El negocio deportivo cambió para siempre a las 00:23 del 19 de abril de 2021. A esa hora, el Real Madrid anunció esta madrugada mediante comunicado oficial la creación de la nueva Superliga europea, presidida por Florentino Pérez, que impulsa junto a otros once grandes clubes del continente y que desatará una guerra sin precedentes contra los grandes estamentos del fútbol mundial, que amenazan con expulsiones a los promotores y con sanciones dirigidas también contra los futbolistas.
Real Madrid, Barcelona, Atlético de Madrid, Milan, Arsenal, Chelsea, Inter, Juventus, Liverpool, Manchester City, Manchester United y Tottenham Hotspur han unido sus destinos para crear su propia competición, que deja tocada de muerte a la Champions League y que gobernarán ellos mismos como socios fundadores, sin intervención de la UEFA ni de la FIFA.
Los 12 clubes mencionados cuentan ya con la financiación para el proyecto, que la prensa británica asigna desde hace meses al banco norteamericano JP Morgan, y se repartirán 3.500 millones de euros antes del arranque de la competición. Por concepto de derechos audiovisuales pretenden generar 4.000 millones de euros, casi un 25% más de los 3.250 que obtiene actualmente la UEFA por la explotación de la Champions y la Europa League.
La UEFA advierte de las consecuencias
El máximo órgano del fútbol europeo se adelantó durante la tarde a la creación del nuevo campeonato, que lleva años preparándose, amenazando a los clubes que participen en ella con ser expulsados de sus campeonatos nacionales. En un comunicado, apuntaron también contra los jugadores: aquellos que militen en clubes que disputen el nuevo trofeo podrían verse privados de representar a sus selecciones. Los clubes no dan credibilidad a ese escenario, y tienen preparada la batalla legal para defender en los tribunales los intereses de sus futbolistas.
"Todos aquellos futbolistas que jueguen en esa competición, no lo podrán hacer con su selección. Todas las confederaciones están de acuerdo con eso", ha insistido este lunes el máximo dirigente de la UEFA, el esloveno Aleksander Ceferin.
Una amenaza que no es nueva y que no frenó el anuncio de una competición con voluntad de arrancar de forma inminente. Los 12 clubes fundadores, que esperan convencer al menos a Bayern de Múnich, Borussia Dortmund y Paris Saint Germain en las próximas semanas, tienen la intención de arrancar la disputa del nuevo título tan pronto como sea posible, aunque el comunicado no menciona una temporada concreta.
UEFA, FIFA y ligas nacionales argumentan que la creación de la nueva Superliga vacía de contenido a los campeonatos nacionales. Al ser un formato semicerrado, con 15 equipos fijos y cinco rotatorios en función de méritos deportivos, cierra la puerta europea a la mayoría de equipos del continente. Aunque el temor principal es a que los grandes descuiden su presencia en la liga local con plantillas debilitadas o alternativas ante la exigencia de la nueva competición, y esto hunda la cuantía de los contratos televisivos.
10.000 millones de 'solidaridad'
Contra ese argumento, la Superliga nace prometiendo "pagos de solidaridad" por encima de los 10.000 millones de euros en las próximas décadas para financiar la base de la pirámide del fútbol. "Los pagos de solidaridad serán mayores que los actualmente generados por el sistema europeo de competición", defienden los clubes fundadores de la Superliga en su comunicado, en el que denuncian que las reformas planteadas por la UEFA para la Champions League no resuelven los problemas de la industria "que son tanto la necesidad de ofrecer partidos de más calidad, como obtener recursos financieros adicionales para todo el mundo del fútbol".
A los grandes no les ha convencido el nuevo formato ideado por la UEFA para la Champions League. Desde el año 2024 se eliminaría la fase de grupos, que sería sustituida por un sorteo en el que cada equipo tendría que jugar diez partidos contra rivales de todo tipo. Al término de esas diez jornadas, los 36 equipos participantes serían ordenados en una suerte de 'clasificación virtual'. Los clasificados del 1 al 8 se clasificarían directamente a octavos de final, mientras que los clasificados del 9 al 24 jugarían una repesca entre ellos para completar el cuadro.
El formato de la Superliga
El invento no ha convencido en absoluto a los 12 clubes fundadores que, inspirados en el modelo de la Euroliga de baloncesto, tampoco tienen ninguna intención de abandonar sus campeonatos nacionales. Y esperan negociar desde una posición de fuerza con las ligas, ahora rotundamente en contra de la nueva competición, para que modulen su postura.
De inicio, el formato de la nueva Superliga ya es un guiño a las competiciones nacionales. Se tratará de dos grupos de diez equipos, que se enfrentarán entre ellos a ida y vuelta. 18 partidos en total, a los que sumar como máximo otros cinco: cuartos de final y semifinales a ida y vuelta, y final a partido único en sede neutral. Un máximo de 23 partidos para el ganador y el finalista.
Son diez partidos más que los 13 necesarios actualmente para ganar la Champions League. Pero muchos menos de los 38 que podrían haber resultado de optar por un formato de liga ida y vuelta todos contra todos. La voluntad es adaptar los calendarios y hacerlos convivir pese a las reticencias iniciales.
En España, el presidente de LaLiga, Javier Tebas, ha ridiculizado el proyecto en multitud de ocasiones, la última este mismo domingo, cuando acusó a sus responsables de estar "embriagados de egoísmo e insolidaridad". A la Superliga se refirió como "un proyecto de PowerPoint" y a los clubes que participarán les advirtió de que tendrán "su debida respuesta".
La puesta en marcha de la Superliga tendrá también importantes escollos geopolíticos a la hora de involucrar a alguno de los transatlánticos del fútbol europeo. Es el caso del PSG, ampliamente vinculado a Qatar, donde la FIFA, enemiga del nuevo proyecto, organizará el polémico Mundial de 2022. Los dueños del PSG son también los dueños de Bein Sports, la cadena que posee los derechos de la actual Champions League en buena parte del planeta para los próximos años. Las dudas de los clubes alemanes serán el otro gran escollo a resolver en las próximas semanas.
El precedente del baloncesto
La situación recuerda en muchos puntos a la ocurrida en el mundo del baloncesto en el año 2000, cuando algunos de los principales clubes del continente crearon la EuroLeague para organizar su propio campeonato. La FIBA, órgano rector del baloncesto mundial que hasta entonces organizaba la Copa de Europa, montó en cólera y logró forzar una división entre los grandes clubes.
Durante varias temporadas se disputaron competiciones paralelas y la FIBA logró retener en su bando a equipos como el CSKA de Moscú, el Maccabi de Tel-Aviv o el Panathinaikos griego. Los tres, sin embargo, acabaron enrolados en la EuroLeague con el paso de los años. El formato de la actual Euroliga también es prácticamente cerrado. Y la asociación de clubes europeos organiza también la Eurocup, el torneo europeo de segundo nivel donde los equipos sí se clasifican por méritos deportivos en sus ligas nacionales.
Las guerras entre EuroLeague y FIBA han sido constantes en estos 21 años, pese a contar con períodos de convivencia relativamente amistosa. La última y definitiva ruptura se produjo en 2016, cuando la FIBA volvió a organizar su propia competición europea, la FIBA Basketball Champions League, con escaso éxito de seguimiento.
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