Barcelona se prepara. La ciudad respira el espíritu de un gran evento que la pondrá en el punto de mira no sólo de los amantes del deporte, sino de empresarios, inversores y aficionados a nivel mundial. Quedan apenas nueve meses para que arranque el acontecimiento deportivo más importante para la ciudad desde los Juegos Olímpicos del 92: la Copa América 2024.
Se trata de la competición deportiva más antigua del mundo, con una historia larga y plagada de particularidades. Fue creada en 1851 por el todavía imperio británico, que deseaba hacer alarde de su supremacía en los mares coincidiendo con que Londres celebraba ese mismo año la primera Exposición Universal de la historia. Pero el tiro les salió por la culata. Infravaloraron al mejor competidor deportivo de la era moderna: Estados Unidos. Navegando desde el otro lado del Atlántico llegó el barco que no sólo venció la competición, sino que izó una bandera imbatible durante los 132 años siguientes.
La llamada Copa de las cien guineas (denominación que se debe a que el trofeo inicial estaba valorado en 100 guineas, piezas de oro acuñadas por la corona británica) es una competición peculiar. No tiene periodicidad fija, sino que se celebra cuando el ganador es desafiado, oficial y públicamente, por otro competidor. Se pone en marcha entonces una maquinaria deportiva, logística y tecnológica de altísimo nivel.
El equipo ganador marca algunas de las reglas más importantes de la siguiente competición como, por ejemplo, el tipo de barco y las aguas en las que se disputará la prueba, habitualmente dentro de las fronteras de su propio país. España ha competido en cuatro ocasiones: 1992, 1995, 2000 y 2007. Nunca ha ganado. Una anomalía llevó, en 2007, la disputa a Valencia. El defensor de la Copa era Suiza y, sin salida al mar, tuvo que buscar alternativa. En esta ocasión se ha producido otra singularidad. El ganador anterior, Nueva Zelanda, ha escogido un país distinto al suyo propio para estimular su competitividad. Y la America’s Cup aterriza en Barcelona.
Hito histórico: una copa también femenina
Con la llegada de la competición, un grupo de experimentados regatistas liderados por Guillermo Altadill, junto con el Real Club Náutico de Barcelona, pusieron en marcha la maquinaria para conseguir, contrarreloj, los apoyos necesarios para crear un equipo español que pudiera competir. De la mano de Steward Hosford, un experto gestor de proyectos internacionales, empezaron a diseñar el proyecto Sail Team BCN, un equipo con base local en el Puerto de Sitges, y la regata elegida fue la Youth & Puig Women's America's Cup, que engloba dos competiciones: la Copa América Femenina, que se celebrará por primera vez en la historia de la prueba, y la Copa América Juvenil, disputada por tripulantes menores de 25 años.
El Sail Team BCN contaba con el apoyo de Foundation Zero, una plataforma de código abierto que promueve soluciones energéticas sostenibles en los viajes marítimos. Pero faltaba alguien más. Un patrocinador arraigado en Barcelona, que quisiera estar presente en el momento histórico que vive la ciudad. Comprometido a la vez con el deporte y los valores que representa el único equipo español participante en la regata. Alguien que apueste por la igualdad que persigue la creación, por primera vez en la historia, de un equipo femenino en la Copa América. Y capaz de entender el valor de apoyar al equipo juvenil y, en definitiva, de abrir camino a los sueños de jóvenes y mujeres de participar en la alta competición. El Sail Team BCN encontró esos atributos en CaixaBank.
Caixabank da alas al Sail Team BCN
La entrada de la entidad financiera como patrocinador ha dado alas a un equipo en pleno proceso de configuración y ha alimentado la ilusión colectiva de formar parte de un momento histórico. Con este patrocinio “estamos apostando por la igualdad y la juventud”, decía en la presentación el presidente de CaixaBank, José Ignacio Goirigolzarri. “Nos identificamos plenamente con los deportes de equipo, donde el talento individual se pone al servicio del grupo y donde es vital la comunicación y la coordinación bajo unos valores compartidos”.
Al AC40, el monocasco de 40 pies del Sail Team BCN, subirán cuatro jóvenes y cuatro mujeres a dar lo mejor de sí mismos y demostrar que la colaboración, el trabajo en equipo y el esfuerzo personal y colectivo siempre dan buen resultado, independientemente del marcador. Un país entero estará con ellos y con un deporte que nos enseña que, aunque no podemos controlar las condiciones del mar, sí podemos aprender a adaptarnos y dirigir nuestro propio destino.
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