Desde la televisión y desde la grada se puede ver una brecha en la ceja, un brazo roto o un tobillo hinchado. Pero hay lesiones imposibles de ver. El estrés, la presión, todo eso rebotando en la cabeza. Todo el mundo esperaba todo de Simone Biles en los Juegos Olímpicos de Tokio, pero en la primera oportunidad de oro, la gimnasta se vino a abajo. El miedo escénico.
"¿Una lesión? No, no, es solo mi orgullo, que duele un poco", dijo después de retirarse por un ataque de ansiedad durante la final por equipos. Sin su referente, que falló en el potro, Estados Unidos perdió el oro ante las rusas y se quedaron con la plata. "Tengo que centrarme en mi salud mental", añadió en la noche del martes la mejor gimnasta del mundo. (Consulte aquí el calendario completo de los Juegos Olímpicos)
Su coraje muestra, una vez más, por qué es un modelo a seguir para tantos"
Sin que hubieran pasado 24 horas, el equipo de gimnasia de Estados Unidos anunció que Biles tampoco competirá mañana en la final de concurso completo. "Después de una evaluación médica, Simone Biles se ha retirado de la final de concurso completo para que se pueda centrar en su salud mental", señala la federación de gimnasia. La incógnita ahora es si volverá a competir en Tokio, donde también está apuntada en potro, suelo y barra de equilibrio.
Lo que está claro es que Biles se ha colgado una medalla muy difícil en estos Juegos. La del respeto del deporte internacional por pensar antes en su salud mental que en los metales. "Su coraje muestra, una vez más, por qué es un modelo a seguir para tantos", ha destacado la federación de gimnasia.
Biles fue una de las grandes estrellas de los Juegos de Río 2016, pero tras la retirada de los legendarios Michael Phelps y Usain Bolt llegaba a Tokio 2020 como la indiscutible figura de Tokio 2020. Si ya los Juegos suponen una presión mayúscula, ser la referente, la más perseguida y la más preguntada añaden unos kilos extra en la mochila. Y la mochila venía ya con muchas piedras. Episodios de ansiedad, el escándalo de abusos sexuales en la gimnasia estadounidense (del que también fue víctima) y esa necesidad de no fallar y ser impermeable a todo.
"Hay vida más allá de la gimnasia"
“Es muy poco característico de mí”, señaló Biles, de 24 años, sobre su error en el potro antes de abandonar. “Así que es una mierda que ocurra aquí en los Juegos Olímpicos, porque puede ocurrir en cualquier otro momento. Pero con el año que ha sido, realmente no me sorprende cómo se desarrolló”, añadió. Y empezó a abrirse de par en par.
“Ya no confío tanto en mí misma como solía. No sé si es por la edad. Estoy más nerviosa cuando practico gimnasia y siento que ya no me divierto. Sé que estos son los Juegos Olímpicos y deberíamos divertirnos, pero a veces no es así”, continuó llorando ante los periodistas. "Siento que esto lo estoy haciendo por otras personas, me duele en el corazón que se me haya arrebatado lo que más amo para complacer a otras personas".
Y siguió: "Me ha ayudado la terapia y también las medicinas. Eso ha ido todo muy bien, pero cuando llegas a una situación de estrés máximo, te asustas un poco. No sabes cómo manejar esas emociones, sobre todo en los Juegos Olímpicos. Al final, la gimnasia no lo es todo. Hay más vida más allá de la gimnasia y no estoy muy preocupada por lo que ha pasado".
"Estaba luchando contra todos esos demonios", concluyó la acróbata en el Ariake Gymnastic Center.
Un emoji y un mensaje de advertencia
En los días previos a los Juegos, Twitter aprobó un emoji especial para Biles en los Juegos. Era una cabra vestida con el maillot de gimnasia de Estados Unidos que aparece automáticamente con el hashtag #SimoneBiles. La cabra es por la sigla inglesa GOAT (Greatest Of All Time, la mejor de todos los tiempos).
Pero la propia Biles llevaba ya un tiempo sintiendo que algo no iba bien. El hecho de que el ciclo olímpico se alargara un año elevó la presión que llevaba encima, según contó. "De verdad que a veces siento como si tuviera el peso del mundo sobre mis hombros", escribió el lunes por la noche. Sé que luego lo olvido y parece como que la presión no me afecta, pero a veces es difícil".
Con 31 medallas entre Mundiales y Juegos, la estadounidense Simone Biles es actualmente la tercera gimnasta más condecorada de la historia, solo por detrás de las 33 de Vitaly Scherbo y las 32 de Larisa Latynina.
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