El gol de Mikel Merino para levantar a toda España ya es parte de la historia de la Selección. Un cabezazo perfecto en una llegada medida y con la rosca justa para encontrar la escuadra que sirve para destrozar el sueño alemán y avivar el de España, bajo suspense tras el empate de Wirtz a un instante del minuto 90.

"Es el gol más importante de mi carrera, claro", apuntó el protagonista, que dio el golpe de mano definitivo en unos cuartos con aroma a final. "Ha sido el partido que esperábamos todos, entre dos de las mejores selecciones del mundo. Puede ser una final del mundo o de la Eurocopa".

El centrocampista de la Real Sociedad nacido en Pamplona a pocos días del chupinazo de 1996 entró en escena a teóricos 10 minutos del desenlace. Luis de la Fuente dio paso a uno de los líderes de esa unidad B tan necesaria para alcanzar la gloria en un campeonato como la Eurocopa y sentó a Nico Williams en un cambio de claro corte defensivo.

La sustitución, que sacrificaba el vértigo de España, buscaba otro tipo de piernas, más para reforzar el centro del campo y poder aguantar el resultado y menos para el vuelo. Como ya saben, los 10 minutos se convirtieron en 40. "Pues estoy muerto, la verdad", reconocía Merino, que cerraba un círculo para los más románticos en Stuttgart: su padre, Miguel Merino, marcó en el mismo estadio uno de los goles que sirvieron para que Osasuna eliminase al Stuttgart en la Copa de la UEFA de 1991, y él, Mikel, emuló la celebración con paseíllo alrededor del banderín. Para engrandar el embrujo, Mikel Merino abrazó la leyenda en el mismo coliseo en el que debutó con la Selección.

"La adrenalina me está pasando factura ahora. Ha sido un momento único. Hay mucho trabajo detrás y sobre todo por mis compañeros, que estaban haciendo un gran trabajo y que nos empaten en el 90 es un varapalo, pero es un premio a la constancia y creo que nos lo merecemos", señaló Mikel Merino en un ejercicio de humildad casi tan grande como el que personificó al acordarse de la icónica celebración de su padre. Mientras, sus compañeros se arremolinaban en torno a Merino, volaban cervezas y todo tipo de objetos en cualquier espacio del territorio español, pero el centrocampista de la Real Sociedad recordaba algo sucedido años antes de que él siquiera hubiera nacido.

"Algo tiene este estadio porque nos da suerte, mi padre también marcó aquí. Un estadio especial para nosotros", recordaba al tiempo que una sonrisa delatadora escapaba de un jugador más que pulcro en lo técnico pero destacado por su entrega. "Los que han salido del banquillo han sido muy importantes, el nivel es altísimo. Hemos demostrado que sabemos sufrir, que tenemos un equipazo", subrayaba el héroe al que casi nadie esperaba.

Si hay alguien que de verdad puede presumir de confiar en Merino es De la Fuente: "Hoy ha sido un partido de los que hacen afición. Comprometidos y trabajando en equipo, se consiguen cosas. Pasarán a la historia, si no han pasado ya", elogiaba el técnico, que ensalzó la capacidad de encaje de España: "El gol ha sido un duro golpe. El efecto psicológico es fuerte. Se pasan unos minutos hasta conseguir la normalidad. Con el paso de los minutos hay que trasmitir que podemos volver a hacerlo como antes. Hasta el golazo de Mikel Merino hemos seguido insistiendo. Quiero poner en valor a este grupo de jugadores".

El discurso de Luis de la Fuente evitó encumbrar un nombre por encima de todos, pese a que toda España recordará siempre este partido como 'El del gol de Mikel Merino': "No hay nada de más orgullo que representar al país y que los ciudadanos estén contigo. Estos jugadores son un ejemplo de valores para el país. La emoción se contagia a la gente. Todavía no sé qué haremos, pero siempre estaremos con la cabeza alta y dejaremos a España en el lugar que merece", concluyó el seleccionador nacional.