"Mamá, Papá, quiero ser futbolista". Esta es una frase habitual entre los más pequeños. Niños y niñas sueñan con dedicarse al deporte rey. Horas y horas dedicadas al balón, acompañadas de más tiempo frente a las pantallas con resúmenes de partidos, de acciones de su jugadores preferidos, o de momentos que marcaron la historia del fútbol.
Hasta aquí, todo bien. Los más jóvenes tienen el derecho, casi la obligación, de ilusionarse con aquello que les hace felices. El problema aparece cuando los padres, encargados entre otras cosas de la educación de sus hijos, son los que disparan las expectativas y ponen todas sus esperanzas en el rendimiento deportivo de sus criaturas. Según explica a El Independiente un ojeador con experiencia de varios años en canteras como la del Real Madrid, "desgraciadamente, hay demasiados casos en el fútbol en los que las familias viven de los hijos desde edades muy tempranas y al final se convierten en juguetes rotos".
Daniel Fernández, agente de EMART Soccer, señala que la legislación marca que hasta los 16 años no se puede hacer un contrato laboral a un futbolista, aunque la fórmula empleada para menores de esta edad es el contrato privado. "El club acuerda unas condiciones sobre remuneración, residencia del niño y estudios. Cuando el jugador es menor de 16 el dinero se paga a los padres. En las canteras importantes se paga en muchos casos entre categoría alevín (10 años) y cadete (15 años) de 400 euros a 1.000 euros al mes", comenta Fernández.
El caché de estos minifutbolistas depende de una infinidad de variables, como que jueguen en selecciones territoriales, que hayan promocionado de categoría y compitan con futbolistas mayores, o la cantidad de clubes que estén tras su pista: "Todo lo negociamos los agentes en función de las exigencias de la familia y de lo que el club esté dispuesto a ofrecer. Antes era más normal que las familias pidieran también alojamiento en la ciudad de destino y trabajo para ellos, ahora sucede menos, pero en casos excepcionales ocurre", explica el miembro de Emart Soccer, agencia con más de 30 años de recorrido.
Niños convertidos en estrellas
El globo de la profesionalidad se infla a medida que los jugadores de canteras de relevancia cumplen años. "Los peores casos son cuando los padres tienen muy altas expectativas en chicos que no asoman más allá de la pubertad. La mayoría de jugadores no llegan al objetivo y esa caída hay que gestionarla", destaca el ojeador, acostumbrado a ver casos en los que un niño da por hecho que va a ser futbolista, una estrella que lo va a tener todo y que está acostumbrada a que todo el mundo le trate como tal: "Esto viene inducido por el entorno, que es responsable de que un chico de 15 años no deje de ser eso, un joven de esa edad es normal es que sea inmaduro".
El ojeador consultado por este diario coloca en "unos 20.000 euros" el salario anual de un chico de 16 años en categoría juvenil que está en una cantera de élite en España. "Esto es el escalafón medio de chicos que luego muchos no acaban de pisar el profesionalismo, pero hay un peldaño superior, que es el de top 3 de la plantilla o jugadores que desde niños están en la agenda de todos cuyas familias cobran 50.000 euros al añosdesde que el jugador tiene 14 años" asevera el ojeador. "50.000 euros o 60.000 euros perfectamente. A eso hay que añadir residencia, estudios, y en ocasiones casa y trabajo para la familia", remacha Fernández.
La cantidad mencionada que se paga a menores en edad formativa triplica con suficiencia los 15.876 anuales del Salario Mínimo Interprofesional. Daniel Fernández subraya que no es raro que que familias enteras vivan de un niño de 14 años por cómo juega al fútbol, "la cuestión es que uno puede ser el mejor de España a esa edad y luego no llegar a nada".
La importancia del entorno
El famoso entorno de los futbolistas, aquel que tanto se menciona cuando ya son adultos asentados en los mejores equipos del mundo, les sirve de guía desde pequeños. "Cada vez desde antes", afirma el ojeador, que apunta que club, agentes y familia forman este trío que acompaña al jugador hasta los momentos decisivos de su corta carrera. "Llega una edad que es un corte de ser o no ser. Hay dos mercados que representan una mayor dificultad: uno es el jugador que sale de juvenil y afronta la etapa senior, que hay un gran corte porque hay muchos filiales que no se quedan al jugador que provienen de su cantera, luego cuando el jugador deja de ser sub23. Son momentos complicados en los que hay que escuchar y dejarse asesorar y no siempre se consigue", sostiene Fernández.
Ojeador y agente coinciden en el papel del representante para generar una aureola alrededor del futbolista para hacerle más atractivo para los clubes: "Cuando incorporas a un jugador lo haces con el pensamiento de que tenga proyección. Una vez que lo tienes hay que ser consciente de que es un producto al que tratas de darle brillo para venderlo. El objetivo es que los ojeadores del entorno o incluso de fuera puedan valorar lo que tú intuyes que el chico ofrece", reconoce Fernández, que desvela las complicaciones del proceso: "Estás a lo mejor 4 años sin ganar dinero con él, por eso es muy importante la persona y lo que puedas transmitir a la familia del jugador para que confíen en ti".
El camino hacia el fútbol profesional está plagado de obstáculos. Estos inconvenientes educan a los jugadores, aunque en otras ocasiones lastran el camino hacia su sueño: "A veces son los propios chicos los que dejan de jugar porque se ven con 20 años en 3ª RFEF y ven a compañeros suyos de toda la vida en Primera División. Es muy difícil manejar esa situación", lamenta el ojeador.
El laberinto hasta ser futbolista puede concluir en un callejón donde un joven de 20 años se encuentra sin formación y sin idea alguna sobre con qué profesión se ganará la vida. "Nosotros detectamos cuando un jugador se queda. Tratamos de orientarle y volverle a poner en el camino correcto. La mayor dificultad en estos casos es la predisposición del jugador y de la familia a aplicar esos cambios que necesita para relacionarse con el fútbol de rendimiento", concluye Fernández, que distingue las formas de captar a un jugador y luego de administrar su carrera.
"Está la forma de incorporarle y prometerle mucho a corto plazo, o la forma de educarlo y transmitir las dificultades que tiene este mundo. Depende de cómo trabaje la agencia, pero en edad de formación hay que tener mucho cuidado con los mensajes y ser prudente", sentencia.
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