Cuando la rusa Vitalina Batsarashkina ganó el domingo el oro en carabina de aire comprimido lo celebró, vaya si lo celebró, porque además batió el récord olímpico. Pero cuando minutos después subió al podio, por los altavoces no sonó el himno de su país. No había ningún fallo técnico en las instalaciones: en los Juegos Olímpicos de Tokio no se escuchará en ningún momento el himno de Rusia. Ni con este primer oro ni con el último. (Consulte el calendario completo de los Juegos Olímpicos)
Tampoco ondeará la bandera roja, azul y blanca en los podios y los atletas rusos aparecerán con unas extrañas siglas en los gráficos y en los dorsales. Del medallero también ha desaparecido el tradicional RUS. Esta vez pone ROC, la sigla de Russian Olympic Committee. Porque oficialmente, los deportistas rusos están compitiendo por el Comité Olímpico Ruso, no por Rusia.
Es la consecuencia del escándalo del dopaje de estado que se ha practicado durante años en el país más grande del mundo. La Corte Arbitral del Deporte sancionó a Rusia en diciembre de 2020 sin poder competir en todas las competiciones internacionales hasta finales de 2022, después de que la agencia Mundial Antidoping encontrará pruebas de que Rusia tuvo un programa estatal para dopar a sus deportistas.
Sin bandera, sin himno y sin rastro de la palabra Rusia, se pretende así castigar a un país con un enorme orgullo nacional en el que los símbolos son casi sagrados. En vez del himno, cada vez que un atleta ruso gane un oro sonará una composición de Piotr Chaikovski. Lo que sí tienen permitido es vestir con los colores de la bandera.
Todo empezó en 2014 en la televisión alemana
La decisión que tomó la Corte Arbitral del Deporte a finales de 2020 es el último capítulo de un escándalo que se inició en diciembre de 2014, cuando la televisión alemana ARD emitió el documental Dossier secreto doping: cómo fabrica Rusia a sus ganadores, en el que un ex trabajador de la Agencia Antidoping de Rusia y su mujer, una atleta profesional, denunciaron el doping sistemático del deporte ruso.
Después llegaron investigaciones, sanciones y una batalla judicial entre federaciones internacionales, Rusia y los propios atletas. Se demostró que Rusia tenía un programa de dopaje de Estado y que se manipularon muestras durante los Juegos de invierno de Sochi 2014 bajo el paraguas de los servicios secretos del país. Se calcula que más de 1.000 deportistas rusos de 30 deportes se beneficiaron de las prácticas dopantes de Rusia entre 2011 y 2015.
Y el que fuera jefe de la Agencia Antidopaje de Rusia Gregory Rodchenkov decidió en 2016 sacar a la luz todas las prácticas que se habían llevado a cabo en los últimos años en Rusia. Lo hizo en una entrevista con The New York Times y desde entonces vive bajo un programa de protección de testigos.
Rusia, sin embargo, ha negado siempre que el dopaje esté organizado desde la estructura del estado. Y esa posición no gusta a las autoridades antidopaje. "Rusia ha desaprovechado todas las oportunidades que le hemos dado de poner su casa en orden y volver a la lucha global contra el dopaje por el bien de sus atletas y la integridad del deporte. Eligieron en cambio continuar en esa postura de engaño y negación", señaló en 2019 el que fuera entonces presidente de la AMA Craig Reedie.
No es la primera vez que un país es suspendido para unos Juegos Olímpicos. Rusia ya tuvo a deportistas sancionados sin poder competir en Río por este mismo caso. Y el Comité Olímpico de Kuwait fue suspendido para Río 2016 por unos cambios en la ley del país que no respetaban los principios de la carta olímpica, así que los kuwaitíes compitieron bajo el nombre "Atletas de Kuwait". Y dos décadas atrás, en Sídney 2000, Afganistán no pudo participar por las leyes discriminatorias contra las mujeres.
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