Esperábamos una gran ceremonia. Sabíamos que Francia iba a gritar bien alto que son franceses y que lo hacen mejor que los demás pero la inauguración de los Juegos Olímpicos de París ha superado todas las expectativas y se ha convertido en un espectáculo de cuatro horas en el que no podíamos de dejar de mirar la televisión.
La idea de llevar la fiesta al centro de la ciudad ha sido un acierto, allí, en ese escenario maravilloso que son las orillas del río Sena han congregado a miles de curiosos que veían desfilar a las cientos de embarcaciones que han surcado el corazón de la ciudad ondeando las banderas de sus países. Aquí, se ha abucheado a Israel y se ha aplaudido a Palestina y el resto, sin mayor ajetreo, han ido saliendo poco a poco y con varias interrupciones en las que las protagonistas eran otro tipo de actuaciones.
Y han empezado fuerte, con una Lady Gaga interpretando Mon truc en plumes, canción de Zizi Jeanmaire, pero no ha ido a peor con la artista francesa de origen malinense Aya Nakamura. Pero quizás lo mejor ha sido lo propio, cómo han resaltado su historia, su cultura, sus grandes literatos, personajes históricos y cómo se han puesto de rodillas ante las mujeres que les han hecho mejores como Paulette Nardal, Jeanne Barret, Christine de Pizan, Louise Michel, Alice Guy y Simone Veil mientras Axelle Sant-Cirel cantaba la Marsellena, ante un público enmudecido, encima de un edificio.
Más que deporte, o además del deporte, lo que ha hecho Francia es contarnos porque son el país que son a través de todos sus personajes. Nos han hablado de El Principito desde el Museo de Orsay o de Los Minions mientras estos aupaban a la Mona Lisa. También han llevado la antorcha por el Museo de Louvre iluminando algunas de las obras más famosas, como La Venus de Milo y la Victoria alada de Samotracia.
Todo con escenarios que nos son a todos conocidos. Sus calles, sus museos, sus grandes edificios han sido los protagonistas de una fiesta que nos ha llevado desde Los Miserables, con una María Antonieta decapitada, hasta el rap urbano, haciendo un guiño a los deportes que se han incorporado en esta edición.
Y no han dudado en colocar a la moda en un lugar predominante en esta fiesta de inauguración. Empezando por haber pedido a la compañía de moda de lujo francesa Louis Vuitton que diseñase tanto las bandejas como el cofre donde iban las medallas hasta la celebración de un desfile en una plataforma cruzando el río Sena.
Mientras, seguían cruzando barcos y donde mejor se veían era desde Trocadero, su punto final, la plaza que era el epicentro de los conocidos. Allí el presidente de Francia, Emmanuel Macron, el del Comité, y decenas de artistas y modelos que han ido pasando como si se tratará de un photocall.
También miembros de distintas monarquías europeas entre los que se encontraban los reyes de España, Felipe VI y Letizia, que cuando la embarcación número 25 ha cruzado el Sena se ha levantado a aplaudir ya que sobre la misma iban los atletas españoles. Lo han hecho enfundados en chubasqueros porque acaba de empezar a llover y no ha parado durante un rato.
Los últimos en aparecer han sido los franceses. Con el barco más grande de los doscientos que han atravesado el Sena, 571 atletas ondeaban la bandera francesa provocando los gritos de la mayor parte del público.
Y tras ellos, el país se rendía a los jóvenes con actuaciones al ritmo de música house y techno sobre uno de los puentes y sobre una embarcación que hacía de discoteca al aire libre. Aquí ha aparecido hasta Baco, teñido de azul, y decenas de bailarines que han hecho de la diversidad su seña de identidad bajo las luces de la Torre Eiffel.
Y, para terminar, la llama olímpica ha llegado al final de su recorrido gracias una jinete a lomos de un caballo metálico que ha surcado el Sena a galope. A su paso las alas de las palomas que estaban en los puentes se abrían, casi volando, haciendo referencia a la paz entre las naciones y se mostraban imágenes históricas de otros juegos olímpicos franceses.
El cierre perfecto a una ceremonia impoluta que coloca a Francia, otra vez, como un país imbatible a la hora de quererse. Aunque tuvieron que cerrar de verdad con la sorpresa de la noche: Zidane entregando la antorcha olímpica a Rafael Nadal, que se dio el lujo de navegar después por el Sena junto a mitos como Carl Lewis, Nadia Comaneci y Serena Williams.
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