Hace una década, cada ciudadano español consumía de media la friolera 317 bolsas de plástico al año. En 2014, esta cifra se había reducido a 144. Es indudable que la sensibilización hacia el uso excesivo de este derivado del petróleo está calando en la sociedad. Pero todavía hay mucho camino que recorrer. Se estima que cada año llegan a los océanos entre 5 y 13 millones de toneladas de este material, cuya presencia en los ecosistemas marinos afecta a más de 550 especies de fauna, e indirectamente al ser humano, al entrar en la cadena alimentaria a través del pescado que consumimos. Una parte muy importante de esta basura marina corresponde a bolsas de plástico, que solo se utilizan durante 12 a 25 minutos de media, pero tardan entre 100 y 500 años en descomponerse totalmente.
En este sentido, la reciente aprobación del Real Decreto sobre reducción del consumo de bolsas de plástico por parte del Consejo de Ministros supone un punto de inflexión. En virtud del mismo, a partir del 1 de julio de 2018 se deben cobrar todas las bolsas, tanto en los grandes almacenes como en los comercios minoristas y la distribución por internet. Además, a partir del 1 de enero de 2021 se prohibirán las bolsas de plástico ligeras y muy ligeras (exceptuando las compostables, que se gestionarán conjuntamente con la fracción orgánica presente en los residuos municipales).
Por otra parte, desde el 1 de enero de 2020 las bolsas de plástico gruesas deberán contener al menos un 50% de plástico reciclado. Asimismo, se prohíben las bolsas de plástico fragmentable, por su contenido en aditivos que suponen un alto impacto ambiental.
La decisión de excluir de la prohibición las bolsas biodegradables ha sido criticada por la organización ecologista Greenpeace porque “estas bolsas se componen de un elevado porcentaje de plástico que no se degrada fácilmente. “En el tiempo que estas bolsas tardan en descomponerse generan microplásticos en el medio ambiente. Esta sustitución de unas bolsas por otras no soluciona el problema que generan cuando llegan al mar, ya que sean “biodegradables” o no, si esas bolsas llegan al mar, pueden ser ingeridas igualmente por una tortuga, o sus fragmentos por otros animales, como los peces que posteriormente nosotros mismos consumimos”. “Este Real Decreto realmente no ha enfocado esta normativa a combatir la cultura del usar y tirar, ni se dirige a la raíz del problema, que es la producción y consumo masivo de estos productos”, lamenta la organización.
Desde El Independiente nos hemos puesto en contacto con cinco importantes cadenas de distribución de alimentos –Alcampo, El Corte Inglés, Carrefour, Lidl y Mercadona- para conocer cuáles son sus planes de futuro respecto a estos derivados del petróleo. No sólo en lo que respecta a las bolsas de plástico, sino también a los productos frescos envasados con este material –el típico pimiento servido en bandeja de poliestireno expandido y cubierto con film-. ¿Son realmente necesarios en todos los casos? ¿Se ofrecen suficientes alternativas al cliente? ¿Están los supermercados e hipermercados utilizando su poder de influencia sobre los proveedores para revertir esta tendencia?
El Corte Inglés
Como las exigencias legales respecto a la reducción y retirada progresiva de las bolsas de plástico está vigente en Cataluña desde marzo de 2017, El Corte Inglés ha realizado diversas pruebas operativas en los centros que posee en esta comunidad con distintos modelos de bolsas. Su estrategia para el resto de España se basará en una oferta heterogénea:
- Bolsas de papel (certificadas FSC o PEFC), que se entregan gratuitamente.
- Bolsas de plástico reutilizables (certificadas para unos 15 usos). Son las que se entregarán en líneas de caja, y se cobrarán al cliente.
- Bolsas de plástico de galga superior a 50 micras y certificadas con más de un 70% de material reciclado (serán gratuitas).
- Bolsas alternativas de transporte, reutilizables, realizadas en diversos materiales (rafia, TNT…), que se cobrarán a precio de coste.
El año que viene no habrá bolsas de transporte de mercancías de plástico de un solo uso, excepto las muy ligeras, que son las utilizadas en venta a granel y que se migrarán a modelos biodegradables, u otras opciones con material alternativo.
Respecto a las barquetas, bandejas y film plástico, la empresa ha informado a El Independiente que “aunque se prevén futuras restricciones de uso a nivel europeo, actualmente no existen alternativas viables de empaquetado que aseguren la durabilidad de los alimentos, y su estanqueidad. Estamos en cualquier caso en permanente contacto con los fabricantes en espera de avances técnicos que nos permitan posibles cambios”.
Lidl
La cadena alemana, igual que la mayoría de sus competidores de grandes superficies, también cobra por las bolsas de plástico desde hace años, y en 2010 introdujo las bolsas de rafia, fabricadas con fibras sintéticas trenzadas y reutilizable. Una medida que ha permitido reducir su consumo en 20 millones de unidades. Además, desde el pasado mes de marzo, todas las tiendas de Lidl cuentan con bolsas de papel Bio Organic, que se venden a 0,15 euros.
En términos generales, la cadena alemana se ha comprometido a reducir un 20% el uso del plástico hasta 2025. Y antes de esa misma fecha, todos los envases de plástico de la marca Lidl serán 100% reciclables. En el caso de España, esta decisión afectará a la práctica totalidad del surtido, ya que actualmente el 90% de los productos comercializados en la tienda son de marca propia. De este modo, la compañía se adelanta en cinco años a los planes normativos de la Unión Europea, que trabaja con el horizonte de que en 2030 todos los envases de plástico sean reciclables o reutilizables.
Carrefour
En el año 2009, la cadena francesa decidió eliminar de todos sus centros las bolsas de plástico gratuitas e introdujo alternativas de rafia, algodón, papel reciclado y carritos. Se convertían así en la primera gran compañía de distribución en España en adoptar esa medida. La tendencia observada por la empresa después de estos años es que “existe una mayor concienciación por parte de los clientes, que hay aceptado el cambio de forma muy positiva”.
Alcampo
Los supermercados e hipermercados Alcampo, junto con otros competidores del mercado de distribución, decidieron hace años adelantarse a la normativa europea y empezar a cobrar por las bolsas de plástico que se reparten al cliente al pasar por caja.
Por otra parte, Alcampo cuenta en estos momentos con un total de 470 referencias de frutas y verduras a granel, pero carece de una estrategia concreta relativa a la reducción de productos frescos “sobreenvasados”.
Mercadona
La cadena de distribución valenciana ha puesto en marcha este mes un laboratorio de pruebas en once supermercados distribuidos en la provincia de València, Islas Baleares, Barcelona y Bizkaia. En estos establecimientos, junto con las clásicas bolsas de plástico y de rafia, los clientes pueden elegir también bolsas de papel pequeñas y grandes y cajas de cartón que se venden plegadas en la tienda. Las bolsas de cartón se ofrecen en dos tamaños por 0,1 y 0,15 euros, mientras que el de las cajas es de 0,5. El objetivo es observar la reacción del público y escuchar las aportaciones de los trabajadores, para ver qué opción les conviene implantar finalmente en todas las tiendas.
A pesar de la creciente apuesta por los productos frescos a granel, Mercadona no ha podido concretar un plan de futuro con respecto al problema del sobreenvasado de algunas referencias para las que no se ofrecen alternativas sin plástico. En el área del horno, no obstante, hace ya tiempo que se sustituyeron las bolsas de plástico por las del papel.
Es reseñable también el proyecto de economía circular de su gama de menaje (barreños, cubos de fregar, etc.), realizados con plástico de desecho de invernaderos.
En conclusión, la proximidad de una regulación europea respecto a las bolsas de plástico animó en su día a las grandes cadenas de distribución a buscar e implementar alternativas con cierta celeridad. Sin embargo, en el horizonte asoma otra evidencia: el sector todavía no responde a las campañas de sensibilización para la reducción de los envases de plásticos en productos frescos con un plan estratégico concreto.
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