No muchos confiaban en una victoria de la selección española de fútbol antes de empezar la Eurocopa. Pero ya en la fase de grupos se vio que este equipo enganchaba gracias a los buenos resultados, al buen juego y al carisma de jugadores como Lamine Yamal, Nico Williams o Marc Cucurella, que se han convertido ya en auténticos ídolos. El final fue el mejor posible: España alzó el título en Berlín mientras más de trece millones de espectadores lo seguían por televisión en nuestro país. Así que todo indicaba que la fiesta de los campeones en Madrid iba a ser una auténtica locura. Y cumplió con creces.

La expedición española aterrizó en el aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas pasadas las 15:00 de la tarde. El presidente de la RFEF, Pedro Rocha, escoltó al cuerpo técnico y a los 27 jugadores (los 26 que fueron convocados para el torneo más Gavi, que a pesar de perdérselo por una lesión ha acompañado a sus compañeros durante todas las celebraciones). Las primeras paradas fueron Zarzuela y Moncloa, donde fueron recibidos, respectivamente, por los Reyes y las infantas y por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Fueron visitas exprés y muy protocolarias, donde los jugadores les entregaron camisetas de la selección y recibieron a cambio discursos de agradecimiento. Aunque dejaron una imagen para el recuerdo: el gesto de Carvajal con Sánchez.

Pero lo bueno estaba por llegar. Cibeles, abarrotada de gente desde horas antes, esperaba con ansia para la verdadera fiesta. A eso de las 20:00 horas los jugadores se subieron a un autobús descapotable para comenzar la rúa. Salieron de Moncloa y pasaron por Princesa, Alberto Aguilera, la Plaza de Colón, Jorge Juan, Serrano, la Puerta de Alcalá y Montalbán antes de, por fin, llegar a la mítica fuente, donde la RFEF ya tenía preparado desde el día anterior un escenario para las celebraciones.

Por el camino el ambiente se iba calentando a medida que el autobús se acercaba a Cibeles y el número de aficionados iba en aumento. Cucurella y Mikel Merino, entre otros, bebían cerveza. A algunos se les notó algo los efectos de la bebida. Y mientras, Lamine Yamal, el único menor de edad de toda la convocatoria -acaba de cumplir 17 años- se tenía que contentar con beber Coca-Cola. No pareció importarle al joven extremo, que ya empezó a practicar los primeros bailes acompañado de Nico y Fermín, el trío inseparable. Al eso de las 22:00 horas, cuando el sol ya había desaparecido, los jugadores llegaron por fin a Cibeles.

Nada más bajar del autobús fueron recibidos por José Luis Martínez-Almeida, alcalde de la capital. Las siguientes fueron la infanta Elena y su hija, Victoria Federica, que también quisieron saludar a los protagonistas. Todo estaba a punto para el momento cumbre, y la duda estaba en saber quién tomaría el relevo de Pepe Reina y ejercería como speaker.

Pero se solventó pronto. Fue Morata el que cogió el micro dispuesto, tal y cómo dijo, a presentar al resto de sus compañeros "si la voz le aguantaba". Y lo cierto es que estuvo a la altura. El capitán, que ha dejado caer que este podría ser su último torneo con la selección, no ha escondido nunca cómo le afectan las críticas, especialmente cuando vienen de los aficionados españoles. Durante la tarde, además, surgió el rumor de que su marcha al Milan es casi un hecho. Pero en cualquier caso, y pase lo que pase con su futuro, ya puede llevarse consigo una noche donde sí recibió de manera unánime en calor del público y se sintió protagonista absoluto.

La presentación, jugador a jugador

Antes de comenzar, Morata quiso dar un mensaje a la afición: "Somos el mejor país del mundo, y somos campeones de Europa. Tenemos la mejor comida, los mejores trabajadores, los mejores sitios de vacaciones..." arrancó el capitán, que también se acordó de la generación de oro de la historia de España: "Hemos crecido viendo a Casillas, Torres, Villa, Xavi, Iniesta, Busquets, Alba, Piqué, Víctor Valdés... Y a todos los que se me están olvidando ahora. Nos enseñaron cómo se lucha, cómo se trabaja y cómo se consigue todo esto".

A partir de ahí, Morata uno a uno fue presentando a sus compañeros con un improvisado discurso mientras dejaba algunos recaditos a los rivales que cayeron eliminados. Uno de los cánticos estrella fue el ¡Gibraltar español!, que los propios jugadores españoles se encargaron de jalear, acordándose de los ingleses, sus rivales en la final.

Cada jugador eligió una canción para el momento de salir escena. Algunos se animaron a cantarla y otros ni siquiera se la sabían. Pero cada una de ellas tenía su propia historia. Hubo varios momentos estelares. Le Normand gritando ¡Viva España!, los gritos de la afición pidiendo el Balón de Oro para Rodri (mientras Joselu señaba a su cuñado Carvajal) y Pedri bailando cojo la canción Pedro de Rafaella Carrà. Pero los más ovacionados no pudieron pillar por sorpresa a nadie.

Fueron Nico Williams (que en medio de los rumores de su posible salida salió al escenario con una gorra que conmemoraba las 25 Copas del Rey del Athletic): Lamine Yamal (que bailó la canción Eu Quero Tchu, Eu Quero Tcha, que popularizó Neymar hace más de una década); Jesús Navas, el jugador con más títulos de la historia de la selección, y la gran revelación de la Eurocopa, Marc Cucurella, que llevaba recogido en una coleta el pelo que tan famoso le ha hecho. De inmediato la afición le exigió que entonara su canción "Cucurella, se come una paella..." y que se soltase la melena, literalmente. Por supuesto, 'Cucu' cumplió con todo.

Ayoze cerró las presentaciones de los 26 jugadores. Pero faltaba Gavi. "Formabas parte de esto, y nos ayudado con todo", le aplaudió Morata. "Quería dar las gracias a toda la afición. Estoy orgulloso de todos ellos, se lo han merecido. ¡Muchas gracias y viva España!", declaró el centrocampista sevillano. Luis de la Fuente fue el penúltimo en salir a escena bajo la música de Julio Iglesias.

"Has sido el primero en confiar en los jugadores, el primero en decirnos que esto se podía hacer. Y con la presión que tienes, todas las Eurocopas que has jugado las has ganado", le reconoció Morata, antes de pasar a las bromas: "Si te da la mando fuerte se te cae el móvil. Levanta 150 kilos en press de banca. ¡Y nos ha llevado a hacer historia y conseguir la cuarta Eurocopa!". En ese momento, el resto de miembros del staff técnico del seleccionador inundaron el escenario. Ahora sí, ya estaban todos.

Invitados sorpresa

La cantante Aitana hizo una aparición exprés para interpretar su tema Mon Amour y hacerse una foto con los campeones. Miguel Merino, padre de Mikel Merino, salió a escena para recordar el gol de su hijo frente a Alemania en los cuartos de final y el tanto que el mismo anotó con el Osasuna en el mismo estadio de Stuttgart hace más de tres décadas. Almacor volvió a levantar al público con Brillos Platino. E Ibai Llanos se pasó para saludar y alzar el trofeo al cielo de Madrid. "Me da vergüenza, aquí no pinto nada", declaró el streamer vasco.

Patxi Salinas y Luis de la Fuente, grandes amigos, se animaron a cantar Quijote, de Julio Iglesias. Por allí también se pasó Isabel Aaiún para entonar su Potra salvaje, la canción del verano en España, que la propia selección adoptó como himno durante la Eurocopa. El broche final, al filo de la medianoche, fue que la afición y los jugadores cantaran al unísono el célebre We are the champions, de Queen. Pero antes de eso, Morata cedió el protagonismo a María Caamaño, una niña de 11 años que sufre sarcoma de Ewing, para que levantara la copa. Aunque durante toda la celebración la pequeña acompañó a los jugadores encima del escenario.

A lo largo del día, e incluso desde la noche anterior, diversos medios aseguraron que Carlos Alcaraz formaría parte de la fiesta de la selección. La imagen pintaba a histórica: el murciano sujetando el trofeo de Wimbledon y los futbolistas alzando la Eurocopa en Cibeles. Pero finalmente Marca informó que el tenista no formaría parte de las celebraciones, y viajaría directamente a Murcia, donde tiene programado su primer entrenamiento para este miércoles con la vista puesta en los Juegos Olímpicos. En cualquier caso, un nuevo título y otra noche histórica de una selección española que ha vuelto a lo más alto.