Algún día será el último de Rafael Nadal Parera (Manacor, 1986) como tenista. Ese momento, tan temido para por los amantes del deporte como cercano para el 22 veces campeón de Grand Slam, se aproxima.
Las lesiones obligaron al balear a anunciar que 2024 sería su último curso como profesional: "Mi intención es que el año que viene sea el último y poder jugar los torneos que me apetezcan para despedirme de aquellos que me han marcado" apuntó Nadal hace poco más de 365 días. "No me merezco terminar así, haciendo una rueda de prensa. Voy a esforzarme para que mi final sea de otra manera. Siempre vale la pena hacer un esfuerzo más", apostilló.
Las lágrimas de todo Madrid, la gratitud y el respeto en Roma y ahora, tras una resistencia numantina, la despedida que más duele, la de París. "Hay un gran porcentaje de posibilidades de que no vuelva a jugar aquí, en Roland Garros, pero todavía no lo sé seguro", señaló inmediatamente después de hincar rodilla con Alexander Zverev.
Ídolo para aficionados y también tenistas, como demostraron con su insólita presencia en que pudo ser su último baile en París. Los peces gordos Djokovic y Alcaraz se dejaron ver por las gradas; mientras que, según destacó Álex Corretja en la retransmisión, varios compañeros se agolparon en la salida de la sala de jugadores a la Philippe Chatrier para presenciar los que -hasta que no se confirme lo contrario- serán los últimos raquetazos de Nadal en Roland Garros. "Es señal de mi legado y la historia que tengo detrás del torneo".
Con 14 títulos y un balance de 112 victorias y 3 derrotas sobre la tierra de París, Nadal demostró con honores que todavía puede plantar cara a todo un número 4 del mundo en plena forma como Zverev. "Es difícil hablar para mí en este momento, no se si será mi última vez aquí, pero si lo es ha sido un placer para mí recibir todo el apoyo que tengo de esta pista", destacó tras morder el polvo por cuarta vez en 18 ediciones del grande parisino.
Rafa Nadal se despide de la Philippe Chatrier
El horizonte de Roland Garros desaparece para Nadal; mientras, todo el mundo del tenis se pregunta si ya está o si el incombustible tenista que les hizo creer durante cerca de 20 años que todo era posible puede estirar aún más su carrera.
"Vengo de afrontar dos duros años de lesiones. Solo tengo que decir que no fue demasiado mi nivel. Para mi es difícil que va a pasar en el futuro. Es probable que no vuelva aquí a Roland Garros, pero no es seguro (...) Espero volver a esta pista dentro de dos meses para los Juegos Olímpicos y recibir todo este apoyo", explicó Nadal, que puso en duda su presencia en Wimbledon: "No creo que sea adecuado hacer una transición de hierba a tierra cuando los Juegos son en tierra. No es una idea positiva. Tenía el sueño de jugar en Roland Garros y me he sentido competitivo, pero no ha sido suficiente".
La pelea constante que representa la trayectoria deportiva de Nadal regaló un ejemplo más con Zverev. Nadal, con el puesto 275 del ránking y contra la lógica, volvió a hacer pensar que podía con todo. Ese mismo elemento utilizó más tarde para preparar su marcha definitiva: "La lógica dice que es muy difícil llegar al próximo Roland Garros".
"Te amamos demasiado y esperamos verte de nuevo el próximo año", clama la organización desde su cuenta oficial. Nadal, que en una situación como la actual borra el largo plazo de su mente, deja todo atado: "Muchas gracias a la organización del torneo, mi familia, amigos, nunca imaginé de pequeño conquistar todo lo que he conquistado aquí. Las sensaciones que me hacéis sentir aquí son increíbles y muchas gracias por todo. No sé si es un adiós definitivo o no pero muchas gracias por todo".
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