Objetivos Desarrollo Sostenible

Agricultura 4.0: cosechas abonadas con ciencia y tecnología

Drones, agroguías y plataformas de análisis Big Data ayudan a combatir los efectos del cambio climático en el el sector agroalimentario

Drones al servicio de la agricultura

La tecnología es una de las claves de supervivencia de la agricultura en el futuro. Drones, sensores aéreos y terrestres, maquinaria guiada por GPS y cámaras de suelo son los nuevos huéspedes de un paisaje rural que se enfrenta a grandes desafíos. Entre ellos, alimentar a una población mundial en permanente crecimiento –la FAO calcula que en 2050 habrá 2.000 millones de habitantes más en el planeta-, y combatir al mismo tiempo la progresiva pero veloz pérdida de superficie cultivable. Solo en España, el Banco Mundial calcula que se ha pasado de 0,53 hectáreas por persona en 1961 a 0,27 en 2015.

El cambio climático tiene mucho que ver en todo esto. Los fenómenos extremos y la impredecibilidad de los patrones meteorológicos que lleva consigo el calentamiento global prefiguran un escenario preocupante para las explotaciones agrarias: sequías, grandes aguaceros, tempestades, desestacionalización de las cosechas, nuevas plagas… Se impone una transición hacia sistemas de producción agrícola más productivos y eficientes, que nos permitan obtener más alimentos consumiendo menos recursos naturales. Es lo que se ha dado en llamar la agricultura climáticamente inteligente, un concepto muy amplio que tiene en las nuevas tecnologías y la biotecnología a sus mejores aliados.

En estos momentos el sector agrícola atraviesa una última frontera, regida por las tecnologías de la información. El uso combinado de robótica, geoposicionamiento y análisis Big Data ha demostrado una enorme utilidad para combatir el despilfarro de agua y el exceso de productos químicos.

Los drones son un buen ejemplo de Agricultura 4.0. Son capaces de recorrer amplias superficies de terreno en poco tiempo (hasta 400 hectáreas al día), recogiendo imágenes de gran nitidez y todo tipo de datos. Miden el estrés hídrico y el vigor de las plantas; contabilizan el número y el tamaño de cepas o ejemplares, y también pueden hacer seguimiento de los cambios de color o forma de las plantas, ayudando así a identificar con premura posibles enfermedades o riesgo de heladas.

El propietario de la explotación puede supervisar el estado de su cosecha a tiempo real a través de aplicaciones informáticas, y tomar decisiones informadas y eficientes. En España, uno de los sectores pioneros en el uso de drones es el de la viticultura; concretamente, algunas bodegas de Ribera del Duero. También en Andalucía, donde estos aparatos de control remoto resultan muy útiles para contabilizar el número de olivos de las grandes plantaciones (el inventariado resulta esencial para el control de las subvenciones agrícolas).

Agricultura de precisión

“La agricultura de precisión es una de las variantes del smart farming o agricultura inteligente–aclara Javier Bueno, profesor titular del departamento de Ingeniería Agroforestal de la Universidad de Santiago de Compostela-. Utilizar la tecnología para la toma de decisiones en producción agrícola y ganadera nos permite ajustar las dosis de riego y fertilizantes a las necesidades exactas de cada plantación, lo que redunda en la sostenibilidad del sistema agroalimentario a largo plazo”. Según indica este experto, en España estamos todavía dando los primeros pasos en este ámbito, aunque por ejemplo sí están muy implantados los sistemas de guiado de maquinaria agrícola por GPS, que sirven para mejorar las labores de abonado y la aplicación de herbicidas, sin solapar pasadas y dejar áreas al descubierto”.

La Universidad de Santiago de Compostela está implicada en varios proyectos de investigación aplicados a la agricultura y la ganadería atlántica. Uno de ellos está relacionado con el sector vitivinícola de la Denominación de Origen Rías Baixas. “Los viñedos están sufriendo la invasión de plagas que hasta ahora no existían, y también acusan el efecto del cambio en la pluviometría -indica el profesor Bueno-. Todo eso explica por qué se están popularizando sistemas de riego en zonas tradicionalmente húmedas. Además, la aplicación de herramientas tecnológicas no solo permiten optimizar el coste y el uso de los recursos hídricos, sino también ayudar a posicionar mejor los productos en el mercado. Por ejemplo, al monitorizar la cantidad de azúcar que tiene cada cultivo, el productor puede diferenciar su producto en distintas calidades y derivarlas a los mercados extranjeros donde se valoran más a nivel comercial”.

La globalización de las enfermedades y los vectores que las transmiten es otro de los grandes problemas a los que se enfrenta la agricultura. “No son solo consecuencia del calentamiento global y las consiguientes migraciones de especies que no se corresponden con nuestras latitudes, sino también por las importaciones y exportaciones de material vegetal”, matiza el doctor Pedro Serra, del Instituto de Biología Molecular de la UPV/CSIC.

Soluciones por la vía genética

Además de las nuevas tecnologías informáticas, la agricultura inteligente cuenta también con otra baza: la fitogenética. Desde los inicios de la agricultura los cultivos han sido mejorados mediante la selección de aquellas plantas con mejores propiedades agronómicas, mayor resistencia a las variaciones del clima, plagas y enfermedades. Esta mejora se ha realizado independientemente en diferentes zonas geográficas propiciando la diversificación de variedades con aptitudes y requerimientos adaptados a distintos ambientes.

“Disponer de una amplia despensa de recursos genéticos permite escoger aquellas variedades que mejor se ajusten a las condiciones de cada temporada. Ante previsiones de épocas de sequía, por ejemplo, es preferible cultivar variedades que toleren mejor el estrés hídrico a tener que realizar mayores aportes de agua –explica el doctor Serra-. Si los recursos genéticos disponibles no son suficientes es necesario recurrir a la mejora para obtenerlas nuevas variedades capaces de hacer frente a estos estreses abióticos y bióticos.

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