Nadie creyó a Tadej Pogačar cuando el jueves, en la presentación por equipos, afirmó que no le interesaba ganar en Turín y ser el líder del Giro ya desde la primera etapa. La incontrolable naturaleza del esloveno siempre le ha llevado a atacar cuando ha tenido la más mínima opción de lograr un triunfo, y hoy, en la capital del Piamonte, tenía una oportunidad perfecta para añadir uno más a su extenso palmarés.
Y, en efecto, todo hacía indicar que así iba a ser. El guion estaba escrito y, las crónicas de los periodistas, preparadas de antemano. En Venaria Reale, la localidad que albergaba la salida de la etapa, lucía un sol radiante; la temperatura era perfecta y, el ambiente, festivo. Además, el recorrido de la jornada inaugural se adaptaba al milímetro a las características de Pogačar. Su equipo, el UAE Team Emirates, no dejó que la escapada cogiera más de 1:30 en los compases iniciales del día, una forma indirecta de declarar que querían la etapa y la maglia rosa.
Sin embargo, todo comenzó a complicarse en la ascensión al Colle della Maddalena, que se coronaba a 21 kilómetros de línea de meta. Ahí, pese al ritmo del UAE, que cortó a buena parte del pelotón, Pogačar no atacó, lo que provocó que, tras coronar, un grupo de ciclistas se marchara por delante. Al esloveno sólo le quedaba un gregario, Rafal Majka, que pedaleó todo lo deprisa que pudo para dar caza a los escapados, pero la carrera llegó abierta al último paso por el San Vito, una pequeña pero explosiva subida de 1,4 kilómetros, a la que Nicola Conci llegó con un buen puñado de segundos de ventaja.
No podía esperar más. Pogačar atacó en la primera rampa, pero el esloveno no contaba con que Jonathan Narváez, el ecuatoriano del INEOS Grenadiers, aguantase su rueda. Cazaron a Conci, pero ambos, junto al alemán Maximilian Schachmann (BORA-hansgrohe), coronaron juntos San Vito. La victoria se le había complicado, y mucho.
Faltaban 3 kilómetros para línea de meta, y pese a su velocidad al esprint, Pogačar no las tenía todas consigo. Sabía que, a su rueda, llevaba a dos corredores hábiles, rápidos y curtidos en mil batallas que le podían birlar el triunfo como, al final, sucedió. En el esprint por la victoria, el esloveno se vio superado por ambos. Narváez consiguió en Turín, que estaba a rebosar de aficionados,el mejor triunfo de su carrera deportiva, por delante de Schachmann y de un Pogačar que, por primera vez este año desde la Milán San-Remo, mordió el polvo.
Final en alto en Oropa
Mañana, ya en la segunda etapa, llega el primer final en alto de este Giro de Italia: Oropa. No es una ascención especialmente dura (11,8 kilómetros al 6,1%) pero, como siempre, todo dependerá de la actitud con la que el pelotón afronte la jornada. La responsabilidad de marcar el ritmo recaerá sobre el INEOS, por lo que Pogačar podrá darle un día de descanso a sus compañeros y, en función de como marche la etapa, atacar, o no, en la subida final.
Si el pelotón no permite que llegue la fuga, tendrá muchas opciones de hacerse con el liderato, puesto que hoy ha logrado un buen puñado de segundos sobre sus rivales en la general, y Oropa es una subida demasiado dura para Narváez y Schachmann que, salvo sorpresa, cederán.
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