España ha vuelto a dignificar una vez el balonmano. En un deporte gobernado por los países del norte de Europa, la selección ha demostrado que es una de las mayores potencias mundiales de ahora, y de siempre.

Pero Alemania es mucha Alemania y bajo palos estaba un extraordinario Wolff, que ha detenido los últimos cinco lanzamientos y ha conseguido ser el artífice de que los centroeuropeos pueda optar al oro. Un combinado que aún debe dar gracias a todos los dioses mundiales por haber pisado el parqué en el día de la final, después de haber derrotado a la anfitriona Francia tras una jugada que será recordada para los restos de este deporte. El caso es que los teutones, una vez en la lucha por el oro estaba dispuesta a hacer todo lo posible por llevárselo camino a Berlín. Y vaya que si lo hizo.

España tardó seis minutos en lograr marcar el primer gol. Un muro blanco se edificó en la línea de los seis metros y los jugadores españoles fueron incapaces de hacer un solo tanto. Mientras, Alemania conseguía hacer un colchón de cuatro goles. Sin embargo, Alex Dujshebaev, Tarrafeta y un grandísimo Vargas bajo palos lograron acercarse hasta lograr el empate antes del descanso.

En la reanudación, España volvió a pecar de una siesta impropia de las horas y Alemania recuperó distancia. Pero no contaban, otra vez, con Tarrafeta y Alex y los hispanos lograron redujeron a la mínima distancia el partido a falta de quince minutos.

Los siguientes minutos se convirtieron en un correcalles que no beneficiaron a España porque los goles se sucedían en ambas porterías y no se lograba a estabilizar la desventaja. Faltando diez minutos, el combinado nacional logró poner el empate.

Los últimos minutos sirvieron para demostrar el podería de Wolff que sostuvo a Alemania. España se topó con el portero y desperdició las cinco últimas ocasiones. Tocará esperar al domingo a las 9:30, tocará esperar por el bronce.