 10, una píldora anticonceptiva que contenía una dosis de 9,85 mg de progestina noretinodrel y 150 μg de estrógeno mestranol. Hoy, están compuestas normalmente por dosis hormonales más bajas: 0.1 a 3.0 mg de progestinas modernas y 20 a 50 μg de estrógenos.
En 1968, salió a la luz el Manual de control de la natalidad, una guía práctica de los estudiantes de la Universidad McGill en Montreal, que hacía apología a la autodeterminación en cuestiones de anticoncepción. A raíz de esta publicación, fueron muchas las mujeres que salieron a la calle reclamando su libertad para poder ejercer control sobre su cuerpo, planificar sus familias y comenzar carreras profesionales. Además, ayudaron a reducir las dosis iniciales de estrógenos de la píldora y a desarrollar los requisitos para el etiquetado del paquete de píldoras. Aunque solo se dispone de datos parciales, se estima que en 1970 las ventas de anticonceptivos fueron de 2 millones de envases
Sin embargo, en los inicios de la década de 1980 descendió el número de mujeres que tomaba la píldora, ya que una investigación vinculó su uso con el cáncer de mama, derrames cerebrales, ataques cardíacos y coágulos sanguíneos. Además, en 1990 un estudio mostró un aumento del 125% en el riesgo de cáncer de pecho, en las mujeres que usaron anticonceptivos hormonales durante cuatro años o más antes de haberse quedado embarazadas.
Sin embargo, se ha demostrado que la píldora protege contra el cáncer de ovarios y el revestimiento del útero, y contra la enfermedad inflamatoria pélvica, una causa importante de infertilidad en las mujeres. La píldora puede hacer que los períodos sean más regulares, aunque no se recomienda a las mujeres mayores de 35 años que fumen, tengan sobrepeso, la tensión alta, antecedentes de enfermedades cardíacas, coágulos sanguíneos u otras enfermedades específicas como el cáncer de pecho.
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