Decía que podía hacer grandes cosas y la sonrisa de suficiencia que mostró en las semifinales invitaban a pensar en la machada, en subirse al podio de los 5.000 metros en los Juegos de Tokio. Pero Mo Katir no aguantó el ritmo de los africanos en la final y terminó octavo, lejos de las medallas.
Se lleva el español un valioso diploma y un par de lecciones, que los mejores esconden sus cartas cuando se acercan las grandes citas y que si los africanos se alían en una prueba como el 5.000 poco hay que hacer.
"Lo he dado todo", ha dicho el atleta de 23 años después de su primera final olímpica, seguro que no la última. "Entrar en una final olímpica con 23 años y lograr un diploma es una locura. Cuando gane experiencia en campeonatos, no tendré rival", ha añadido en un Estadio Nacional tan vacío que casi se escuchan las pisadas desde la grada. Y las de los africanos, tres ugandeses, un keniano y un etíope, iban rápido. Muy rápido. Y con ellos las de Mohammed Ahmed y Paul Chelimo, con sangre somalí y keniana pero representando a Canadá y Estados Unidos, respectivamente.
Tiraron y tiraron, y fueron desgastando las piernas de Katir, que iba atrás, guardando energías. Pero ya pasó los 3.000 forzado, resoplando, porque veía que delante no se aflojaba. No consiguió recortar esos pocos metros que le separaban de la cabeza y cuando sonó la campana, los últimos 400 metros, reventó.
El ugandés Joshua Cheptegei se colgó el oro con un tiempo de 12:58,15 minutos, seguido por Ahmed (12:58,61) y Chelimo (12:59,05). A una décima del bronce cruzó la meta el keniano Nicholas Kipkorir Kimeli y después el ugandés Jacob Kiplimo, el bahreiní Birhanu Balew y el canadiense Justin Knight. Tras ellos, cruzó la meta Katir con un cronómetro de 13:06,60 minutos, su segunda mejor marca personal.
Tres récords en un mes
Padre marroquí, madre egipcia y piernas de gacela, Mohamed Katir El Haouzi (17/2/1998, Alcazarquivir, Marruecos) es uno de los nombres propios del atletismo en este 2021 después de pulverizar tres récords de España en un lapso de 33 días.
El 10 de junio estableció en Florencia la plusmarca de 5.000 metros ( 12:50,79 minutos, un mordisco de casi siete segundos), el 9 de julio en Mónaco hizo caer la mítica marca de Fermín Cacho en el 1.500 para ponerla en 3:28,76 minutos y cuatro días después en el mismo escenario rebajó el de 3.000 metros hasta los 7:27,64 minutos. «¡No escucho a nadie!», gritó tras cruzar la meta. Por qué lo grito prefiere no decirlo: «Lo guardo para mí y ya está».
Una polémica antes de Tokio
En Gateshead no escuchó a nadie, pero a su vuelta a España sí. «De momento es un atleta que pongo en cuarentena y quiero dejar unos meses para que transcurra todo, que certifique esas marcas en los Juegos Olímpicos y se confirme que está completamente limpio», señaló Isaac Viciosa, poseedor del récord de 3.000 hasta la irrupción de Katir, en una entrevista con Soy Corredor. Días después, Viciosa se retractó (porque también había lamentado que fuera un apellido marroquí el que le batiera) y pidió perdón, pero la duda sobre la limpieza de Katir ya estaba sobre la mesa.
Lo cierto es que la progresión de Katir, afincado en el pueblo murciano de Mula desde los cinco años, no ha seguido la lógica habitual del atletismo. Tiene 23 años y hasta hace bien poco era un desconocido para el gran público. En menos de un año ha rebajado casi 20 segundos su mejor marca de 3.000 metros, ocho la de 1.500 metros y otros ocho la de 5.000.
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