La canícula apenas concede respiro en Doha. Sus habitantes se han acostumbrado a desplazarse en vehículo y vivir eternamente enchufados a un aparato de aire acondicionado. El invierno es la época más benigna pero incluso ahora las temperaturas superan los 30 grados, con una sensación térmica aún más alta y una humedad que solo remite ligeramente al anochecer. Hace una década, el calor fue la principal duda tras la elección de Qatar como sede del Mundial. En busca de una solución apareció en escena Saud Abdulaziz Abdul Ghani, el ingeniero que ha revolucionado la refrigeración de los estadios.
Su rostro se ha vuelto muy popular en el pequeño emirato, donde recibe cariñosamente el apodo de “Doctor Cool”. “Es un título que conlleva mucha responsabilidad”, reconoce el cerebro del sistema que disminuirá el calor de espectadores y jugadores durante las semanas que dura el controvertido torneo. “Lo hemos conseguido y estamos abiertos a que cualquiera pueda visitarnos. Le explicaremos de dónde generamos la energía; cómo la transportamos y cómo la reutilizamos”, indica Abdul Ghani en conversación con El Independiente.
La de nuestro encuentro es una mañana calurosa. El ingeniero, de origen sudanés y curtido en la industria automovilística, nos cita en Al Thumama, el estadio inspirado en la taqiyah, el tradicional gorro blanco que luce la parroquia masculina en Oriente Próximo. “Nos basamos en la refrigeración del motor de un vehículo. Nos pusimos a estudiar el funcionamiento del motor térmico. El estadio no deja de ser un coche, pero a una escala mucho mayor”, desliza el ingeniero mientras se mueve nervioso entre las gradas.
Abdul Ghani señala a los orificios ubicados bajo los asientos. De ahí procede el aire que ayudará a los aficionados a sobrellevar las temperaturas del país. “Cada espectador tiene una pequeña caja debajo del asiento. Tiene esta forma de remolino porque no se trata de que los tobillos se congelen sino que cree una burbuja alrededor de la persona. El aire frío se difundirá y se reciclará constantemente. Saldrá y volverá de nuevo a la máquina. En ningún caso, estamos trayendo aire nuevo del exterior. Nos dedicamos a enfriarlo, siempre tirando del mismo aire”, agrega. “Será un aire muy suave. La gente estará habitando una burbuja muy agradable”, pronostica.
Un trío de variables
Los espectadores son solo una de las tres aristas que cementan el sistema urdido por Abdul Ghani y que ya ha sido probado en las competiciones que Doha ha albergado en los últimos años. “También están los futbolistas y el césped”, advierte. “En el caso de los deportistas, controlamos su confort térmico asegurándonos de que el entorno sea lo suficientemente seco para ellos. El aire y el sudor se evaporan y enfrían sus cuerpos. Así que controlamos en todo momento la humedad”, esboza.
La hierba también centra sus preocupaciones. “Sucede igual que con los jugadores. Controlamos la humedad para asegurar que está sana y que no ha creado musgo. El clima debe ser seco”, sostiene. “Ya sabes. El césped es uno de los elementos más importantes. Es lo que verán todo el rato los telespectadores desde sus hogares. El césped protagonizará hasta el 90 por ciento de las retransmisiones”, arguye el ingeniero. “Es un tipo especial de césped y se busca que tenga una ventilación adecuada”.
En el caso de los deportistas, controlamos su confort térmico asegurándonos de que el entorno sea lo suficientemente seco para ellos
"No es un aire acondicionado gigante"
Abdul Ghani rechaza que estemos ante un sistema de aire acondicionado gigante, a escala industrial. “Es que, en ningún caso, estamos encendiendo un aire acondicionado para un estadio abierto. El aire envolverá a los espectadores alrededor de dos metros de altura. Y en el caso de los jugadores, que están mucho más lejos, se utilizarán unos cañones que crearán una suerte de corriente”, comenta quien subraya las otras variables -no solo la refrigeración- que entran en juego.
“Esto es como un día húmedo en Barcelona. Si el aire es húmedo, la evaporación será muy lenta. La gente está sudando y el sudor no se evapora. ¿Por qué? Porque el aire está saturado. Hay mucha humedad en el aire. Por eso precisamente aquí controlamos la humedad, mucho más que la temperatura”, detalla. “Con este sistema seremos capaces de reducir la temperatura del estadio hasta los 20 grados y hacerlo de un modo sostenible. El estadio está lleno de sensores para asegurarnos de que sólo consumimos la cantidad de energía necesaria para que las instalaciones funcionen. Almacenamos el aire y la energía necesaria procede de unos anillos solares. Cada estadio tiene su planta solar”.
Un traje a medida de Qatar
El invento se ha adaptado a las características climáticas de Qatar, como si fuera una segunda piel. Y en un páramo desértico, con continuas tormentas de arena, ha resultado un desafío añadido. “En Doha hay mucho polvo en suspensión. Aquí, dentro del estadio, el aire es muy limpio. Si uno de los días en los que se celebra un partido azota una tormenta de arena, no hay de qué preocuparse. El aire aquí seguirá siendo puro porque hacemos recirculación y purificamos el aire utilizando un conjunto especial de filtros. Ya ves que no se trata de aire acondicionado”, confirma.
La tecnología que se halla detrás del sistema -confiesa Abdul Ghani- “es realmente única”. “Es uno de nuestros legados que entregamos a la FIFA”, apunta. Ideada en la universidad qatarí, está lista para ser exportada, según su creador. “Los veranos en España, por ejemplo, son cada vez más calurosos. También en Francia, México, Canadá y Estados Unidos. Todos esos países pueden utilizar esta herramienta”.
Del estadio a la granja
En un país con la extensión de la Región de Murcia, parte de los estadios serán reciclados y convertidos en otras instalaciones, una vez que el próximo diciembre concluya el torneo. Incluso entonces la refrigeración permanecerá en su lugar. “Algunos de ellos se convertirán en clubes de mujeres, niños o ciclismo. Algunos albergarán pistas de tenis o pádel. Y el sistema continuará funcionado”, asevera el ingeniero, reacio a proporcionar la cuantía de su invento.
No hemos diseñado todo esto para el Mundial sino para que la gente los pueda disfrutar durante los próximos cien años
“En cualquier proyecto, el dinero de la construcción está en el acero, no en la parte mecánica. Así que la parte mecánica es alrededor de 15 por ciento”, replica escuetamente. A pesar de los intentos, no hay modo de sacarle una cifra. "En cualquier caso, este sistema no ha encarecido el proyecto de construcción", precisa. “No hemos diseñado todo esto para el Mundial sino para que la gente los pueda disfrutar durante los próximos cien años”, advierte quien inició el proyecto cuando la FIFA aún considera celebrar la competición en los meses de estío. La decisión posterior de albergar el Mundial en noviembre y diciembre alivió la odisea técnica.
Uno de sus usos posteriores será la agricultura. “España es una potencia agrícola y podría usar este sistema para los invernaderos, especialmente los tomates de Almería o las granjas de producción láctea”, recalca. Qatar, tras el bloqueo comercial que sufrió de los países vecinos, inauguró su apuesta por la agroindustria, con granjas e invernaderos que ya están ensayado el modelo importado de los estadios. “Ha sido un esfuerzo cosmopolita, no de un solo país. Esto es lo bonito de la Copa del Mundo. A esto han contribuido gente de Asia, África, Europa, de América, del sur y del norte”, asegura. “Este legado ha comenzado a propagarse por otros sectores. Hemos cumplido nuestra misión”, concluye.
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