La tanda de penaltis del Portugal - Eslovenia de cuartos de final ya es historia de las Eurocopas. La forma en la que un héroe, Diogo Costa, ha conducido a su selección a la siguiente ronda rompe las cotas de la épica.

El portero del Porto FC, que ya sacó un pie decisivo para alcanzar el desenlace por penaltis, se ha convertido en el hombre más querido en la nación portuguesa tras detener los tres lanzamientos de Eslovenia en la tanda.

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La euforia de Portugal fue el colofón a una cascada de emociones que se apoderó del encuentro con Eslovenia, uno de los 0-0 más excitantes que se recuerdan. En menos de media hora, Portugal acarició el pase al tener la posibilidad desde los 11 metros. Cristiano Ronaldo enfiló hacia la gloria y se topó con Jan Oblak, que frustró un lanzamiento que apuntaba para un récord más.

La parada de Oblak cayó como un mazazo irrecuparable para Portugal, que aunque estaba 0-0 veía como su líder, Cristiano Ronaldo, rompía a llorar en mitad de la prórroga tras la acción. El 7 de Portugal se repuso para la tanda, en la que los lusos fueron infalibres, tanto al ejecutar como al parar, con Diogo Costa como llave para los cuartos de final.

Antes de eso, aunque no tanto como puede engañar el clímax del desenlace final, hubo un partido regulero de fútbol. Portugal empujó a Eslovenia desde el minuto uno. Los de Roberto Martínez, uno de los favoritos al título, evitaron la especulación y mostraron el convencimiento en su poderío a las primeras de cambio.

La selección lusa acorraló a Eslovenia junto a Oblak. Los centros laterales se sucedían, aunque no llegaban a encontrar un rematador certero. Rafael Leao, el más incisivo de Portugal durante buena parte del choque, se relamía para el 1-0 cuando la defensa eslovena le robó un centro de Palhinha que pedía el gol.

Poco después fue Cristiano Ronaldo el que no consiguió remachar. El astro de Fuchal se enredó en un mal control que le privó de la posibilidad de fusilar a Oblak y más tarde no alcanzó un centro casi perfecto de Bernardo Silva.

El arranque poderoso de Portugal no obtuvo el premio del gol y tras los 15 minutos de máxima intensidad Eslovenia apagó el empuje luso. La sensación de peligro acompañaba cada uno de los ataques de Portugal, que pese a rondar los dominios de Oblak era incapaz de transformar su superioridad con ocasiones claras.

Cristiano probó con una falta directa que se marchó muy cerca del larguero. El capitán y líder de Portugal, con la mente puesta en anotar en su sexta Eurocopa para hacer avanzar aupar a los suyos, se lamentaba por la falta de precisión. Mientras, el plan de Eslovenia crecía. Al filo del descanso Leao abrió un pequeño hueco en el entramado balcánico para poner a Palhinha con todo de cara desde la frontal, pero el disparo del centrocampista luso lamió la cepa del poste.

Con el cambio de campo, el desesquilibrio de Portugal pasó de Leao a Cancelo. El carrilero protagonizó varias escapadas por la banda derecha que levantaron a la afición portuguesa del asiento; sin embargo, ese toque definitivo que marca la suerte del gol se resistía a las andanzas de Cancelo, que no llegó a conectar sus centros con un destinatario concreto.

La superioridad de Portugal no terminaba de tambalear a Eslovenia, que tapaba las posibles fugas con una repetición de esfuerzos constante. Cristiano retó a Oblak con varios cañonazos de libre directo, pero el guardameta del Atlético de Madrid respondió con seguridad.

El cronómetro corría y el estrés se evidenciaba en los portugueses, que tenían que volcarse sin descuidar su portería al tiempo que la posibilidad de prórroga aumentaba.

Una salida en tromba de Benjamin Sesko encogió a Portugal. El ariete esloveno ganó un balón en el centro del campo y retó a Pepe en un uno contra uno a campo abierto. Sesko, 20 años más joven que el mítico zaguero, superó al portugués, que hizo lo que pudo para incomodar al delantero, cuyo intento se marchó cruzado.

El aviso de Eslovenia mandó un mensaje claro a Portugal, que continuó en su búsqueda del desequilibrio sin descuidarse en exceso. Los de Roberto Martínez trataban de romper líneas en busca de los cuartos de final y mantuvieron la presión hasta el minuto 90.

La resistencia eslovena casi se desmorona sobre la bocina, cuando Cristiano Ronaldo tiró el enésimo desmarque, recibió en ventaja y definió con un zurdazo que Oblak atrapó con aplomo. El acoso luso se barajaba con la garra de Eslovenia, que tuvo oportunidad de salir con peligro en el tramo final, aunque sin la claridad necesaria como para romper el empate.

El destino de Portugal y Eslovenia tendría que decidirse en la prórroga. Fráncfort fue testigo de la capacidad de los eslovenos de sostenerse cuando más apretaba Portugal, que echó en falta cierta lucidez en los metros de la verdad.

Los primeros 10 minutos del tiempo extra no ofrecieron sorpresa. El guion era el de casi siempre: futbolistas fatigados, nervios, miedo a perder y poca alternativa hasta que Diogo Jota entró como cuchillo en mantequilla al corazón de la defensa de Eslovenia para provocar un penalti que se antojaba prácticamente definitivo.

Cristiano se ponía a 11 metros de conseguir un hito histórico que podía llevar a Portugal a cuartos de final. Sobre la línea de gol, Oblak, que agigantó su figura para evitar un abrazo más de Cristiano a la leyenda. El meta esloveno sostuvo a los suyos con una parada antológica. El gafe de Cristiano Ronaldo en la Eurocopa se alargaba y las lágrimas de desesperación escapaban por el rostro del seis veces balón de oro.

El suspense en Fráncfort era total. O eso parecía, ya que el drama aumentó con un fallo clamoroso de Pepe que sirvió a Sesko una oportunidad de oro. Diogo Costa hizo de Oblak y sacó un pie prodigioso para llevar a Portugal a los penaltis.

La figura de Diogo Costa pasó de fundamental a la de héroe nacional. El portero del Porto dejó un pleno histórico de paradas en la tanda que pone a Portugal en los cuartos de final frente a la Francia de Kylian Mbappé.