El futbolista ghanés Raphael Dwamena, ex del Levante y del Real Zaragoza, falleció el pasado sábado durante un partido. Esta noticia no sorprendió a Antonio Asso, que fue su cardiólogo en el conjunto maño. Así lo ha revelado el médico del Servicio de Cardiología del hospital Miguel Servet y del Instituto de Arritmias de Quirónsalud en una carta abierta en la que señala su negativa a retirarse y el quitarse el desfibrilador poniendo su vida en manos de Dios como las causas de su muerte.

«Logramos convencerle de la imperiosa necesidad de implantarle un desfibrilador para al menos garantizarle la vida, a la par que desaconsejamos la práctica profesional deportiva. Insistí en que según fuera evolucionando la enfermedad, en algún momento podríamos abordar el origen de la arritmia mediante alguna intervención de ablación, pero eso requería que se mantuviera vivo, y para ello era imprescindible el desfibrilador», remarcó Miguel Servet en la carta publicada por el Heraldo de Aragón.

«Estaba empeñado en seguir su carrera profesional por encima de todo y acabé perdiendo la esperanza de influir en él», afirmó el que fuera el cardiólogo del Real Zaragoza, que siguió en contacto con Raphael Dwamena después de que dejase el conjunto maño.

«Hace un par de años, me comunicaron que el desfibrilador le había salvado la vida al presentar una arritmia maligna que había sido correctamente tratada de forma automática por el dispositivo. Posteriormente habíamos perdido el contacto. Hace un año supe por la prensa que había solicitado la retirada del desfibrilador implantado por nosotros y que finalmente se le había explantado (creo que en Suiza). Era ya tarde, su decisión era irrevocable y ponía toda su responsabilidad en sí mismo y en la voluntad del Dios en que creía. Desde ese momento fui consciente de que un día sucedería la tragedia que el sábado se ha consumado en un campo de futbol de Albania», lamentó.

El mensaje del cardiólogo de Dwamena a los creyentes

«Ha fallecido como consecuencia de una respetable decisión personal, pero si no se hubiese explantado el desfibrilador Raphael seguiría vivo. Año tras año, los avances tecnológicos ponen en nuestras manos nuevas herramientas para tratar mejor los graves problemas arrítmicos que padecía, y cabe especular -para el creyente- que esas técnicas son servidas por ese mismo Dios en el que Dwamena firmemente creía. Es el final de una triste y previsible historia. A veces las noticias son confusas, y conviene aclarar para los miles de pacientes que llevan un desfibrilador y confían en la seguridad que aporta, que no ha fallecido alguien que llevaba un desfibrilador, sino alguien que NO lo llevaba», recalcó con contundencia Miguel Servet.

Por último, el que fuera su cardiólogo en el Real Zaragoza, se refirió a Raphael Dwamena como «un gran chico, noble y de mirada limpia, sin aires de estrella».