Cuando el Real Madrid jugó su último partido en el Santiago Bernabéu, hubo una previa de las buenas en los alrededores del estadio. Era el 1 de marzo de 2020 y los grifos de cerveza no se cerraban, las calles aledañas andaban repletas, éramos ajenos a las mascarillas y alguna que otra bengala iluminaba la calle Marceliano Santa María. El Real Madrid se jugaba el liderato contra el Barcelona y ganó 2-0. Un gran domingo para los madridistas y los bares de Chamartín, que cerraron la semana con la caja llena.
Pero el grifo se cortó de repente. Dos semanas después, se declaró el Estado de Alarma por la pandemia de coronavirus. El fútbol se paró y los bares echaron la verja. Y cuando la hostelería pudo reabrir, se encontró con que el Santiago Bernabéu estaría cerrado un año por las obras de remodelación y que muchas oficinas de la zona apostaron por el teletrabajo. Ni fútbol ni menús del día.
"Entre los meses duros de la pandemia, la restricciones de después y el teletrabajo, nosotros hemos perdido cerca de un 80% de la clientela", cuenta Luis Bahamonde, encargado del bar La Huella, en la calle Doctor Fleming y a unos pocos pasos del Bernabéu.
Lo cierto es que la fisionomía hostelera cercana al Bernabéu ha cambiado mucho. El restaurante Bríos estaba en la esquina de Concha Espina con Paseo de la Castellana y era una referencia en las previas. Ya no está y en su lugar se levantará un italiano con clase, el Mozzarella Oven. A pocos pasos, aparece un Taco Bell y pegado al Birra Club, que resiste, hay un Subway. Un poco más allá, un Burger King y un Tony Roma's. Aguantan pocos de los de siempre en la zona de Concha Espina. Sigue Alduccio, un italiano con solera y casi seis décadas, pero no es el sitio en el que uno se imagina tomando cervezas antes de un partido. Para eso ya estaba El 7 Blanco, en Marceliano Santa María, la calle de los ultras. Pero la persiana está bajada desde la pandemia. "El local está en alquiler", dicen en la tienda de al lado.
Las obras llenan los bares
Sin fútbol, sin oficinas y sin apenas turistas, los bares y restaurantes de la zona resisten como pueden. "Estamos en un barrio tranquilo de gente mayor", lamenta Luis Bahamonde. "Antes de la pandemia, nosotros servíamos muchos desayunos y comidas a trabajadores de oficinas cercanas, pero sus empresas han apostado por el teletrabajo. Por ahora, lo que nos está salvando son las obras del estadio. Hay cientos de personas que trabajan ahí y que tienen que comer y almorzar", añade el encargado de La Huella.
Un par de locales más abajo está el Orsay Bar, con una pequeña terraza y un interior pensado para la barra, para las cañas. "Yo llevo trabajando ya unos años y esto ha cambiado mucho desde que cerró el Bernabéu", comenta Roldán, el encargado. "Hemos perdido mucho por los días de partido, pero por lo menos hay días que hacemos cajas buenas gracias a las obras".
"Yo creo que tarde o temprano nos recuperaremos y creo que se estabilizará todo. A ver si se normaliza la situación, acaba la obra y es verdad que hay conciertos, partidos de baloncesto y otros eventos. Nos vendría fenomenal". Este domingo habrá cinco o seis trabajadores en el Orsay, cuando antes de la pandemia lo normal en un día de partido eran nueve o diez entre barra y cocina.
Otro bar que siempre está lleno en las horas previas es La Bodega, en la esquina de Doctor Fleming con Rafael Salgado. "Yo he entrado a trabajar hace una semana y sí noto movimiento. Desde las siete de la mañana que abrimos ya hay obreros", cuenta detrás de la barra Rafael. "Luego vienen al almuerzo, a comer..."
Lo único que temen con el regreso del fútbol es el control del aforo, de las barras y de las mesas. "Será difícil controlar que no se ailen en la barra y que estén todos sentados", indica Luis Bahamonde, de La Huella. "Pero seguro que nos viene bien la vuelta de fútbol"
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