La 107 edición del Giro de Italia ha llegado a su fin con un precioso esprint en el corazón de Roma. Tim Merlier se ha impuesto ante un Jonathan Milan que, ayudado por los coches, protagonizó una remontada colosal en los últimos kilómetros, tras sufrir un pinchazo cuando el pelotón ya enfilaba la última volata de este Giro. Parecía que estaba fuera de carrera, pero el italiano fue capaz de reincorporarse y, gracias al trabajo de su equipo, disputar el esprint, donde sólo Merlier fue más rápido que él.

Cuesta imaginar (de hecho, casi es mejor no pensarlo) el Giro que hubiésemos vivido sin Tadej Pogačar. Su ausencia habría sido devastadora para el espectáculo. Sin su arrojo, valentía y ambición, la carrera, bajo el ritmo mortecino del INEOS Grenadiers, hubiera transcurrido sin pena ni gloria por tercer año consecutivo. La tensión competitiva habría brillado por su ausencia, y todas las etapas de montaña (o, al menos, las más importantes) hubieran sido regaladas para las escapadas. La general se habría decidido en las contrarrelojes de Perugia y Desenzano del Garda, y más allá de algún momento muy concreto, no recordaríamos nada de este Giro dentro de pocos meses.

Por fortuna, ese escenario queda para el terreno de la imaginación. Si de algo podemos estar seguros es de que este Giro tiene asegurado un hueco en la memoria de todo el que lo haya seguido. No por la emoción, que no ha habido puesto que la Corsa Rosa estaba sentenciada antes de que comenzara, sino por lo que significa para la historia del ciclismo. El Giro 2024 es, desde hoy, el Giro de Pogačar, cuyo palmarés le sitúa ya como uno de los mejores corredores de todos los tiempos (y el mejor del siglo XXI) a pesar de tener sólo 25 años.

Un Giro perfecto

El balance para Pogačar es inmejorable. Se marcha de Italia con seis victorias parciales, habiendo vestido la maglia rosa durante 20 de las 21 etapas, y llevándose también la clasificación de la montaña. La primera parte de su reto está cumplida. Ahora, sin embargo, le queda la más difícil: ganar el Tour de Francia.

En Italia todo ha marchado según lo previsto. Mejor, imposible. No se ha visto obligado a forzar el motor ni un sólo día. Ha atacado cuando ha querido y ha ganado todas las etapas que se ha propuesto, salvo la primera en Turín. El desgaste ha sido todo lo mínimo que podía ser, por lo que es de esperar que, dentro de un mes, se presente en Florencia (la ciudad de la que sale el Tour) descansado y en perfecto estado de forma, listo para afrontar otro esfuerzo de tres semanas.

Junto a Pogačar, en el podio de Roma han estado Daniel Felipe Martínez y Geraint Thomas. El colombiano ha logrado el mejor resultado de su carrera deportiva gracias a un factor que no había sido capaz de mostrar en el pasado: regularidad. Su calidad estaba demostrada, pero hasta ahora no conseguía mantener su mejor nivel durante tres semanas. Este Giro marca un punto de inflexión para él. El británico, por su parte, se ha hecho con su cuarto podio en una 'Grande' a sus 38 años. Lejos de su mejor nivel, Thomas está brillando en el Giro en la recta final de su carrera deportiva (fue segundo el año pasado) gracias a su regularidad y destreza en las contrarrelojes.

No obstante, el esloveno se encontrará con rivales más duros en julio. Aunque está por ver si Jonas Vingegaard podrá tomar la salida después de su terrible caída en la Vuelta al País Vasco a principios del mes de abril, sí está confirmada la presencia de Primož Roglič, Richard Carapaz y Remco Evenepoel, así como también la de los españoles Carlos Rodríguez y Juan Ayuso, que corre en el mismo equipo que Pogačar y que, en teoría, estará en el Tour para ayudarle en los momentos decisivos, y no para luchar por sus intereses.

Protagonismo español

Volviendo a Italia, más allá de Pogačar, esta edición del Giro nos ha ofrecido, como suele ser habitual en mayo, escapadas fantásticas con ciclistas de mucho nivel peleando por los triunfos parciales. Pelayo Sánchez, en la etapa del sterrato, logró la primera victoria española en el Giro en los últimos cinco años ante un Julian Alaphilippe que se resarció una semana después en Fano. El doble campeón del mundo aún está lejos de su mejor nivel, pero aquí ha resucitado, tras dos temporadas aciagas, con una victoria bellísima y que le facilitará firmar un buen contrato en los próximos meses. Otro al que no le faltarán las ofertas en el futuro será al alemán Georg Steinhauser, que consiguió un gran triunfo en el Passo Brocon tras una cabalgada en solitario sólo apta para ciclistas con mucho, mucho motor.

Por otro lado, la afición italiana tiene motivos para estar satisfecha. Antonio Tiberi ha finalizado quinto en la clasificación general y se ha llevado para casa el maillot blanco que le acredita como el mejor joven de la carrera. A sus 22 años todavía tiene bastante margen de progresión, y su potencia en las contrarrelojes le permitirá hacer buenas generales en el futuro, aunque deberá incrementar su nivel en la montaña para aspirar a algo más que buenos puestos. Todavía mejores sensaciones ha transmitido Giulio Pellizzari, que con tan sólo 19 años se ha destapado como un súper escalador, quedando segundo en el Monte Pana y que ayer, en el Monte Grappa, protagonizó un ataque extraordinario para un ciclista de su edad.

Ahora, a por el Tour

El último ciclista que ganó el Giro de Italia y el Tour de Francia en la misma temporada fue Marco Pantani, allá por 1998. Desde entonces, los tres corredores que lo han intentado con ciertas garantías (Alberto Contador, Chris Froome y Tom Dumoulin) se han quedado lejos de conseguirlo. Las opciones de Pogacar de ganar en Francia se multiplicarán si Vingegaard, finalmente, no toma la salida en la Grande Boucle, aunque en todo caso está ante una oportunidad única. De conseguirlo, estaríamos ante una gesta no ya del ciclismo, sino de la historia del deporte... aunque en Francia tendrá más resistencia que en Italia.

Veni, vidi, vici.