Desde el pasado sábado, Emirates Team New Zealand e INEOS Britannia se disputan la Louis Vuitton 37ª America’s Cup en Barcelona. Un Match Final al mejor de 13 regatas, en el que el actual Defensor de la Jarra de las 100 Guineas ha comenzado mostrando su superioridad. Y no solo en el agua, merced al incontestable 4-0 registrado hasta el momento, sino también por las calles de la capital catalana, que están viviendo una invasión pacífica y amistosa de aficionados neozelandeses durante las jornadas de regatas llenando bares, restaurantes y hoteles.
La posibilidad de que Emirates Team New Zealand se convierta en el primer equipo en retener la Copa durante tres campañas seguidas ha motivado una movilización en masa a pesar de los casi 20.000 kilómetros que separan la capital catalana de Auckland. Según fuentes próximas al Royal New Zealand Yacht Squadron (RNZYS), el club representado por el equipo Defensor de la Copa, más de un millar de socios y personas próximas a la entidad ya se han desplazado a Barcelona. Mientras que las primeras estimaciones de algunos enviados espaciales de la prensa neozelandesa ya cifran en más de 5.000 personas a la marea kiwi presente en la ciudad. Un número, que promete “ir en aumento”, aseguran.
Superado y aceptado el hecho de que la regata no se disputase en aguas del puerto de Waitematā, en Auckland, la afición kiwi ha convertido este Match en la excusa perfecta para recuperar la normalidad después de los confinamientos y restricciones de los últimos años, y para disfrutar de un viaje inolvidable, empujada por su pasión por los deportes náuticos, el orgullo patrio y la oportunidad única de disfrutar de una de las ciudades mása icónicas del planeta como Barcelona.
Por si esto no bastase, la America's Cup brindará a muchos de ellos el pretexto perfecto para reunirse de nuevo con familiares y viejos amigos procedentes de otros puntos de Catalunya, España y de otros países del resto de Europa como el Reino Unido, donde la comunidad de expatriados neozelandeses supera las 60.000 personas. Es precisamente esta proximidad con las islas británicas la que pudo hacer presagiar que INEOS Britannia arrebataría la condición de local al equipo que hizo posible que la Copa se disputase en Barcelona. Sin embargo, la (pacífica) invasión kiwi vivida en el primer fin de semana de Match ha evidenciado cómo este enfrentamiento con la antigua metrópoli es casi una cuestión de Estado. Incluso, por encima de las urgencias históricas de los británicos, que 173 años después de aquella primera derrota en la isla de Wight a manos del America, siguen sin saber lo que es alzar el sagrado aguamanil de plata.
Regatas
Un paseo por el Port Vell en los días de regata basta para despejar la incógnita de quién seguirá jugando “en casa” en este Match. Desde primera hora, por todo el Moll de la Fusta y en las inmediaciones del monumento a Colón, el desfile de personas ataviadas con la camiseta negra del Emirates Team New Zealand, la Blue Ensign y la Silver Fern resulta incesante. Los más madrugadores incluso, se posicionan en la Rambla del Mar para despedir al Taihoro en su camino triunfal, escoltado por una canoa maorí, hacia al campo de regatas. A continuación, decenas de fans hacen cola acceder al Kiwi Corner, la flamante carpa instalada junto a la base del equipo oceánico, una hora antes incluso de la apertura de puertas.
De vuelta al Race Village, el ambiente es eminentemente familiar y de camaradería, con diversos grupos juntando las mesas y disfrutando de un picnic improvisado, intercambiando bocados de los diferentes puestos que integran la variada oferta gastronómica del recinto.
La jornada de regatas transcurre nuevamente de forma victoriosa para los Pete Burling, Nathan Outteridge y compañía, consolidando su ventaja en el Match. Sin embargo, muy pocos se aventuran todavía a cantar victoria.. Por este motivo, ya tienen asumido que, como mínimo, la aventura catalana se alargará por lo menos hasta el fin de semana.
Durante estos días, Barcelona seguirá siendo la tercera gran isla de Aotearoa (Nueva Zelanda). Un enclave en el que miles de kiwis, entre regatas y celebraciones, compartirán con el público catalán la grandeza de la America's Cup, mostrando cómo una regata puede trascender al deporte para convertirse en un evento cultural y social.
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