El deporte siempre estuvo ahí, unido a cada pasaje de nuestra historia. En la Roma antigua causaron furor las carreras de cuadrigas. En China, en cambio, triunfaron las de los barcos con apariencia de dragón. Los primeros juegos con balón surgieron en Mesopotamia, la cuna de otras muchas primeras veces. Un pasión por el deporte que cuenta, partido a partido, disciplina a disciplina, la historia de la Humanidad. Es la oferta que abre sus puertas este jueves en Qatar, el pequeño país del golfo Pérsico que ha convertido su apuesta por las competiciones deportivas en seña de identidad.
El flamante Museo Olímpico y Deportivo de Qatar 3-2-1 presume de, a golpe de petrodólares, haberse colocado directamente en el podio de los grandes espacios consagrados a honrar al deporte. Un extraño caso de llegar y vencer. “Es el segundo mayor museo del mundo dedicado al deporte”, reconoce en conversación con El Independiente Abdulá al Mula, director de la institución. El museo, inaugurado a última hora de este miércoles por el emir del país, está ubicado en un esquina del estadio internacional Al Jalifa, una de las instalaciones que albergará a finales de este año el Mundial de fútbol.
A lo largo de 19.000 metros cuadrados, la exhibición reúne 1.200 piezas, desde objetos que una vez usaron algunos de los más grandes atletas de la historia hasta las antorchas que prendieron sucesivos pebeteros olímpicos. De unos guantes de Mohamed Ali a un coche de la Fórmula 1. “Cada objeto habla por sí mismo y es una historia en sí”, relata Al Mula, un funcionario qatarí que sabe bien el poder del deporte como arma diplomática. Todas las monarquías de la península Arábiga han recurrido a ella para venderse al mundo, más allá de sus contradicciones y de su historial de derechos humanos.
Alma española
“Este es un pequeño país, pero su contribución al deporte es cada vez mayor. Estamos muy orgullos por lo que estamos haciendo en el deporte internacional”, agrega el diplomático al frente de un espacio que irrumpe en escena en plena cuenta atrás del Mundial de fútbol, que se celebrará entre noviembre y diciembre en Doha. “Visitar estas siete galerías es viajar en el tiempo, por siglos de historia de la Humanidad”, admite Al Mula.
La denominación final del museo, solo eclipsado por el de Colorado en Estados Unidos, también remite a ese lapso final que precede al inicio de un carrera. “El 3,2,1 retrotrae a esa señal de 'Estáte preparado, que la competición empieza'. El museo ha concluido esa cuenta atrás y estamos preparados para recibir a los primeros visitantes”, esboza Sheija al Mayasa Bint Hamad bin Jalifa al Zani, la princesa que preside la autoridad de Museos de Qatar.
Con el poderío económico de Qatar, uno de los mayores exportadores de gas del planeta, el museo es obra del arquitecto español Joan Sibina. En realidad, son dos edificios en uno: una estructura principal que sigue el arco del estadio y una suerte de torre de acceso aneja, cuya fachada está inspirada en los anillos olímpicos. "Estamos encantados porque el diseño resulta muy seductor. Es un museo absolutamente puntero e innovador. Sibina ha hecho una realidad un sueño", desliza Al Mula.
"Estamos presentando algo único que añade valor a Qatar y a todo Oriente Próximo", añade. No es la única implicación española. Dos compañías patrias, con amplia experiencia en el golfo Pérsico, se han encargado del diseño interior de unos espacios que combinan la exhibición tradicional de los objetos con el alarde de las pantallas de última generación.
Cobi resucitado
Los guiños no acaban en la construcción interior y exterior. Hay otras pieles que han dejado su huella española. La tienda del museo ha resucitado todo tipo de souvenirs. En un lugar destacado del establecimiento despunta el muñeco de Cobi, la icónica mascota de las olímpicas de Barcelona'92 ideada por Javier Mariscal. El peluche, vestido de uniforme, se vende a 180 riales qataríes (unos 45 euros)
Un rentable ejercicio de memoria y un despliegue de medios que trata de vender el nuestro rostro de Qatar, escenario de grandes torneos internacionales y sede de beIN Sports, el principal actor de las retransmisiones deportivas. "Esta nación es pequeña en tamaño pero tiene mucha ambición. Nuestro objetivo es atraer a la gente para establecer el diálogo en un mundo cada vez más complicado. El deporte también puede ayudar a que nuestra sociedad progrese", concluye Al Mayasa.
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